Confusión

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Confusión

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La maestra de preescolar miró el dibujo que había hecho la pequeña Saki y le sonrió.

—Qué hermoso —comentó—. ¿Esta es tu mamá?

—No, ese es mi papá —explicó la niña—. Está sirviendo las mesas en el restaurante. Mi mamá es la mejor cocinera de todas.

—Oh, ya veo —replicó la maestra. No había podido interpretar bien los dibujos de la pequeña, y en cierta manera se sintió culpable.

Le sonrió con afecto y pasó a mirar el dibujo de uno de los compañeros de la niña.

Una semana después la maestra miró un nuevo dibujo de Saki. Creyó, con certeza, que podía apreciar una figura masculina, y la otra claramente llevaba faldas y el cabello muy largo, así que se aventuró.

—Qué linda te quedó tu mamá —dijo dulcemente mientras señalaba la hoja—. Y tu papá también.

—No, maestra, ese es mi papá —Saki señaló con su pequeño dedo—. Mi mamá es esta.

Saki se rio con risa infantil, su maestra no podía distinguir un varón de una niña, qué gracioso.

La maestra, sin embargo, esta vez no rio. Un tic se formó en su ojo izquierdo.

—¿Quién es? —preguntó de nuevo señalando la figura masculina.

—Mi mamá —dijo Saki, muy despacio, para que la maestra pudiera entenderla bien.

—Y...

—Y mi papá. Su cabello es largo y hermoso. Quiero tener el cabello como mi papá cuando crezca.

La maestra no supo qué responder, se preguntó si debía llamar a los padres de la pequeña Saki para charlar con ellos sobre su... particularidad, y que entre todos vieran la mejor manera de solucionarlo. Sí, eso haría.

Al día siguiente de que los llamara, los padres de Saki se presentaron ante ella, era un matrimonio joven.

—Los hice venir porque me gustaría comentarles algo sobre Saki —comenzó a decir la maestra.

—¿Nuestra niña está bien? ¿Hay algún problema? —preguntó en seguida la mujer, con los ojos llorosos y preocupados.

—Por favor, maestra, vaya al grano, dentro de poco será la hora de la comida y tenemos un restaurante que atender —intervino el hombre. Y parecía muy apurado, hasta tenía puesto lo que parecía ser el uniforme del negocio, y el cabello muy bien sujeto con una redecilla.

—Me preocupa que Saki tenga algunas ideas... peculiares. O mejor dicho, que no comprenda bien el concepto de masculino y femenino. Esto no es nada malo, por supuesto, solo creo que debemos trabajar juntos en el tema.

La pareja la observó y después voltearon a mirarse mutuamente.

—¿Ves? Te dije que dejaras de ponerte kimono, la gente va a empezar a creer cosas raras —murmuró Ukyo.

—Lo haré cuando tú dejes de usar ropa de hombre —dijo ofuscado Konatsu.

—¡Es mi uniforme de trabajo! —se defendió Ukyo.

—Es un uniforme masculino, mejor ponte otra cosa.

—Bueno, si vamos a empezar con eso... ¡entonces usa pantalones, por Kami! Y córtate el cabello.

—Córtatelo tú —replicó Konatsu haciendo un mohín.

—A mí me gusta mi cabello como está, y soy mujer, no necesito llevarlo corto —Ukyo se cruzó de brazos y le dio la espalda.

El hombre en kimono se echó a llorar, cubriéndose el rostro con las manos.

—Esta sociedad tan machista —murmuró entre lágrimas.

Ukyo Kuonji lo miró apenas por el rabillo del ojo, endureciendo más la espalda. Unos segundos después volteó del todo.

—Lo siento, Konatsu —se disculpó abrazándolo—. No quería hablarte así, de verdad. Lo lamento, se me salió. Me encantan tus kimonos —le sonrió ampliamente.

Konatsu levantó la cabeza secándose las lágrimas.

—¿De verdad?

—Por supuesto. Y... no tienes que cortarte el cabello —siguió Ukyo apenada.

—Oh...tú tampoco, Ukyo. Me gustas así, y también... me agrada cómo se te ve el uniforme —terminó Konatsu sonrojado.

Se miraron muy dulcemente y al final se volvieron hacia la maestra, que los observaba casi sin pestañear, con la boca ligeramente abierta. Sus anteojos se le habían resbalado un poco sobre la nariz y los tenía torcidos.

—Entonces, ¿era solo eso? —dijo el «hombre» de uniforme—. Podría habernos llamado por teléfono para algo así.

—Bueno... yo... —balbuceó la maestra.

—Gracias, maestra, le agradecemos por preocuparse tanto por nuestra hija.

La «mujer» hizo una reverencia a modo de saludo. Se alisó su precioso kimono.

—Mi esposa y yo se lo agradecemos mucho —comentó. Y le dio un codazo al «hombre».

—Eh... Sí, como dice mi esposo, se lo agradecemos. Y ahora tenemos que trabajar. Hasta luego.

Salieron de la oficina. La maestra volvía a sentir el tic en el ojo izquierdo, y después lo sintió en el derecho.

¿Esposa? ¿Esposo?

—Pero ellos... —murmuró, señalando con sus dedos índices en direcciones opuestas.

Después abrió uno de los cajones de su mesa de trabajo, sacó un frasco de pastillas y se metió dos en la boca.

Al final decidió meterse tres.

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Mientras caminaban por la calle a paso rápido, Ukyo comentó:

—Esa maestra estaba un poco extraña, ¿no te pareció? Además, hacernos venir por tan poca cosa.

—También lo noté —dijo Konatsu—, pero tienes que comprender, Ukyo, que los profesores de ahora tiene mucho trabajo y se esfuerzan mucho. Imagínate tener que atender a toda esa cantidad de alumnos.

—Sí, tienes razón —asintió Ukyo—. Y no solo los alumnos, de seguro los padres también son muy problemáticos; no como nosotros, claro.

Konatsu asintió seriamente dándole la razón.

—Los maestros están muy estresados —sentenció Ukyo.

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FIN

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Nota de autora: Una pequeña historia de enredos que se me ocurrió XD.

Gracias a todos por leer. Mañana nos vemos.  

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora