Vivir

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Vivir

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Anastasia gruñó haciendo fuerza. Debería bastar para desprender el casco espacial de Irvin, pero no cedía.

—¡Sal! ¡Muévete! —El casco por fin cedió y salió disparado, rebotando en la pared para quedar girando como un trompo en el aire—... Durak, Irvin! Si te mueres no te lo perdonaré, niet! ¡Nunca!

Aunque casi flotaban sobre el piso, se mantenía aferrada al cuerpo de Irvin sentada sobre su abdomen apretándolo con las piernas. Tomó el rostro de Irvin con ambas manos, brusca, apretando sus mejillas, tocó su frente y deslizó los dedos por debajo de la gorra que cubría su cabello, removiéndola. Los mechones pelirrojos que nunca dejaba de mirar a escondidas, tan vivaces flotando por toda la estación, ahora estaban cubiertos de una capa de escarcha, pegados a la cabeza. Bajó los dedos por su cuello, con los labios abiertos y la mirada perdida, ansiosa. Irvin McGray estaba frío como una roca, los labios azules y lastimados en muchos pequeños cortes, los ojos hundidos en dos pozos morados.

Y no tenía pulso.

—Irvin... Niet... —susurró llevándose una mano a los labios.

Su corazón se negaba a lo que su preparada lógica le decía. Habían perdido mucho tiempo.

Era demasiado tarde.

Los ojos de Belova derramaron lágrimas que flotaron alrededor de su cabeza, y que reflejaban los destellos rojizos de las luces de emergencia, como si su cabello largo y sedoso flotara en un mar de pequeños rubíes. Ella se negó a la realidad, tenía que salvarlo, de alguna manera, pero toda su preparación, concentración y conocimientos desaparecieron de su mente turbada. Ese idiota lo había hecho, había destruido en un instante todo lo que ella había conseguido construir de sí misma durante tanto tiempo. ¿Y para qué? ¿Para morir justo allí?

Miró alrededor, pero no pudo encontrar nada que le diera una pista, había olvidado hasta el más básico de los procedimientos; ella, que era una médica profesional con años de capacitación. ¿Dónde estaba su equipo? ¿Y qué podía hacer aunque lo tuviera?

Lanzó un grito de frustración y amargura, dando un fuerte puñetazo en el pecho del traje, que hizo estremecer el cuerpo contra el piso.

Niet!.. Niet, niet, niet, niet, niet!

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora