Noche de amor

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Ranma ½ no me pertenece.

Mas en momentos de desasosiego quisiera ser como Rumiko y portarme mal con los fans.

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Fantasy Fiction Estudios presenta

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El año de la felicidad

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Noche de amor

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Las luces de la habitación estaban apagadas y Ranma y Akane estaban acurrucados cada uno en su futón, espalda contra espalda, quietos y silenciosos mientras los minutos pasaban.

—... ¿Estás dormida? —susurró Ranma de pronto.

Akane tragó saliva antes de responder.

—No... ¿y tú?, ¿dormías?

—No —Ranma escudriñaba la oscuridad—. ¿Estás mejor? ¿Ya no te sangra la nariz por verme?

—¡No fue por verte! —se quejó Akane, arropándose aún más con la manta.

—¿Ah, no? —dijo Ranma ocultando una sonrisa—. ¿Y por qué fue?

Akane solo resopló.

—Nunca creí que la noche de bodas fuera así —murmuró después.

Ahora fue Ranma el que tardó en decir algo.

—Yo tampoco —comentó al final—. Nunca pensé que sería así.

Hubo un deje de amargura que no pasó desapercibido para Akane, pero en lugar de enfadarse como podría haber hecho antes, ahora solo sintió tristeza, porque ese muchacho que estaba a su lado ya no era solo un prometido impuesto por su padre, ahora era su esposo, porque ella así lo había querido, y su deseo de poder comprenderlo —y no lograrlo— la abrumaba.

—Yo... —empezó a decir, pero se detuvo varias veces, avergonzada—... Ranma, yo... ¿de verdad no te resulto atractiva?

El chico abrió mucho los ojos en la oscuridad.

—¿Q-Qué?... ¿P-Por qué... di-dices...?

—Es que como... no quieres tocarme —terminó Akane en un hilo de voz.

—Sí quiero —respondió Ranma en seguida, y después se tapó la boca al escucharse a sí mismo, sonrojado.

Su esposa también se había sonrojado, y se cubrió con las mantas hasta la nariz y más arriba aún, dejando apenas los ojos fuera.

—¿Y por qué no lo haces entonces? —preguntó.

—¿Qué dijiste? —preguntó Ranma volteando hacia ella.

Akane tuvo que destaparse y girar también.

—Digo que entonces... ¿por qué no lo haces? —repitió mirándolo, diferenciando apenas el brillo de sus ojos en las sombras.

—Tú... ¡es que me llamarías pervertido! —replicó Ranma, volviendo a darle la espalda.

—¡No es cierto!

—Claro que sí. Siempre me llamas pervertido, aún cuando yo no hice nada malo —se quejó Ranma.

—Eso... —Akane se detuvo, porque no sabía qué decir, era cierto que ella lo llamaba pervertido, ¡pero es que él lo era!

—Además, yo no tengo la culpa de que tú seas tan... tan...

—¿Tan qué? —quiso saber Akane, expectante.

—Nada —bufó Ranma al final—. Dirías que soy «un pervertido».

Hubo un instante de silencio mientras Akane se acomodaba en el futón y pensaba muy bien qué decir.

—Eso era antes —dijo despacio—, ahora... no voy a llamarte pervertido. Es diferente.

—¿Qué es lo diferente? —preguntó Ranma volteando una vez más, y descubriendo que ella se había sentado sobre el futón con las piernas dobladas.

—Ahora estamos casados —respondió Akane agachando la cabeza avergonzada.

Ranma se quedó quieto, temiendo mover un músculo o abrir la boca y decir algo que arruinara todo, como siempre. Tragó saliva, se movió muy lento y se sentó ante ella. Con la luz de la luna entrando por la ventana alcanzaba a ver su rostro inclinado y la yukata cerrada sobre su pecho de forma muy recatada; también sus manos tomadas sobre el regazo.

—Entonces, tú... ¿quieres que...? —susurró Ranma, con miedo a terminar la frase.

Creyó percibir un tímido movimiento de la cabeza de ella asintiendo.

—Sí... si es que tú... quieres.

Se miraron mientras se acercaban lentamente. Ranma se inclinó hacia ella, que subió el rostro para recibirlo, estando tan cerca percibió el calor de sus mejillas mientras la besaba muy suave en los labios.

Se separaron y volvieron a mirarse a los ojos, expectantes, con ansias y temor mezclado a partes iguales. Despacio se recostaron sobre uno de los futones y Ranma tomó la manta para cubrirlos a ambos por completo.

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La luz del amanecer comenzó a inundar la habitación. Los dos jóvenes estaban acostados de espalda sobre los futones, desnudos, pero cubiertos con las mantas, mirando el techo casi sin pestañear.

—Oh... —murmuró Akane con voz cansada—, eso fue...

—Lo sé... —replicó Ranma, aún con el flequillo pegado a la frente por el sudor—. De haber sabido que era así... me habría casado antes.

Akane se sonrojó por completo.

—Eres un pervertido.

Akane giró hacia él para mirarlo, pero Ranma estaba riendo, con una risa franca, un brazo doblado detrás de la cabeza, como si fuera un niño feliz. Ella lo contempló sintiendo que tenía algo diferente, ahora parecía... libre. Sonrió. Lo comprendía, porque ella también se sentía muy diferente, como si ahora por fin estuviera haciendo lo que de verdad quería.

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FIN

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Nota de autora: Pues no hubo lemon, pero me parecía que de esta manera quedaba mejor la historia, en el mismo tono tierno y romántico de los cortos anteriores. Espero que les haya gustado.

Gracias a todos por leer. Nos vemos mañana.

Romina

El año de la felicidad parte 1 (capítulos 1 al 200)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora