1: Jorge D' Alessandro vs Nicolas Castro

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Caracas, Venezuela: 22 de Noviembre de 2009

Habían muchísimos miembros de la prensa y visitantes atraídos por los titulares de los periódicos sobre el juicio por asesinato, que hacían cola fuera de la sala del tribunal a las seis en punto de la mañana para conseguir asiento.

Nicolás Castro, El acusado, sentado en el lugar que debía ocupar, silencioso, era un hombre buen mozo de treinta cinco años de edad. Alto y delgado, con un rostro al que la angulosidad le daba una apariencia fuerte y severa. El pelo negro peinado elegantemente a la moda, una prominente barbilla con un inesperado hoyuelo y ojos profundamente hundidos de color negro aceituna. Llevaba un traje gris hecho a medida, una camisa celeste con una corbata azul oscuro de seda y pulcros zapatos hechos a medida. A no ser por sus ojos, que constantemente recorrían la sala del tribunal, Nicolás Castro estaba inmóvil.

El hombre que lo atacaba era Jorge D' Alessandro, el apasionado Fiscal del distrito de Caracas en representación del Pueblo. Si Nicolás Castro irradiaba quietud, Jorge D' Alessandro emitía dinamismo, un hombre de los que van por el mundo pensando que llegan cinco minutos tarde a una cita. Estaba en constante movimiento, peleando con sombras de adversarios invisibles. Era de alta estatura igual que Nicolás Castro, pero D' Alessandro tenía cincuenta y cinco años, sin embargo, era vigoroso, con el pelo castaño grisáceo, pero con un corte anticuado. D' Alessandro había boxeado en su juventud y llevaba las marcas en su nariz y en la cara. Una vez había matado a un hombre en el ring y nunca se arrepintió de ello.

En los años siguientes sin embargo tuvo que aprender a tener compasión, Jorge D' Alessandro era un hombre ferozmente ambicioso que había luchado sin ayuda, sin dinero o relaciones que lo auxiliaran hasta llegar a su actual posición. Durante su ascenso había asumido la apariencia de un civilizado servidor del pueblo, pero por debajo era un luchador de clase baja, un hombre de los que ni olvidan ni perdonan.

En circunstancias ordinarias, el fiscal Jorge D' Alessandro no hubiera estado ese día en la sala del tribunal. Tenía un numeroso grupo de colaboradores y cualquiera de sus asistentes principales hubiera podido llevar adelante ese caso.

Pero D' Alessandro supo desde el comienzo que el caso Castro lo manejaría él mismo.

Nicolás Castro era primera plana en las noticias, yerno de Leiver Figuera, capo de capos, cabeza de la más numerosa de las tres Familias de la mafia del país entero. Con ochenta y tres años, Leiver Figuera estaba envejeciendo y se decía que Nicolás Castro estaba preparado para ocupar el lugar de su suegro. Castro había estado implicado en docenas de delitos que abarcaban desde la mutilación al asesinato, pero ningún fiscal tuvo nunca la posibilidad de probarle algo. Los testigos tenían la costumbre de desaparecer o volverse amnésicos. D' Alessandro pasó siete frustrantes años tratando de juntar evidencias contra Castro, encontrando siempre una pared de aterrorizado silencio por parte de las víctimas de Nicolás Castro.

De pronto, D' Alessandro tenía suerte. Marco Salvatierra, uno de los soldados de Castro, había sido atrapado por un asesinato cometido durante un robo. A cambio de su vida, Salvatierra estuvo de acuerdo en "Soltar la sopa" contra Castro.

Fue la música más maravillosa que D' Alessandro hubiera oído jamás. Una canción que iba a poner de rodillas a la más poderosa familia de la mafia del país, enviar a Nicolás Castro a la silla eléctrica, y ascender a Jorge D' Alessandro a la oficina del gobernador en Caracas.

Las elecciones para gobernador eran en Agosto del año próximo, dentro de nueve meses. D' Alessandro fue propuesto por el jefe político más poderoso.

"Con toda la publicidad que tiene con el caso Castro, usted, Jorge es un candidato seguro para ser electo gobernador.... Atrápelo y será nuestro
candidato"

Aquellas palabras por parte del jefe político, fueron insuperables para D' Alessandro.

Él no había corrido riesgos. Preparó el caso contra Nicolás Castro con un meticuloso cuidado. Puso a sus asistentes para que verificaran cada evidencia, eliminaran los cabos sueltos y cortaran todas las vías legales de escape que el abogado de Castro podría tratar de explorar. Una a una, cada abertura fue cerrada.

Seleccionar el jurado tomó mas de cuatro meses y el Fiscal insistió en elegir seis repuestos, jurados suplentes, como una precaución por si había desacuerdo del jurado y se anulaba el juicio. En los casos en los que estaban comprometidas figuras importantes de la Mafia, los jurados debían estar preparados a desaparecer o a tener inexplicables y fatales accidentes. Di Silva se ocupó de que estos jurados estuvieran en un lugar retirado, encerrándolos cada noche donde nadie pudiera encontrarlos.

La llave para el caso contra Nicolás Castro era Marco Salvatierra y el testigo principal de D' Alessandro era custodiado con gran cuidado. El Fiscal recordaba simplemente y en forma muy clara el caso de Nataly Gonzalez, en el que el testigo, protegido por media docena de policías había "caído" por la ventana del hotel encontrando la muerte.

Jorge D' Alessandro eligió personalmente los custodios para Marco Salvatierra y antes del juicio Salvatierra fue mudado en secreto y pasaba cada noche en un lugar diferente. Ahora, con el juicio en marcha, Salvatierra estaba aislado en una celda de la prisión, custodiado por dos agentes armados. Nadie más tenía autorización para acercársele, ya que la buena voluntad de Salvatierra para actuar como testigo descansaba en la creencia de que el fiscal D' Alessandro era capaz de protegerlo de la venganza de Nicolás Castro.

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La venganza viste de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora