112: ¿Por que estás tan rara mami?

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Elis despertó a la mañana temprano con el suave golpeteo de la lluvia sobre la casa, y se quedó acostada oyéndolo. Miró su reloj despertador. Era hora de empezar su día. Una media hora más tarde, Elis bajaba al comedor para tomar el desayuno con los niños. No estaban ninguno de los dos allí. La señora Dolores vino desde la cocina.

—Buenos días señora Irazabal.

—Buenos días. ¿Dónde están Luis y Miguel?

—Parecían tan cansados que pensé que podía dejarlos dormir un rato más. No empiezan el colegio hasta mañana.

Elis asintió con la cabeza.

—Buena idea.

Tomó su desayuno y subió para despedirse de los niños. Estaban acostados en sus camas, cada uno en sus cuartos, profundamente dormido. Elis se despidió de Miguel y luego fue a ver a Luis, se sentó en el borde de la cama y dijo suavemente.

—Eh, dormilón, ¿quieres decirme hasta luego?

Luis abrió despacio un ojo.

—Seguro, compañera. Hasta luego —tenía la voz cargada de sueño al igual que con Miguel—. ¿Tengo que levantarme?

—No. Te diré lo que vas a hacer. ¿Por qué no descansas todo el día? Puedes divertirte con tu hermano sin salir. Está lloviendo demasiado para que salgan.

Asintió adormilado.

—Bueno, mami.

Cerró los ojos de nuevo y se quedó dormido.

Elis pasó toda la tarde en los tribunales y cuando terminó y regresó a su casa ya eran las siete de la noche. La lluvia que había continuado todo el día caía a torrentes y cuando Elis entró por el camino de la casa, ésta parecía como un castillo rodeado de un foso verde.

La señora Dolores abrió la puerta de adelante y ayudó a Elis a sacarse su empapado impermeable. Elis se sacudió los cabellos y preguntó:

—¿Dónde están los niños?

—Están durmiendo.

Elis miró a la señora Dolores con preocupación.

—¿Han estado durmiendo todo el día?

—No ¡santo cielo! Estuvieron dando vueltas por aquí como por cinco horas. Les preparé la comida pero cuando subí a buscarlo estaban dormidos de nuevo y pensé que era mejor dejarlos.

—Ya veo.

Elis subió al dormitorio de Luis, este ya no estaba durmiendo, si no jugando con su videojuego favorito, acostado en un puff que Elis le había comprado cuando tenía cinco años.

—Hola campeón.

—Hola mami.

—¿Y tu hermano?

—En su cuarto, durmiendo creo, le dije que viniera a jugar conmigo, pero tenía mucho sueño, no lo culpo, yo también estaba muy cansado.... ¿Quieres jugar conmigo?

—Sí claro, solo dame un momento para ir a verlo ¿Está bien?

—Ok.

Se dirigió al cuarto de Miguel y entró sin hacer ruido. Miguel estaba dormido. Elis se inclinó y le tocó la frente. No tenía fiebre, su color era normal. Le tomó el pulso. No había nada malo, salvo su imaginación. Se estaba dejando llevar por ella. Probablemente Miguel había estado jugando demasiado todo el día, seguro incluso antes que Luis y por eso estaba mas cansado y era natural que estuviese así. Elis se deslizó fuera del cuarto y volvió abajo.

La venganza viste de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora