81: Ya no puedo negarlo mas.

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Las estaciones llegaron y se fueron y pasaron sobre Luis y Miguel. Eran el centro del mundo de Elis. Los miraba crecer y desarrollarse, día a día era un deseo nunca acabado el esperar que caminaran y hablaran y razonaran. Su humores cambiaban constantemente y eran a veces salvajes y agresivos, tiernos y adorables. Miguel se enojaba cuando Elis lo dejaba de noche y tenía miedo a la oscuridad, así que siempre le dejaba una luz nocturna para él. Luis por su parte dormía plácidamente sin problema tanto en la oscuridad como en la luz.

Cuando Luis y Miguel tuvieron dos años estaban imposible, los típicos «niños terribles de dos años». Rompían cosas y eran testarudo y violentos. Les encantaba «arreglar» cosas. Miguel rompió la máquina de coser de la señora Marta, Luis arruinó los dos aparatos de televisión de la casa y entre ambos desarmaron el reloj de pulsera de Elis.

Miguel mezcló el azúcar con la sal y Luis se hacía mimos a sí mismo cuando creía que estaba solo. Doumasr Constantine les regaló a cada uno un cachorro de perro ovejero y Luis le pegó al suyo.

Cuando Doumasr llegaba a la casa de visita, Miguel lo saludaba diciéndole:

—¡Hola! ¿Tienes tu tictac? ¿Puedo verlo?

Ese año, Elis encantada hubiera regalado a ambos al primer desconocido que pasara. A los tres años, Luis se volvió súbitamente un ángel, cariñoso y amable. Miguel por el contrario de su hermano, se volvía cada vez mas un demonio como le decía la señora Marta en su conciencia.

Aunque ambos tenían la habilidad física de su padre y les encantaba hacer cosas con las manos. Ya no las rompía. Le gustaba jugar fuera de la casa, trepando y andando con su triciclo.

Elis lo llevó al zoológico y a ver los títeres. Caminaron por la playa, vieron un festival de cine de los hermanos Valentino en Caracas y comieron helados en la Poma. Tanto ellos como Doumasr Constantine se habían convertido en una compañía para ella, una compañía que jamas quería dejar de tener. Como regalo del Día de la Madre, Luis y Miguel aprendieron la canción favorita de Elis y se la cantaron a Elis.

Fue el momento más emotivo de su vida.

Es verdad, pensó Elis, nosotros no heredamos el mundo de nuestros padres; lo tomamos prestado de nuestros hijos.

Luis y Miguel habían empezado el jardín de infantes y les encantaba. A la noche, cuando Elis volvía a casa, se sentaban frente a la chimenea y leían juntos. Jennifer tomaba para leer La Voz, El Universal o el Ultimas Noticias, también leía el Seventeen o Clara y Luis y Miguel sus libros con figuras. Elis miraba a ambos tirados en el piso, con las cejas fruncidas por la concentración y de golpe recordaba a Alivier. Era todavía como una herida abierta. Se preguntaba dónde estaría Alivier y qué estaría haciendo. Qué era lo que estarían haciendo él, Diana y Mayra.

Elis se las arreglaba para mantener separada su vida privada de la profesional, y la única unión entre esos dos mundos era Doumasr Constantine. Doumasr traía juguetes y libros para los gemelos y jugaba con ellos y sin que Elis pudiera hacer nada o si quisiera percatarse, ellos ya veían a Doumasr Constantine como un padre.

Un domingo a la tarde Elis y Doumasr estaban en el jardín mirando como Luis y Miguel se trepaba en un árbol pequeño.

—¿Sabes lo que necesitan? —preguntó Doumasr.

—No.

—Un padre —enfrentó a Elis—. Su verdadero padre debe de ser una verdadera mierda.

—Por favor, Doumasr no digas eso.

—Lo siento. No es asunto mío. Eso es el pasado. Estoy preocupado por el futuro. No es natural que vivas sola como…

—No estoy sola. Tengo a mis hijos.

—No estoy hablando de eso, estoy hablando de.... Al diablo.... Esto no se dice.... Se hace—y entonces tomó a Elis en sus brazos, la acercó con rapidez y delicadeza y la besó con suavidad.

Ella hubiera podido rechazarlo, pero no quería.... ¿No quería?.... ¿Por que no quería?

Pero Elis no era tonta, ella lo sabía, solo que no había querido aceptarlo, no quería pensar en eso, pero ya era tiempo de afrontar la realidad.

Ya no puedo negarlo mas.... Me estoy enamorando de Doumasr—Se dijo Elis mientras los labios de él la poseían cada vez con mayor intensidad y ella correspondía, envolviendo sus brazos en su cuello fuerte y robusto.
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La venganza viste de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora