84: No defiendo a nadie que me mienta

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Por sugerencia de Elis, Lucio Vallenilla se compró un traje decente para ir a la primera audiencia. Tenía el pelo corto y la barba recortada, y Elis estaba contenta con su apariencia.

Empezaron todas las formalidades del tribunal. El fiscal de distrito Jorge D' Alessandro estaba presente. Cuando Eusebio Vargas presentó sus evidencias y pidió un proceso, el juez Hernandez se volvió hacia Elis.

—¿Hay algo que usted quiera decir, señorita Irazabal?

—Sí, hay algo, Su Señoría. Quiero ahorrar al gobierno el gasto de un juicio. Hay circunstancias atenuantes en este caso que no han sido consideradas. Quisiera presentar a mi cliente como culpable de un delito menor.

—De ninguna manera —dijo Eusebio Vargas—. El gobierno no lo aceptará.

Elis se dirigió al juez Hernandez.

—¿Podríamos discutir esto en su despacho, Su Señoría?

—Muy bien. Daré la fecha para el juicio después de oír lo que la abogada tiene que decir.

Elis se volvió hacia Lucio Vallenilla, que permanecía allí sentado, totalmente confundido.

—Usted puede volver a trabajar —le explicó Elis—. Yo iré a buscarlo y le contaré lo que pasó.

Lucio hizo un gesto con la cabeza y dijo tranquilamente.

—Muchas gracias, señorita Irazabal.

Elis lo miró mientras se alejaba de la sala.

Elis, Eusebio Vargas, Jorge D' Alessandro y el juez Hernandez estaban sentados en el despacho del Juez. Vargas le estaba diciendo a Elis:

—No me explico cómo me pide que cambiemos el cargo por un delito menor. Secuestro con pedido de rescate es un delito mayor. Su cliente es culpable y va a tener que pagar las consecuencias.

—No crea todo lo que lea en los periódicos, Eusebio. Lucio Vallenilla no tiene nada que ver con el pedido de rescate.

—¿Por qué trata de engañarnos? ¿Si no lo hizo por el rescate, por qué mierda lo hizo?

—Se lo diré —contestó Elis.

Y se lo contó. Les habló de la granja y los castigos y de cuando Lucio Vallenilla se había enamorado de Eva y se casaron y cómo perdió a su mujer y a su hijita recién nacida.

La escucharon en silencio y cuando Elis terminó, Jorge D' Alessandro dijo:

—¿Entonces Lució Vallenilla secuestró a la niña porque le recordaba a la nena que él debería haber tenido? ¿Y la mujer de Lucio murió al dar a luz?

—Exactamente —Elis se dirigió al juez Hernandez—. Su Señoría, yo no creo que ésta sea la clase de hombre que deba ser ejecutado.

Inesperadamente D' Alessandro contestó:

—Estoy de acuerdo con usted.

Elis lo miró sorprendida. D' Alessandro estaba sacando unos papeles de su portafolios.

—Déjeme que le diga algo —dijo—. ¿Cómo se sentiría usted si se ejecutase a esta clase de hombre? —empezó a leer de un expediente—. Aleksander Fuentes, treinta y ocho años. Nacido en Zulia. El padre era médico, la madre un importante miembro de la alta sociedad. A los catorce años, Fuentes se dedicó a las drogas, huyó de la casa, lo encontraron en el estado Sucre y lo devolvieron a sus padres. Tres meses más tarde, Fuentes se metió en el consultorio de su padre, robó todas las drogas que pudo y se fue. Lo agarraron en Petare por tenencia y venta de drogas y lo mandaron a un reformatorio, a los dieciocho años lo dejaron en libertad y un mes más tarde lo atraparon de nuevo con el cargo de asalto a mano armada con intento de asesinato…

Elis sintió que el estómago se le contraía.

—¿Qué tiene que ver esto con Lucio Vallenilla?

Eusebio Vargas le dirigió una sonrisa helada.

—El nombre completo de Lucio Vallenilla es Lucio Aleksander Vallenilla Fuentes..... Es su cliente señorita Irazabal.

—¡No lo creo!

—Esta hoja amarilla llegó del CICPC hace una hora —explicó D'Alessandro—. Fuentes ocultó muy bien su identidad verdadera, casi a la perfección, es un gran artista y un mentiroso psicópata. Durante los diez últimos años fue arrestado por cargos que van desde vivir de las prostitutas, hasta incendio premeditado, y asalto a mano armada. Nunca tuvo un trabajo estable y jamás se casó. Cinco años atrás fue capturado por el CICPC por un secuestro. Raptó a una nena de tres años y pidió rescate. El cadáver de la pequeña fue encontrado dos meses después en un área montañosa. De acuerdo al informe del que llevaba la pesquisa, el cuerpo estaba parcialmente descompuesto, pero tenía signos visibles de haber recibido cortes con un cuchillo en todo el cuerpo. Además la habían violado y sodomizado.

Elis se sintió repentinamente descompuesta.

—Fuentes fue absuelto por un tecnicismo que un abogado muy astuto cocinó. —Cuando D' Alessandro volvió a hablar, su voz estaba llena de desprecio—. ¿Éste es el hombre que usted quiere que ande caminando por las calles?

—¿Puedo ver el expediente, por favor?

Silenciosamente, D' Alessandro le extendió el papel y Elis comenzó a leerlo. Era Lucio Vallenilla. No había dudas. Había una instantánea tomada por la policía. Se lo veía más joven y no tenía barba, pero no había forma de equivocarse. Lucio Vallenilla —Aleksander Fuentes— le había mentido en todo. Le había contado una historia y Elis creyó cada palabra. Fue tan convincente que ni siquiera se tomó el trabajo de hacer que Doumasr Constantine confirmara la historia.

—¿Puedo ver eso? —dijo el juez Hernandez.

Elis le alcanzó el informe. El Juez le echó una mirada y después miró a Elis preguntándole:

—¿Entonces?

—No voy a defenderlo.

D' Alessandro levantó las cejas en gesto de sorpresa.

—Usted me conmociona, señorita Irazabal. Siempre dice que todos tienen derecho a un abogado.

—Todos lo tienen —contestó Elis tranquilamente—, pero yo tengo una norma inflexible y constante: no defiendo a nadie que me mienta. El señor Fuentes tendrá que buscarse otro abogado.

El juez Hernandez asintió.

—El Tribunal se encargará de eso.

—Quisiera que la fianza sea revocada inmediatamente, Su Señoría —dijo Vargas—. Creo que es demasiado peligroso para dejarlo suelto por las calles.

El juez Hernandez se volvió a Elis.

—Como hasta este momento usted es todavía su abogada, señorita Irazabal ¿tiene alguna objeción que hacer?

—No —contestó Elis con tirantez—. Ninguna.

—Voy a ordenar que la fianza sea revocada —dijo el juez Hernandez.
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La venganza viste de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora