106: Realmente te a atrapado ¿No es cierto?

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Leiver Figuera murió y Nicolás tomó todo el control de su imperio. El funeral fue espléndido, como correspondía a un hombre de la talla del Padrino. Las cabezas de los miembros de las Familias de todo el país vinieron a rendirle su homenaje al amigo que se iba y a asegurar lealtad y apoyo al nuevo capo. El CICPC estaba allí, tomando fotografías, así como también unas cuantas agencias del gobierno.

Sheila estaba destrozada porque había querido mucho a su padre, pero se consolaba en el orgullo de que su marido tomara el lugar de su padre en la Familia. Elis se iba volviendo cada día más valiosa para Nicolás. Cuando había algún problema, era a Elis a quien Nicolás consultaba. Manuel Rivas se iba convirtiendo en un fastidioso apéndice.

—No te preocupes por él —le dijo Nicolás a Elis—. Se va a retirar pronto.

Elis estaba tan feliz ese día, pero Doumasr Constantine estaba esperándola en su despacho y cuando Elis entró y lo miró con aquella seria expresión, supo instantáneamente al mirarle la cara que algo andaba mal.

—¿Por qué no me lo dijiste? — requirió Doumasr.

—¿No te dije qué?

—Lo tuyo con Nico Castro.

Elis frenó la respuesta que salía de sus labios. Decir no es asunto tuyo, era demasiado fácil. Doumasr era su amigo, talvez por un momento, solo por un momento, fue mas que eso, pero se acabó, sabía que él se preocupaba. En cierto sentido, era asunto de él. Elis recordó de golpe la pequeña oficina que compartían, cómo la había ayudado. Tengo un abogado amigo que me pide que le ayude con unas citaciones. Yo no tengo tiempo. Paga un millon por cada citación más los viáticos. ¿Me podrías ayudar con eso?

—Doumasr, no discutamos eso.

El tono de Doumasr estaba lleno de una fría indignación.

—¿Por qué no? Todo el mundo lo discute. Dicen que eres la chica de Castro—su cara estaba pálida—. ¡Dios mío! Tú sabes qué clase de persona es.

—Mi vida personal…

—¡Él vive en una cloaca y tú has traído esa cloaca a la oficina! Nos has tenido a todos trabajando para Castro y sus rufianes.

—¡El no es un rufián! Es una buena persona, me ayudó, salvó las vida de mis hijos... Yo le debo mucho.

—Sí, lo sé.... ¡Y precisamente se a aprovechado de la gratitud que le tienes por eso para envolverte y meterte en su mundo de mierda!... Aun no puedo creer que lo hayas llamado a él.

—¿Vas a empezar otra vez con lo mismo Doumasr? Ya te dije que estaba desesperada, fue un impulso, tomé el mejor camino para salvar la vida de mis hijos, no me puedes reprochar por eso.

—No te estoy reprochando las medidas que tomaste para salvar a tus hijos, cualquier medida era necesaria para que ellos estuvieran bien, lo que te estoy reprochando es que entre todas tus posibilidades, me dejaste de último.... Elis, yo estuve esa noche llamándote y jamas contestaste, estuve a punto de salir a buscarte para ver si había pasado algo pero recordé que querías estar sola... Ahora veo que debí haber hecho caso a mis instintos... Pero de que sirve si me dejaste a un lado... Hasta pensaste en Jorge D' Alessandro como opción antes que en mí, yo también pude haber ayudado, ya había encontrado gente perdida o secuestrada antes, ese e mi parte de mi trabajo... Pero como siempre, yo soy para ti un cero a la izquierda...

—Doumasr no...

—Y no solo en el trabajo... Si no también en lo personal... Creí que venimos algo especial Elis... Pero Nicolás Castro llegó a tu vida para demostrarme que no es así... Dime la verdad... ¿Signifiqué algo mas que un amigo o un empleado en algún momento?

—Claro que sí... Es solo que... No sé como explicarlo....

—Es por culpa de él, de él y de maldita mafia...

—¡Basta!

—En eso estoy. Para eso vine, para decirte que me voy.

Sus palabras fueron un golpe para ella.

—¿Que? No puedes irte. Estás equivocado en lo que piensas de Nicolás. Si sólo lo conocieras te darías cuenta de que…

El momento de hablar ya había pasado y Elis supo que había cometido un error.

—¡Basta!... Ahora te lo digo yo a ti.... ¡Ya... Es suficiente!

Doumasr la miró con tristeza y dijo:

—Realmente te ha atrapado, ¿no es cierto? Te recuerdo cuando sabías quién eras. No quiero ver como te conviertes en lo que él quiere que seas. Quiero quedarme con la imagen de la Elis de antes... Ésa es la chica que quiero recordar. Dile adiós a Luis y a Miguel por mí.

Y Doumasr Constantine se fue.

Elis sintió que las lágrimas acudían a sus ojos y que se le cerraba la garganta de tal forma que casi no podía respirar. Apoyó la cabeza en el escritorio y cerró los ojos, tratando de alejar la pena.

Cuando abrió los ojos, había caído la noche. La oficina estaba a oscuras, excepto el misterioso brillo rojizo de las luces de la ciudad. Parecía como una jungla por la noche, con sólo una fogata moribunda para alejar los terrores invasores.

Era la jungla de Nicolás Castro. No había otro camino fuera de ése.
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La venganza viste de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora