64: Fue idea de Diana

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Cuando a la mañana siguiente Elis entró en su oficina, encontró todo su escritorio lleno de periódicos. Estaba en la primera página de todos ellos. En un vaso había una docena de preciosas rosas rojas. Elis sonrió. Alivier había encontrado tiempo para mandarle flores.

Abrió la tarjeta. Decía: Felicitaciones. Doumasr Constantine.

El intercomunicador sonó y Silvia le dijo:

—El señor Alivier la llama.

Elis tomó la llamada con una sonrisa, pero no sabría decir si era por el llamado de Alivier o por las hermosas rosas que Doumasr Constantine le había mandado. Trató de mantener su voz calma.

—Hola, querido.

—Lo has hecho de nuevo.

—Tuve suerte.

—Tu cliente tuvo suerte. La suerte de tenerte de abogada. Debes de sentirte encantada.

Ganar juicios la hacía sentirse bien. Estar con Alivier la hacía sentirse encantada.

—Sí.

—Tengo algo importante que decirte—continuó Alivier—. ¿Podemos encontrarnos para tomar una copa esta noche?

El corazón de Elis se detuvo. Había una sola cosa que Alivier podría decirle: que no la iba a ver más.

—Sí, por supuesto…

—¿En Monselo? ¿A las seis?

—De acuerdo.

Elis le pidió a Silvia que cuidara las rosas que Doumasr le había regalado.

Alivier la estaba esperando en el restaurante, en una mesa en la parte de atrás. Así no se sentirá mal si me pongo histérica, pensó Elis. Bueno, había decidido no llorar. No frente a Alivier. Se podía dar cuenta por su cara demacrada, ojerosa, por todo lo que había pasado y decidió hacerlo lo más fácil posible para él. Elis se sentó y Alivier le tomó la mano.

—Diana me va a dar el divorcio—dijo Alivier y Elis se quedó allí, sin palabras.

Había sido Diana la que había iniciado la conversación. Volvían de una comida para recaudar fondos en la que Alivier había sido el orador principal. Esa noche había tenido un éxito enorme. Al volver a casa, Diana estaba muy silenciosa, con una tensión curiosa en ella.

—Creo que la velada salió muy bien, ¿no te parece?

—Sí, Alivier.

No habían dicho nada más hasta que llegaron a la casa.

—¿Te gustaría una última copa? —preguntó Alivier.

—No, gracias. Creo que tenemos que hablar.

—¿Sí? ¿Sobre qué?

Ella lo miró y dijo:

—Sobre ti y Elis Irazabal.

Fue como si le hubieran pegado un golpe. Alivier dudó por un momento no sabiendo si debía negar o…

—Hace un tiempo que lo sabía. No te había dicho nada porque quería pensar qué iba a hacer.

—Diana, yo…

—Por favor, déjame terminar. Yo sé que nuestra relación no fue… bueno todo lo que esperábamos que fuera. De alguna manera quizá no fui la buena esposa que debería haber sido.

—Nada de lo que pasó es culpa tuya. Yo…

—Por favor, Alivier. Esto es muy difícil para mí. Ya he tomado una decisión. No me voy a poner en tu camino.

Alivier la miró con incredulidad.

—Yo no…

—Te amo demasiado para herirte. Tienes un futuro político brillante por delante. No quiero que nada lo estropee. Evidentemente, no te hago completamente feliz. Si Elis Irazabal puede hacerlo, quiero que te quedes con ella.

Alivier tenía una sensación de irrealidad como si toda esa conversación sucediera en otro mundo.

—¿Qué pasará contigo?

Diana sonrió.

—Me arreglaré, Alivier. No te preocupes por mí. Tengo mis propios planes.

—No… no sé qué decirte.

—No es necesario decir nada. Yo lo he dicho por los dos. Si te retengo y te hago infeliz, no nos haríamos bien ninguno de los dos. ¿No es verdad? Estoy segura de que Elis es adorable, si no no sentirías lo que sientes por ella. —Diana caminó hacia él y lo tomó en sus brazos. —No estés tan
afligido, Alivier. Lo que estoy haciendo es lo mejor para todos.

—Eres admirable.

—Muchas gracias. —Cariñosamente le tocó la cara con la punta de los dedos y sonrió. —Mi querido Alivier. Siempre seré tu mejor amiga. Siempre. —Después se acercó más a él y apoyó la cabeza sobre su hombro. Alivier apenas podía oír su voz. —Hace tanto tiempo que no me tenías entre tus brazos, Alivier. No tienes que decirme que me amas pero ¿querrías… querrías abrazarme y hacerme el amor? ¿Nuestra última vez juntos?

Alivier estaba pensando en todo eso mientras le decía a Elis:

—El divorcio fue idea de Diana.
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La venganza viste de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora