Epílogo: Elección del Autor

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Elis y Nicolás estaban en el gran comedor de la mansión, almorzando un gran festín, Elis aun no sabía donde estaba, pero por la ventana del comedor había visto el paisaje y había deducido que era en algún lugar bastante frío, Luis estaba con ellos sentado en medio de los dos, con los pies balanceándolos alegremente por debajo de la mesa mientras se divertía desayunando panquecas con forma de dinosaurio, bañadas en mantequilla y miel, Elis estaba tan encantada de verlo feliz, durante el desayuno había hablado con él, le había pedido perdón por ignorarlo y abandonarlo, le había explicado las razones pero sin excusarse, a lo que el niño respondió maduramente: Está bien mami, te entiendo, yo también extraño a Miguel.

Pero al mismo tiempo no quería que hijo estuviera en ese lugar, junto a Nicolás Castro, junto a sus hombres, junto al narcotráfico o la organización, se había enterado demasiado tarde que Luis estaba allí con ella porque Nicolás lo había traído y aquello le disgustaba de una forma horrible, si fuera por ella, colocaría a su hijo a cien kilómetros de distancia de todo lo que tuviera que ver con ese bajo mundo... Ella necesitaba alejarse de todo y a su hijo mas que nada, lo había pensado y había decidido que se iría, lejos, a otro estado, talvez a otro país, no lo sabía, solo sabia que quería alejarse de Caracas, de Alivier, de Nicolás, de Doumasr, de todo.

—Oye chico... ¿Te parece si jugamos a las carreras? Tengo un playstation 5 esperando en el cuarto.

—¿Puedo mami?

—Sí querido, pero antes termina de desayunar.

—Ok.

—¿Donde estamos Nicolás? —Preguntó Elis, tratando de averiguar su posición, pero Nicolás era mas astuto, no iba a decírselo... No aún, era un lugar secreto, apartado del mundo.

—No te preocupes nena... Aquí estamos a salvo, nadie puede entrar aquí... Las entradas se abren con un único código de seguridad que solo sabíamos el viejo Leiver, Manuel Rivas y yo... Y tanto Leiver como Manuel ya no están en este mundo.

—¿A eso te referias cuando dijiste que se iba a jubilar pronto?

—Mejor cambiemos de tema... Oye Elis... Voy a pedirle el divorcio a Sheila... Antes no lo había hecho porque Leiver estaba vivo... Pero ahora el que manda aquí soy yo y puedo deshacerme de ella.

—No es un trapo viejo Nicolás, es una mujer.

—Es una remedo de mujer.

—¿Que es un remedo mami?

—Luego te explico querido, sigue desayunando... Nicolás, no quiero tener esta conversación frente a mi hijo.

—Solo dime que te quedarás conmigo cuando ella ya no esté.

Elis se preguntó si al decir cuando ella ya no esté se refería al divorcio o a que la mataría.

—No voy a estar aquí Nicolás, me voy... Me voy lejos con mi hijo... No quiero regresar, quiero olvidarme de todo esto.

—¿Que?... ¿No estás hablando en serio o sí?

—Por su puesto que sí.

—¡No puedes dejarme... Tú eres mi chica!

Nicolás comenzó a subir el tono de voz de forma acelerada.

—Yo no soy tu chica, nunca fui tu chica y nunca lo seré, te estoy eternamente agradecida por salvar la vida de mis hijos hace años, pero eso no significa que algo vaya a pasar... Baja la voz que mi hijo está presente.

La venganza viste de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora