76: Quedate conmigo

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Navidad vino y se fue y llegó el Año Nuevo de 2013. febrero se fue con los vientos de marzo y Elis supo que ya era tiempo de que dejara de trabajar. Llamó a los miembros de su oficina para una reunión.

—Me voy a ausentar por un tiempo—les anunció—. Estaré fuera los próximos cinco meses.

—¿Podremos encontrarte, no? —preguntó Mauricio Dallas.

Hubo murmullos de sorpresa.

—No Mauricio. No será posible.

Gustavo Cerrano la escudriñó a través de sus gruesos anteojos.

—Elis, no puedes…

—Me iré este fin de semana.

Había algo definitivo en su voz que no permitía otras preguntas. El resto de la reunión se empleó en tratar los casos pendientes. Cuando todos se fueron, Doumasr Constantine le preguntó:

—¿Realmente vas a seguir adelante?

—No tengo otra posibilidad, Doumasr

Doumasr la contempló.

—No sé quién será ese hijo de puta, pero lo odio.

Elis le tomó el brazo.

—Gracias. Estaré bien.

—Va a ser difícil, ¿sabes? Los chicos crecen. Hacen preguntas. Va a querer saber quién es su padre.

—Yo me voy a arreglar.

—Muy bien —dulcificó el tono—. Si hay algo que yo pueda hacer… lo que sea. Siempre estaré cerca.

Elis lo abrazó.

—Muchas gracias, Doumasr. Yo… muchas gracias.

Elis permaneció en su oficina hasta mucho después que todos se hubieran ido, sentada sola en la oscuridad, pensando. Siempre amaría a Alivier. Nada podría cambiar eso y estaba segura de que él seguía amándola. De alguna manera, pensó Elis, habría sido más fácil si él no me amara. Era de una intolerable ironía que amándose los dos no pudieran estar juntos y que sus vidas fueran a apartarse cada vez más. La vida de Alivier sería en Miraflores con Diana y su bebé.

Quizás alguna vez Alivier llegaría a la Presidencia. Elis pensó en su propio hijo, creciendo y queriendo saber quién era su padre. Nunca se lo diría, ni Alivier debería saberlo nunca porque eso lo destruiría.

Y si alguno llegaba a saberlo, también podría destruir a Alivier pero de una manera diferente.

Elis había decidido irse a una de las propiedades que la señora Clemente le había dado en Dubai donde ella y su hijo pudieran vivir juntos en su pequeño mundo privado. Elis no tenía idea de lo penoso que le iba a resultar el tener que dejar el departamento de Caracas que ella y Alivier habían compartido. Su robe de chambre y sus pijamas estaban todavía allí, sus pantuflas y sus cosas de afeitar.

Cada habitación guardaba cientos de recuerdos de Alivier, recuerdos del amor, del pasado muerto. Elis guardó sus cosas lo más rápido que pudo y se fue.

En la nueva casa, Elis estaba ocupada desde la mañana temprano hasta muy tarde en la noche, así no tenía tiempo para pensar en Aliier. Iba a los negocios en las tiendas mas caras y prestigiosas para encargar muebles y cortinas. Compró lencería y cosas de plata y porcelana china. Contrató a trabajadores de la zona para que cambiaran algunas cosas. Desde la mañana temprano hasta el anochecer la casa estaba llena de pintores, carpinteros, electricistas y empapeladores. Elis estaba por todos lados, supervisando cada cosa. Se cansaba bien durante el día esperando poder dormir bien durante la noche, pero sus demonios habían vuelto, torturándola con pesadillas inenarrables.

Andaba a la caza de antigüedades, comprando lámparas y mesas, objetos de arte. Compró estatuas y una fuente para el jardín. Dentro de la casa todo estaba empezando a quedar maravilloso y las alfombras que había manado a diseñar para el living y la nursery iluminaban las habitaciones con colores tenues.

El vientre de Elis estaba creciendo y fue al pueblo para comprar ropa para maternidad. Tenía instalado un teléfono que no figuraba en las guías. Estaba sólo para emergencias y no le dio el número a nadie y tampoco esperaba llamadas. La única persona en la oficina que sabía donde vivía era Doumasr Constantine y había jurado guardar el secreto.

Una de las tantas veces que fue a visitar a Elis y ella le mostró la casa y el parque, le encantó que a él le gustara tanto.

—Esto es precioso, Elis, realmente precioso. Has hecho un trabajo bárbaro —miró el creciente abdomen—. ¿Para cuándo será?

—Faltan dos meses. —Le puso las manos en su abdomen y le dijo—: Siente esto. Lo están haciendo cada día más fuerte —dijo Elis con orgullo.

Esa noche cocinó para Doumasr. Éste esperó hasta que tomaron el postre antes de entrar en tema.

—¿Elis?

—¿Que?

—¿Por que dijiste están?

—Sabía que te darías cuenta.

—¿A que te refieres Elis?…. Acaso....

Elis sonrió.

—Me enteré en el último eco de hace tres semanas, quería que fuera una sorpresa pero a ti no te puedo ocultar nada.... Voy a tener gemelos Doumasr.

—¡Elis!.... Eso es maravilloso.

Doumasr se quedó dos semanas con ella, la pasaron increíble, Doumasr tenía una facilidad para hacerle olvidar sus problemas, era gracioso, dulce, amable, respetuoso y gracioso.... ¿Por que no se había dado cuenta de eso antes?.... Todo fue perfecto hasta el día en que Doumasr tenía que partir y Elis odió que tuviera que irse. Era un ser extraordinario y un buen hombre.... No quería que se fuera, de verdad no quería, de hecho....

—¿Doumasr?

—¿Sí?

—Quedate conmigo.

—¿Eh?.... ¿Estás segura?.... Pensé que querías que regresara a encargarme de los asuntos importantes del trabajo.

—Confío en que Mauricio, Gustavo y Silvia se pueden encargar perfectamente de eso.... Por favor Doumasr.... Quedate aquí conmigo.

—Sus deseos son ordenes Mi Lady.... Aquí estaré para ti.

Elis le tomó la mano y él la apretó.

La venganza viste de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora