61: Cinco diferencias, cinco razones

32 4 1
                                    

La voz de Silvia llegó por el intercomunicador.

—El señor Enmanuel Arquilla está aquí y quiere verla, señorita Irazabal. No tiene cita, pero dice…

Elis se sonrió.

—Hazlo esperar.

Recordaba la conversación telefónica. No es cómo juegue el juego sino si lo gana o no ¿No es cierto? Usted es muy buena, querida, pero yo estoy en esto desde hace mucho más que usted. Dígale a ese inútil saco de carne que tiene por cliente que le deseo mejor suerte la próxima vez.

Inútil saco de carne, Eso era lo que mas retumbaba en la cabeza de Elis y lo que mayor rabia le causaba, pero cumpliría su promesa de hacer que se arrepintiera.

Elis hizo esperar a Enmanuel Arquilla durante dos horas y entonces llamó a Silvia.

—Por favor, que pase el señor Arquilla.

Las maneras cordiales de Arquilla habían desaparecido. Había sido engañado y estaba enojado y no se molestaba en ocultarlo. Caminó hasta el escritorio de Elis y estalló.

—Usted es una trepadora.... Me está causando un montón de problemas mi amiga.

—¿De veras, mi amigo?

Arquilla se sentó sin que lo invitaran.

—Dejemos de jugar jueguitos. He recibido un llamado del consejero legal principal de la Toyota Motors. Está bien, lo admito, la he subestimado. Mi cliente está dispuesto a llegar a un arreglo. —Buscó en su bolsillo, sacó un sobre y se lo alcanzó a Elis. Ella lo abrió. Adentro había un cheque certificado a nombre de Samanta Valverde. Era por un millón de dolares.

Elis colocó el cheque en el sobre y se lo devolvió a Enmanuel Arquilla.

—Esto no es suficiente. Los estamos demandando por cincuenta millones de dólares.

Arquilla hizo una mueca.

—No, no lo está haciendo. Porque su cliente no llegará al Tribunal. La he visitado. Nunca conseguirá que esa chica vuelva a la sala del Tribunal. Tiene terror de hacerlo, y sin ella, usted no tiene ninguna oportunidad de ganar.

Elis contestó enojada.

—Usted no tiene ningún derecho de hablar con Samanta Valverde no estando yo presente.

—Yo sólo estaba tratando de hacer lo mejor. Tome la plata y corra, mi amiga.

Elis se puso de pie.

—Fuera de aquí. Usted me revuelve el estómago.

Enmanuel Arquilla se levantó.

—No sabía que su estómago podía revolverse.

—Pues a diferencia de usted, yo si tengo estómago.... Y cerebro.... Esto le va a costar caro.

Enmanuel Arquilla se retiró llevándose el cheque.

Mirándolo irse, Elis se preguntó si no habría cometido una terrible equivocación. Pensó lo que podía significar para Samanta Valverde un millón de dólares. Pero no era suficiente. No para lo que la muchacha tendría que aguantar cada día por el resto de su vida si no le colocaban sus miembros artificiales que tanto quería.

Elis sabía que Enmanuel Arquilla tenía razón en una cosa. Sin Samanta Valverde en la sala del Tribunal, no había posibilidad de que el jurado cambiara el veredicto para darle cincuenta millones de dólares. Las palabras no iban a persuadirlos del horror de esa vida.

Elis necesitaba del impacto que causaría la presencia de Samanta Valverde en la sala, que el jurado la viera día a día; pero no había manera de persuadir a la joven para que lo hiciera. Tendría que encontrar otra solución.

A las cuatro de la madrugada, Elis se despertó de una horrible pesadilla y supo cómo iba a ganar los cincuenta millones de dólares para Samanta Valverde.

—Hemos arreglado una serie de comidas para recoger fondos por el Estado. Tocaremos solo las ciudades más grandes. Haremos visitas cortas a los pueblitos a través de unos pocos programas de televisión que se transmiten a la nación como Portadas y Cartas del Corazón. Suponemos que podemos pescar… Alivier ¿me estas escuchando?

Alivier se volvió hacia Santiago Bustamante y los otros tres hombres que estaban en la sala de conferencias (los mejores expertos en medios de comunicación, como Bustamante se lo había asegurado) y contestó:

—Si, por supuesto, Santiago.

Había estado pensando en algo totalmente distinto. Elis. La quería, allí, a su lado, compartiendo la excitación de la campaña, compartiendo ese momento, compartiendo su vida.

Alivier había tratado vanas veces de discutir la situación con Santiago Bustamante, pero cada vez su socio se las había arreglado para cambiar de tema. Alivier estaba allí pensando en Elis y en Diana. Sabía que no era leal compararlas, pero le era imposible no hacerlo.

Elis estimula al estar con ella. Se interesa en todo y me hace sentir vivo. Diana vive en su pequeño mundo privado…

Elis y yo tenemos miles de cosas en común. Diana y yo no tenemos nada en común salvo nuestro matrimonio…

Me encanta el sentido del humor de Elis. Sabe reírse de si misma. Diana se toma todo muy en serio…

Elis me hace sentir joven. Diana parece mayor de la edad que tiene…

Elis es independiente. Diana depende de mí para que le diga lo que tiene que hacer…

Cinco diferencias importantes entre la mujer que amo y mi esposa. Cinco razones por las cuales nunca podré dejar a Diana.
.
.
.
.
.
Gracias por votar ;)

La venganza viste de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora