80: Ritual mensual

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Una mañana recibió una llamada de Felipe Garcés, el presidente de una gran corporación de petróleo.

—Me gustaría que nos encontráramos —le dijo—. Tengo un problema.

Elis no tenía que preguntarle de qué se trataba. Su compañía había sido acusada de pagar sobornos para conseguir negocios en Medio Oriente. Los honorarios serían altísimos por ese caso, pero Jennifer simplemente no tenía tiempo.

—Lo siento —dijo—. No estoy disponible, pero puedo recomendarle a alguien muy bueno.

—Me dijeron que no podía aceptar un no como respuesta —contestó Felipe Garcés.

—¿Quién se lo dijo?

—Una amigo mío. Doumasr Constantine.

Elis oyó el nombre con atónita.

—¿El señor Doumasr Constantine le dijo que me llamara a mí?

—Dijo que usted era la mejor, cosa que yo ya sabía, no porque él trabaje para usted, si no porque yo ya e leído mucho sobre sus casos.

Elis sostenía el teléfono en su mano sonriendo.

—Muy bien. Tomemos juntos el desayuno mañana —decidió Elis.

Después que cortó, llamó al Doumasr Constantine. El atravesó las puertas, A Elis le parecía que estaba mas alto, mas atlético.... ¿O siempre había sido así y no se había dado cuenta hasta ahora?

—Buenos días jefa.... ¿Para que soy bueno?

—Quería agradecerte por haberle dicho a Felipe Garcés que me llamara.

—Ese idiota.... Le dije que no me mencionara.... Pero bueno.... Ya que.... Solo quería estar seguro de que iba a estar en buenas manos.

—Te lo agradezco mucho.

—No tienes porque, sabes que lo hago con gusto.

Hubo un momento de silencio y luego fue Doumasr quien volvió a hablar:

—Oye Elis.... ¿Te gustaría cenar conmigo una de estas noches?

Elis ensanchó su sonrisa sin darse cuenta.

—Me encantaría comer contigo.

—Muy bien. Te llevaré al club del que me acabo de hacer miembro VIP. Hay un montón de viejos ahí que no están acostumbrados a ver una hermosa y joven mujer. Esto los va a estimular un poco.

Elis rió.

Doumasr Constantine pertenecía al grupo VIP de la Asociación Central en la calle 86 Oeste y cuando se encontraron para comer, Elis se dio cuenta que lo que dijo sobre los viejos era una broma. El comedor estaba lleno de escritores, artistas, abogados y actores.

—La costumbre aquí es no hacer presentaciones —le explicó Doumasr Constantine—. Se supone que cada persona es inmediatamente reconocida. Sentados en distintas mesas, Elis reconoció a Norkys Batista, Daniel Sarcos y Carlos Cruz, entre otros.

Mientras tomaban un coctel le dijo:

—Aun recuerdo la primera vez que te vi llegar a nuestra antigua oficina, tu mirada perdida y tus modales estéticos.... Esa belleza de mujer decidida que atrapa a cualquier hombre, que lo intimida y a la vez lo incita a querer intentarlo.

Jennifer estaba complacida. Respetaba a Doumasr Constantine. Era al mismo tiempo un brillante investigador y un hombre íntegro.

—Muchísimas gracias, Doumasr, significa mucho viniendo de ti.... ¿Pero te diste cuenta de todo eso el primer día de conocernos?

—Desde el primer segundo.

—¿Y de que mas te diste cuenta?.

—De muchas cosas, es bastante largo.

—Tenemos toda la noche.

La comida era excelente, el lugar era esplendido, la compañía era perfecta y eso fue el principio de un ritual mensual que los dos disfrutaban plenamente.
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La venganza viste de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora