16: Recordando ese día

34 3 1
                                    

Estaba medio dormida cuando la despertó el frío del agua. No tenía idea de cuanto tiempo había permanecido allí. De mala gana salió de la bañera y comenzó a secarse. Ya no estaba enojada, pero el encuentro con Alivier Reinosa le había hecho olvidar el hambre.

Elis se cepilló el pelo y se puso crema en la cara y decidió que se iría a la cama sin comer. A la mañana telefonearía para el viaje a Santa Lucía.

Abrió la puerta del cuarto de baño y entró al recibidor.

Alivier Reinosa estaba sentado en una silla leyendo una revista. Miró a Elis que entraba en ese momento, desnuda.

—Lo siento —exclamó Alivier— Yo…

Elis dio un gritito de alarma y apresuradamente se refugió en el baño para ponerse su toalla. Cuando volvió a enfrentar a Alivier, Elis estaba furiosa.

—La investigación terminó. Le pedí que se fuera.

Alivier dejó a un lado la revista y dijo con calma.

—Señorita Irazabal, ¿cree que podríamos discutir esto con tranquilidad?

—¡No! —toda la furia acumulada volvió a surgir en Elis—. No tengo nada que decir, ni a usted ni a su maldito Cuerpo de Abogados. ¡Estoy cansada de que me traten como… como a una especie de criminal!

—¿Yo dije que usted lo fuera? — preguntó con tranquilidad Alivier.

—Bueno… ¿Acaso no es por eso que está usted aquí?

—Le diré por qué estoy aquí. Me designaron para investigar y recomendar a favor o en contra de su expulsión del Cuerpo de Abogados. Quiero oír su versión de lo sucedido.

—Ya veo. ¿Y cuánto le tengo que pagar?

El rostro de Alivier se puso tenso.

—Lo lamento, señorita Irazabal. —Se puso de pie y se dirigió hacia la puerta.

—¡Espere un minuto!

Alivier se dio vuelta.

—Discúlpeme. Es que… todos me parecen enemigos. Le pido que me disculpe.

—Acepto sus disculpas.

Elis, se dio cuenta de que estaba con muy poca ropa.

—Si todavía quiere hacerme preguntas, me iré a vestir y entonces podremos hablar.

—Muy bien. ¿Usted ya comió?

—Bueno, en realidad…

—Conozco un pequeño restaurante tailandés que es el lugar perfecto para interrogatorios.

Era un tranquilo y encantador restaurante de la calle 95, en el lado este de la ciudad.

—Este lugar no es conocido por mucha gente —le comentó Alivier cuando se ubicaron en una mesa—. El dueño es un matrimonio joven, son tailandeses y antes trabajaban en Les Taigayuderjifle. La comida es muy buena.

Elis tenía que aceptar lo que Alivier le decía, porque ella era incapaz de pronunciar ese nombre tan complicado o de sentirle el gusto a nada. No había comido en todo el día, pero estaba tan nerviosa que lo único que pudo hacer fue forzarse a tragar unos trozos de comida. Trataba de relajarse, pero era imposible. No importaba que él lo negara; el encantador hombre sentado frente a ella, era su enemigo. Y era encantador, tenía que admitirlo.

Inteligente, entretenido y atractivo y en otras circunstancias, Elis hubiera disfrutado enormemente de esa noche.

Todo su futuro estaba en juego. Las próximas dos horas determinarían en qué dirección seguiría el resto de su vida.

Alivier estaba haciendo todo lo posible para que ella se tranquilizara. Hacía poco que había regresado de un viaje por Francia donde había conocido a algunas personas muy importantes del gobierno. Allí habían preparado una cena especial en su honor.

—¿Alguna vez comió Croassant relleno de chocolate? —preguntó Alivier.

—No.

—Son mejores que los camarones recubiertos de chocolate —agregó con una mueca.

Después le contó lo que le había sucedido durante un viaje que el año anterior realizara por Nueva Zelanda para cazar y cómo un oso lo atacó. Habló de todo, menos de la razón por la que estaban allí.

Elis se había estado preparando para el momento en que Alivier empezara el interrogatorio y cuando finalmente eso sucedió, sintió que su cuerpo se le ponía rígido.

—Voy a preguntarle algunas cosas, pero no quiero que se moleste. ¿De acuerdo?

Elis sintió un nudo en la garganta. No estaba segura de poder hablar. Asintió con la cabeza.

—Quiero que me cuente exactamente qué sucedió ese día en la sala del tribunal. Todo lo que recuerde, todo lo que sintió. Tómese su tiempo.

Elis estaba preparada para desafiarlo, mandarlo al diablo y decirle que hiciera lo que quisiera con ella. Toda la noche había sabido que esto era simplemente pro forma ya que no tenía cómo luchar contra el Fiscal de Caracas, el Cuerpo de Abogados de Caracas y el juez Mondragon. Pero por alguna razón, el estar sentada frente a Alivier Reinosa, escuchando su voz tranquila, la resistencia de Elis había desaparecido. Toda la experiencia estaba tan vívida aún en su mente que el sólo recordarla le resultaba doloroso.

Había estado tratando de olvidarla durante más de un mes. Ahora él le estaba pidiendo que empezara todo de nuevo.

Tomó aire, profunda y angustiosamente y contestó:

—Muy bien.
.
.
.
.
.
Gracias por votar ;)

La venganza viste de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora