62: Los estaba perdiendo

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Un miércoles, a la mañana al principio de septiembre, el juicio de Samanta Valverde Vs la Corporación Toyota Motors, comenzó. Normalmente, el juicio hubiera merecido uno o dos párrafos en los periódicos, pero como Elis Irazabal era la abogada de la demandante, los medios de comunicación estuvieron en todo su apogeo.

Enmanuel Arquilla en la mesa de la defensa, estaba rodeado por un montón de asistentes vestidos con conservadores trajes grises. Comenzó la elección de los jurados. Arquilla estaba despreocupado hasta el punto de parecer indiferente, porque sabía que Samanta Valverde no iba a aparecer en el juicio.

La vista de la hermosa joven amputada, sin brazos ni piernas, hubiera sido un arma poderosa emocionalmente para conseguir una gran cantidad de dinero del jurado, pero no estaría la joven y no habría arma.

Esta vez, pensó Arquilla: Elis Irazabal se ha pasado de lista.

El jurado ya estaba en sus lugares y el juicio iba a empezar. Enmanuel Arquilla hizo su presentación de apertura y Elis tuvo que reconocer que había estado muy bien. Se extendió con detalles en la difícil situación de la pobre joven Samanta Valverde, diciendo todas las cosas que Elis había planeado decir, robándole su golpe emotivo.

Habló de accidente, destacando el hecho de que Samanta Valverde había resbalado en el hielo y de que el conductor del camión no había tenido la culpa.

—La demandante les esta pidiendo damas y caballeros, que le den la suma de cincuenta millones de dólares —Arquilla movió la cabeza con incredulidad—. ¡Cincuenta millones de dólares! ¿Alguna vez han visto esa cantidad de dinero? Yo no. Mi firma maneja casos de clientes poderosos, pero quiero decirles que en todos los años que practico la abogacía, nunca he visto diez millones de dólares o cinco millones de dólares.

Arquilla pudo ver por las caras de los jurados que ellos tampoco lo habían visto.

—La defensa les va a presentar testigos que les dirán como ocurrió el accidente. Y fue un accidente. Antes de que pasemos por eso, les demostraremos que Toyota Motors no tiene culpa en este asunto. Ustedes se habrán dado cuenta de que la persona que hace la demanda, Samanta Valverde, no está en la sala hoy. Su abogada ha informado al juez Gonzalez que ella no aparecerá. Samanta Valverde no está hoy en la sala donde debería estar, pero yo puedo decirles dónde está. Ahora mismo, así como yo estoy hablando con ustedes, Samanta Valverde está sentada en su casa contando la plata que cree que ustedes le van a proporcionar. Está esperando que suene el teléfono y que su abogada le diga cuántos millones de dólares consiguió de ustedes.

—Ustedes y yo, sabemos que a cada momento hay un accidente en el que se ve comprometida una gran compañía, no importa lo indirecto que sea ese compromiso, siempre hay gente que está lista para decir: «Esta compañía es inmensamente rica. Puede pagar. Saquémosle todo lo que podamos».

Enmanuel Arquilla hizo una pausa.

—Samanta Valverde no está en esta sala hoy porque no puede enfrentarlos. Sabe que lo que está tratando de hacer es inmoral. Bueno, nosotros vamos a mandarla con las manos vacías como una lección para otras personas que traten de hacer lo mismo en el futuro. Las personas tienen que ser responsables de sí mismas y de sus propias, acciones. Si ustedes resbalan en el hielo en la calle no pueden culpar al hermano mayor por eso. Y no deben tratar de sacarle cincuenta millones de dólares por eso. Muchas gracias.

Se volvió e hizo una inclinación a Elis y luego se dirigió a la mesa de la defensa y se sentó.

Elis se puso de pie y se acercó al jurado. Estudió sus caras, tratando de evaluar la impresión que Enmanuel Arquilla les había hecho..... No le gustó lo que vio.

—Mi estimado colega les ha dicho que Samanta Valverde no estará en esta sala durante el juicio. Eso es verdad. —Elis señaló al espacio vacío para el demandante. —Allí es donde se sentaría Samanta Valverde si estuviera aquí. No en esa silla. En una silla de ruedas especial. La silla en la que ella vive. Samanta Valverde no estará en esta sala, pero antes de que este juicio termine, ustedes tendrán oportunidad de conocerla, tal como yo he llegado a hacerlo.

Hubo una expresión de intriga en el rostro de Enmanuel Arquilla. Se inclinó hacia uno de sus asistentes y le susurró algo.

Elis siguió hablando.

—He oído cómo el señor Arquilla hablaba con elocuencia y quiero decirles que me sentí conmovida. Sentí una gran pena que desgarraba mi corazón por su multimillonaria corporación que está siendo atacada sin ninguna misericordia por esa mujer de veinticinco años que no tiene ni brazos ni piernas. Esa mujer que en este momento está sentada en su casa esperando codiciosamente la llamada de teléfono que le anunciará que es rica —la voz de Elis se quebró.

—¿Rica para qué? ¿Para comprar diamantes para las manos que ya no tiene? ¿Para comprar zapatos de baile para los pies que no tiene? ¿Para hermosos vestidos que nunca podrá usar? ¿Un Ford Fiesta que la lleve a celebraciones a las que no está invitada? Simplemente piensen toda la diversión que va a tener con ese dinero.

Elis hablaba muy despacio y con sinceridad mientras sus ojos se iban fijando en las caras de los jurados.

—El señor Arquilla nunca vio cincuenta millones de dólares. Yo tampoco. Pero quiero decirles algo. Si yo les ofreciera, a cualquiera de ustedes, cincuenta millones de dólares en efectivo ahora mismo y todo lo que pidiera a cambio fuera cortarles los brazos y las piernas, no creo que cincuenta millones de dólares les parecerían mucho dinero…

»La ley en este caso es muy clara —explicó Elis— en un juicio anterior que la demandante perdió, los acusados sabían que había una falla en el sistema de frenos de sus camiones que ellos se abstuvieron de hacerlo conocer a la Corte. Haciendo eso, actuaron ilegalmente. Esa es la base para este nuevo juicio. De acuerde con un peritaje reciente del gobierno, lo que más contribuye a los accidentes en los que están involucrados camiones son las ruedas y los neumáticos, los frenos y la dirección. Si ustedes quieren examinar ahora esas estadísticas…

Enmanuel Arquilla había evaluado al jurado y era un experto en eso. Cuando Elis monótonamente había empezado con las estadísticas hubiera podido decir que el jurado se estaba aburriendo de ese juicio. Se estaba volviendo algo demasiado técnico. Ya no era el juicio sobre una chica lisiada. Era acerca de camiones y distancia de frenos y fallas en los cilindros. Los jurados estaban perdiendo el interés... Elis los estaba perdiendo.
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La venganza viste de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora