Epílogo Alternativo 3

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Elis y Nicolás estaban en el gran comedor de la mansión, almorzando un gran festín, Elis aun no sabía donde estaba, pero por la ventana del comedor había visto el paisaje y había deducido que era en algún lugar bastante frío, Luis estaba con ellos sentado en medio de los dos, con los pies balanceándolos alegremente por debajo de la mesa mientras se divertía desayunando panquecas con forma de dinosaurio, bañadas en mantequilla y miel, Elis estaba tan encantada de verlo feliz, durante el desayuno había hablado con él, le había pedido perdón por ignorarlo y abandonarlo, le había explicado las razones pero sin excusarse, a lo que el niño respondió maduramente: Está bien mami, te entiendo, yo también extraño a Miguel.

Pero al mismo tiempo no quería que hijo estuviera en ese lugar, junto a Nicolás Castro, junto a sus hombres, junto al narcotráfico o la organización, se había enterado demasiado tarde que Luis estaba allí con ella porque Nicolás lo había traído y aquello le disgustaba de una forma horrible, si fuera por ella, colocaría a su hijo a cien kilómetros de distancia de todo lo que tuviera que ver con ese bajo mundo... Ella necesitaba alejarse de todo y a su hijo mas que nada, lo había pensado y había decidido que se iría, lejos, a otro estado, talvez a otro país, no lo sabía, solo sabia que quería alejarse de Caracas, de Alivier, de Doumasr, de todo.... Aunque le seria muy difícil alejarse de Nicolás, pues él, a su forma de verlo, había sido quien mas la había ayudado.

—Oye chico... ¿Te parece si jugamos a las carreras? Tengo un playstation 5 esperando en el cuarto.

—¿Puedo mami?

—Sí querido, pero antes termina de desayunar.

—Ok.

—¿Donde estamos Nicolás? —Preguntó Elis, tratando de averiguar su posición, pero Nicolás era mas astuto, no iba a decírselo... No aún, era un lugar secreto, apartado del mundo.

—No te preocupes nena... Aquí estamos a salvo, nadie puede entrar aquí... Las entradas se abren con un único código de seguridad que solo sabíamos el viejo Leiver, Manuel Rivas y yo... Y tanto Leiver como Manuel ya no están en este mundo.

—¿Manuel Rivas está muerto?

—Mejor cambiemos de tema... Oye Elis... Yo... Voy a pedirle el divorcio a Sheila... Antes no lo había hecho porque Leiver estaba vivo... Pero ahora puedo hacerlo... Quiero estar contigo.

—No es un trapo viejo Nicolás, es una mujer.

—Es una remedo de mujer... Yo necesito a una mujer verdad, que me desafíe, que me haga sentir hombre.

—¿Que es un remedo mami?

—Luego te explico querido, sigue desayunando... Nicolás, no quiero tener esta conversación frente a mi hijo.

—Solo dime que te quedarás conmigo cuando ella ya no esté.

Elis se preguntó si al decir cuando ella ya no esté se refería al divorcio o a que la mataría.

—No lo sé Nicolás, no quiero que mi hijo crezca en este bajo mundo.

—No lo hará, te garantizo que crecerá sano, fuerte y noble, nos encargaremos de eso, la mejor abogada del país y el hombre mas poderoso del mismo.

—¿Estás hablando en serio?

—Por su puesto que sí Elis... Nunca hablé mas en serio en mi vida.

—Yo...

En ese momento, uno de los hombres de Nicolás Castro entró a la habitación empujando la puerta, tenía el rostro blanco.

La venganza viste de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora