75: Gracias.... De verdad gracias

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Se encontró vagando a la deriva en un maravilloso estado de ensoñación… Se daba cuenta de que había gente que entraba al cuarto, era llevada sobre una mesa de metal con ruedas… podía sentir el frío del metal a través del delgado género de la bata del hospital. La iban llevando por el pasillo y ella contaba las luces que tenía sobre su cabeza.

Parecía importante no equivocarse en el número, pero no estaba segura del porqué. La estaban llevando a un lugar blanco, una antiséptica sala de operaciones y Elis pensó: Aquí es donde mi bebé va a morir. No tengas miedo, pequeño Alivier. No dejaré que te hagan daño.

Y sin quererlo empezó a llorar.

El doctor Lorenzo le dio un golpecito en el brazo.

—Todo está bien. No va a dolerle.

Alguien le puso una máscara sobre la cara y una voz dijo:

—Respire profundamente.

Elis sintió que unas manos le levantaban la bata del hospital y le separaban las piernas. Va a pasar. Va a suceder ahora. Joven Alivier. Joven Alivier. Joven Alivier.

—Quiero que se relaje —dijo el doctor Lorenzo.

Elis hizo un gesto. Adiós mi bebé. Sintió un objeto frío de metal que se movía entre sus muslos y que se deslizaba dentro de ella. Era el instrumento de muerte que iba a asesinar al bebé de Alivier. Elis oyó una voz desconocida que gritaba:

—¡Deténganse! ¡Deténganse! ¡Deténganse!

Y Elis miró las caras sorprendidas a su alrededor y se dio cuenta de que los gritos habían sido de ella. La máscara le apretaba la cara. Trató de sacársela pero estaba sostenida por correas. Estaba siendo atrapada en un torbellino que se movía cada vez más ligero hundiéndola. La última cosa que recordó fue una fuerte luz en el techo girando a su alrededor y entrando profundamente en su cabeza.

Cuando Elis despertó, estaba acostada en una cama de una habitación del hospital. A través de la ventana podía ver que afuera estaba oscuro. Sentía el cuerpo dolorido y castigado, y se preguntó cuánto tiempo habría estado inconsciente. Estaba viva, ¿pero su bebé?

Buscó el timbre para llamar a la enfermera y lo presionó. Siguió apretándolo, enfurecida, incapaz de detenerse.

Una enfermera apareció en la puerta y rápidamente se fue. Unos minutos más tarde apareció el doctor Lorenzo. Se acercó al costado de la cama y dulcemente retiró los dedos de Jennifer del timbre. Elis apartó su brazo con furia y le dijo con voz ronca:

—¡Mi bebé… está muerto…!

—No, señora Irazabal—contestó el doctor Lorenzo—. Está vivo. Espero que sea un varón.

—¿Está vivo?.... Pero creí....

—En realidad jamas pensamos en hacerle realmente el aborto.

—No comprendo.

—Yo te lo puedo explicar —Dijo Doumasr Constantine apareciendo por la puerta con una media sonrisa—Gracias por todo Papá—Dijo mirando al doctor Lorenzo y él se retiró, dejando a Doumasr Constantine y a Elis a solas.

—¿Papá?.... ¿Que esta pasando Doumasr?

—Lo que escuchaste, Lorenzo es mi papá, le pedí el favor de que hiciera esta treta para ti.

—¿Por que?

—Porque sabía que tarde o temprano te arrepentirías y cambiarías de opinión.... Aunque tardaste mas de lo que pensé.... Jamas hubiera dejado que abortaras Elis.

Doumasr Constantine se acercó a la camilla y le tomó la mano a Elis, era cálida y confortable para ella.

—¿Así que lo que me contó él sobre que encontraste a su hija también es mentira?

—No, es verdad.... Es mi media hermana, tenía seis años cuando se perdió.... Ahora acaba de cumplir los quince.

—¿Y que tal si no hubiera cambiado de opinión?

—Supongo que ahora estarías muy decepcionada ¿No?.... ¿Te molesta que me haya tomado este atrevimiento?.... Puedes despedirme si quieres.

Sin pensarlo si quiera, Elis se inclinó hacia él y lo abrazó con fuerza, dejando escapar las lágrimas de alegría y gratitud que se mezclaban, susurró tan bajo que Doumasr Constantine le entendió la segunda vez:

—Gracias.... De verdad Gracias.

La venganza viste de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora