118: ¿Se te olvida que tienes otro hijo?

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Elis oyó pasos y levantó la vista. Doumasr había entrado en la habitación Se detuvo allí, mirándola con ansiedad. Cuando Elis desapareció se convirtió en un salvaje. Casi no podía pensar de miedo de que a Elis le hubiera sucedido algo. Se acercó a la cama y le dijo:

—¿Por qué no me lo dijiste? —se sentó en un costado de la cama—. Lo siento mucho, la señora Dolores me llamó histérica de preocupación por ti.

Elis le tomó la mano.

—Gracias por traerme aquí. Yo… creo que estaba un poco loca.

—Un poquito.

—¿Durante cuánto tiempo he estado aquí?

—Cuatro días. El médico te alimentaba por vía intravenosa.

Elis asintió, e incluso el más mínimo movimiento le costaba un esfuerzo. Se sentía terriblemente débil.

—Mientras tanto, durante estos días, la señora Dolores a cuidado a Luis.... Y yo hablé con él.

—¿Con quien?

Doumasr Constantine la miró sin comprender, pero luego se dio cuenta de que Elis no estaba fingiendo, era real su expresión.

—¿Se te olvida que tienes otro hijo?

Y casi como un golpe seco en el estómago, Elis se acordó de Luis, no podía creer que se haya olvidado de él, que el dolor la haya enceguecido a tal punto de ignorar a su hijo hasta olvidar su existencia.

—¿En que estabas pensando Elis... Querías matarte?... ¿Que habría sido de Luis si tú hubieras muerto?

—Lo siento Doumasr, estaba desolada —Atacó Elis —acabo de perder un hijo, ¿Lo sabías?

—Y Luis acaba de perder a su único hermano... —Contraatacó Doumasr —¿Crees que eres la única a la que le duele, que sufre y se desgarra por la muerte de Miguel?

—¡A Nadie le duele como a mí! ¡No te atrevaz a decir que sientes mas dolor que yo!

—No estoy diciendo eso... Te estoy diciendo que entiendo tu dolor, tu pena y la desolación por la que estas pasando... Nadie quiere que se le mueran los hijos... Pero actúas como si se te hubieran muerto los dos, como si Luis no te importara... Él está vivo y necesita de ti ¿Que clase de madre eres, que durante mas de una semana te olvidas de que tienes un hijo vivo que también sufre y necesita de ti?

—¿Me estás culpando?

—¿De ser egoísta con Luis? Sí... ¿Sabes lo que me dijo ayer?... Que le diste miedo cuando estabas escogiendo la ropa de Miguel... Le diste miedo Elis... A tu propio hijo... Me dijo que lo has ignorado y que no has querido hablarle todos estos días... Es un niño Elis, por el amor de Dios, solo tiene siete años... Si tú estás mal, imagínate como está él que no entiende del todo bien, todo esto que está pasando.

—Yo...

Elis rompió en llanto, se abrazó a Doumasr sin importarle que le soportan los brazos.

—Lo siento... De verdad... Lo siento, no sabía que él se sentía así... Solo estaba pensando en mí... Yo... Yo tengo que hablar con él.

—Primero debes comer, ya te traen el desayuno. Me han dicho que tengo que hacerte engordar.

—No tengo hambre. No creo que quiera comer nunca más.

—Comerás —Dijo Nicolás Castro entrando a la habitación y no le gustó para nada el ver a Elis abrazada a Doumasr, una ola de celos furiosa lo inundó en ese momento, pero hizo lo mejor para controlarse y mantener una cara impasible —Comerás porque necesitas reponer todas las fuerzas que perdiste en estos días.

Y para sorpresa de Elis, Doumasr y Nicolás tenían razón. Cuando la enfermera le trajo huevos y tostadas y té en una bandeja, se dio cuenta de que estaba famélica. Ambos se quedaron allí, mirándola y cuando Elis terminó, Doumasr le dijo:

—Tengo que volver a Caracas para encargarme de unas pocas cosas. Volveré en un par de días.

—Nunca pensé que los vería juntos —Dijo a Elis mirando alternativamente a ambos.

—No tuve otra opción, que te quede claro, no me hace ninguna gracia mezclar me con este... Caballero —Habló Doumasr.

—Pero mis hombres no le dejaron opción, o venía aquí contigo, o venías tú sin él —Dijo Nicolás con evidente altanería.

—¿Donde estamos? —Preguntó Elis al sentir una rara curiosidad.

—Que te lo diga el señor, yo no lo sé, me trajeron aquí con los ojos vendados y me tengo que ir de la misma forma.

—Por supuesto, ¿No pensarás que te iba a revelar mi posición?

Y para demostrar quien tenía el control en aquel lugar, Nicolás se acercó y la besó dulcemente en la mejilla.

Doumasr ignoró el gesto al darse cuenta de lo que trataba de hacer—Te veré el jueves. —Nicolás suavemente recorrió su cara con los dedos, Doumasr prefirió irse rápido. —Te quiero sana pronto. ¿Me oyes?

Elis lo miró y contestó:

—Te oigo.
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La venganza viste de mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora