Overlord: La Leyenda Del Rey Hechicero Ainz Ooal Gown

Capitulo 143: La Marcha Aliada

Se escuchaban la marcha de las tropas de ambos países mientras se sacudía la tierra y los estandartes em alto ondeaban, la gente miraba orgullosa a la figura que estaba a la cabeza junto a él Rey aliado de su país. Una armadura brillante y llamativa que tenía runas por todo casi todo su cuerpo, una hacha enorme, una máscara de hierro forjado que ocultaba su rostro y un aura de soberano era lo que podían ver en el nuevo monarca. Los cuernos de guerra iban acompañados de los tambores que resonaban en toda la ciudad, las miradas de casi todos estaban fijas en el Rey Gondo apodado El Rey De Runas por los suyos. Nadie sabía de dónde sacó esa armadura pero algunos sospechaban que el la había hecho, un enano poco talentoso que no sabía mucho de runas de la nada se había vuelto un rey. Derroto un complot de los consejales cobardes que iban a huir del país y como si fuera poco logró forjar una alianza militar con el rey humano al sur de las montañas.

- ¡Larga vida a el rey de runas!

- ¡Que su viaje sea leyenda!

- ¡Gloria a Run!

Gritos surgían de las multitudes que eran contenidas por el ejército de el reino ahora leal a el rey enano que había tomado el trono, las miradas de miedo y terror de los habitantes no era inexistentes ya que muchos sospechaban de esta repentina "Alianza". Ante esto el hombre que ahora era el monarca respondió que el Rey Hechicero había aparecido de la nada y que si así lo deseaban, estaría dispuesto a ser controlado mental mente para que dijera la verdad. Nadie se atrevió a dudar de sus palabras ya que contraba con el apoyo de las tropas pero la duda estaba en muchos, los consejales traidores de momento estaban encarcelados por ordenes de el rey y se mantenían atrapados en las celdas de la ciudad, no les pasaría nada según el nuevo monarca. Por otro lado el comandante en jefe del ejército, Gestor. Ahora era el segundo al mando de las tropas y era el que dirigiría junto a Gondo, a el ejército enano que se sumaría a la misión de recuperar la antigua capital.

-Gestor: ¡Altoooo!

El grito del comandante detuvo a los 300 enanos que estaban detrás de él así como a los 5.000 caballeros negros del Rey Hechicero los cuales iban junto a ellos, el se dio media vuelta a medida que la tercera puerta de la ciudad era observada por los valientes que partiría a una muerte casi segura. El miedo se veía en muchos enanos pero la determinación también, el sentimiento de que estaban por marcas la historia no les permitía abandonar a su nuevo lider. Este los miro junto a el Rey Humano y sus siervos que eran de diversas razas al parecer.

-Ainz: Parece que están listos pero hay dudas en sus miradas.

Dijo el y su asesino susurro de forma leve.

-Rem: En una batalla contra los Quagoas 300 enanos apenas servirian, tendrían un 48% de posibilidades de ganar contra 300 enemigos.

Ante esto su señor respondió.

-Ainz: Ten fe, cuando un ejército tiene la moral alta. Puede ser capaz de cambiar el curso de una batalla de forma imprescindible.

Los dos se mantuvieron callados viendo el ejército de enanos antes que el líder del ejército gritara a todos alzando su espada.

-Gestor: ¡Muchos de preguntarán cual es nuestro objetivo! ¡¿Por qué nos arriesgamos a ir a la ciudad habitada po un Lord Dragón?!

Anuncio el comandante de los 300 enanos presentes que estaban callados y en formación observando a la mano de el rey.

-Gestor: Iremos a la antigua capital de el reino y la recuperaremos o moriremos en el intento....si alguno desea dar la vuelta...ahora es el momento.

Sus palabras resonaron en el lugar que daba el primer paso al exterior, a partir de esta puerta lo único que les esperaría sería una batalla tras otra para llegar a la ciudad que una ves fue su capital y ahora. Estaba en manos del enemigo, el viaje seria difícil y muchos morirían en el camino ya sea por las 3 pruebas o por los Quagoas que seguramente estaban en camino para tomar esta ciudad. De los 300 enanos, ni uno solo se retiró, se asustó o mostró signos de abandonar a su líder. Vivir en las sombras, asustados y temerosos o morir de pie, con una arma en la mano gritando mientras luchaban hasta su último aliento.