De cómo sobrevivir y dar vergüenza ajena al mismo tiempo.

1K 176 41
                                    

Lo que siguió después fue puro trabajo arduo. Seguir a Wei Ying por Qishan no era tan difícil, usualmente lo único que debía hacer era seguir de cerca las expediciones de su grupo, pasearse con el látigo en mano, poner su mejor expresión de pocos amigos, y gritar de vez en cuando cuánto asco les daba verlos holgazanear. Siendo que ningún miembro del clan Wen se atrevía a cuestionar sus acciones, escaparse para repartir raciones de comida, agua, paños húmedos y medicina resultaba una tarea más simple de lo que alguna vez pudo haber esperado. Wei Ying recibía sus donaciones con una sonrisa cada vez; al principio con desconfianza, luego con cautela, y finalmente solo aceptándolos y guiñandole un ojo en respuesta.

El problema principal era Wen Chao. Esa bola de testosterona y pis lo único que hacía era interponerse en su camino, lloriqueando a cada rato cuánto extrañaba pasar todo el día pegoteado a ella cual garrapata. Todas las santas mañanas, luego de atragantarse con su desayuno —mientras ella tenía que esforzarse por juntar las pocas raciones que sobraban—, la llevaba a cabalgar por los campos de arroz al compás de burla tras burla sobre de sus invitados, quienes lo único que podían hacer era verlos pasar con rencor. Incontables veces la tomaba por la cintura y apoyaba su inmundo cuerpo contra su espalda, aprovechando la cercanía para susurrarle cuanta sarta de indecencias se le ocurriera. Entre las más comunes, tenía: "¿así que estás torturando a esos mocosos en mi nombre? Me encantan las mujeres con carácter.", "¿y esta sirvienta cuándo va a satisfacer a su amo?", o "¿por qué tan tensa? Deja que esos perdedores mueran de envidia al vernos". A Lingjiao se le erizaba la piel del horror cada vez que tenía que aguantar su húmedo y oloroso aliento haciéndole cosquillas en la nuca. 

Pero lo peor llegaba tras la puesta de sol, al término de las cacerías nocturnas. Era de público conocimiento lo promiscuo que Wen Chao era para su edad —después de todo, no tenía más de diecisiete años—, siendo ésta una de las razones por las que solía cambiar de novia cada seis meses. Que la Lingjiao original haya durado tanto tiempo a su lado solo podía significar una cosa: que era igual de libidinosa que su él. Sin embargo, no solo la nueva Lingjiao no estaba interesada en Wen Chao, sino que ni siquiera estaba interesada en nadie en general. Este no tan pequeño problema representaba una amenaza constante, pues debía sobrevivir siendo su novia sin dejarse tocar por él ni una sola. Ni siquiera un beso. 

Al principio, bastaba solo con embriagarlo lo suficiente antes de acostarse. Otra de las características de Wen Chao era que su resistencia al alcohol era pésima. Mas los días pasaban, y lo que parecía ser un inocente juego de amantes se tornó en una rutina que no lo satisfacía en lo absoluto. Su novia no solo no se dejaba besar, sino que tampoco parecía haber pasado por sus sábanas en más de una semana. 

Justo la noche del séptimo día pautado por Wei Ying, Wen Chao llegó a la habitación con un humor de perros. Dio vuelta los muebles, rasgó las cortinas, pateó a sus sirvientes, pisó la comida. Incluso si los berrinches del heredero Wen no eran poco comunes, el de aquella noche en específico parecía ser uno de los más graves en semanas. 

Lingjiao, quien había estado rezando —en vano— para poder escapar tranquilamente, vio con horror cómo Wen Chao vaciaba una por una todas las botellas de alcohol que hubo preparado para esa velada. Para su desgracia, esto solo podía significar una cosa: debía encontrar, y rápido, otra forma de noquearlo. Cuando la luna hubiera alcanzado su punto más alto en el cielo, ella debía esperar a Wei Ying bajo el mismo árbol donde se encontraron por primera vez. Si no podía asistir a su primera reunión como aliados, entonces todo su trabajo habría sido en vano. 

—Amorcito...— lo llamó, harta ya del berrinche de su novio—, ¿qué te pasa? ¿Te hicieron algo esos niñatos? ¿Quieres que Jiao Jiao vaya a darles una paliza? 

Intentó usar su voz más fina y amigable posible, si Wen Chao llegase a sospechar que algo andaba mal con ella, entonces adiós oportunidad de escapar de Qishan en una sola pieza. 

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora