¿La caída de Yunmeng? ¡A la autora se le ocurrió un cliffhanger!

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Cuando arribaron al pabellón principal del embarcadero de loto, nadie se había percatado aún de la amenaza que se acechaba en el horizonte.

Para su suerte, la naturaleza repentina y de alguna forma alarmante de la aparición de Jiang Cheng y Wang Lingjiao terminó por alertar a varios miembros presentes del clan, entre ellos el mismísimo Jiang Fengmian, quien hasta el momento había permanecido sentado frente a una amplia mesa bebiendo té.

Cuando cruzó miradas con su hijo, el hombre frunció el entrecejo con marcada molestia, como si su primer impulso fuera el de sacárselo de encima en vez de escuchar lo que éste tenía para decirle. ¿Por qué irrumpía en la sala de tal forma? ¿A qué estaba jugando? Sin embargo, esta vez no existió tiempo alguno para una impecable demostración de violencia intrafamiliar , ya que ni Jiang Cheng ni ella contaban con la lucidez necesaria para prestarle atención a las hirientes expresiones del líder de secta.

—¡Padre! ¡El clan Wen está aquí!—la voz de Jiang Cheng temblaba en una mezcla de miedo y excitación; miedo de lo que pudiese llegar o no a ocurrir, excitación de por fin tener una oportunidad de sacar a relucir cuán buen heredero era, y cuán capaz sería de defender a su familia y compañeros.

Tan pronto como aquellas palabras salieron de su boca, la puerta del pabellón volvió a abrirse de par en par, esta vez dándole la bienvenida a un grupo de shidis con sus espadas en mano y arcos colgando de sus espaldas. Volvían de un entrenamiento.

—¡L-Líder Jiang!—el más joven de los shidis fue el primero en romper el hielo. Todo en él temblaba, desde su voz hasta sus piernas—¡Las banderas...! ¡E-Es el emblema del Clan Wen!

Jiang Fengmian hizo un gesto con su mano, impidiéndole continuar su relato.

Sin perder ni un solo ápice de su compostura, Fengmian dejó el pequeño cuenco de té verde sobre la mesa, incorporándose frente a al menos diez pares de ojos incrédulos. En ese mismo momento, Wei Wuxian y Jiang Yanli también entraron en escena, ambos igual de alarmados: la noticia no había tardado en esparcirse a lo largo y ancho de todo el muelle de loto. ¿De verdad nos van a atacar? ¡Qué miedo!, murmuraban. Ming-xiong tenía razón, susurraban. Nada faltaba para que el caos se desatara.

—Silencio—ordenó Fengmian—. Procederemos con cautela. No se adelanten a los hechos—todos callaron—. Jiang Cheng, Wei Wuxian, Yanli, manténganse al margen.

Jiang Cheng apretó los labios, reprimiendo sus ganas de refutar. Él no quería mantenerse al margen, no quería esconderse en un momento tan crucial. Él quería, no, debía ser parte de las primeras filas, del enfrentamiento cuerpo a cuerpo. ¿Por qué su padre confiaba tan poco en él, al punto de rebajarlo junto con el resto de sus hermanos y prohibirle demostrar cuán apto era para su puesto? Es cierto, no podían perder la cabeza antes de tiempo, no podían atacar si no era el clan Wen el que tirase la primera piedra, pero, ¿por qué debía mantenerse al margen? ¿Por qué no podía cumplir su deber como heredero de Yunmeng Jiang?

Una voz algo inquieta interrumpió su monólogo interno. Era Ming Jia, quien en todo ese tiempo no se había alejado de él ni un solo centímetro, permaneciendo no muchos pasos por detrás de su espalda, justo donde hubieron aterrizado. Tenía los ojos inyectados de miedo y las manos le temblaban, y aún así, parecía estar haciendo todo lo posible para mantener un tono de voz firme y seguro a la hora de decirle:

—Señorito Jiang, sé lo que está pensando—Jiang Cheng bufó fastidiado. ¿Cómo podía saberlo? ¿Quién era él para pretender comprenderlo? Mas, en ese momento, no tenía la energía suficiente para arremeter en su contra—. Pero por favor, no olvide lo que hablamos en la armería. Cuide de usted mismo y de sus hermanos, sólo usted sabe realmente a qué nos enfrentamos.

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora