Hola, soy un disclaimer. Ya me conocen.
Jiang Cheng quería disculparse con Ming Jia. Quería pedirle perdón por haberla apartado, por haberla insultado, por haber pensado tan mal de ella. También deseaba disculparse por haber sido lo suficientemente estúpido como para haber desperdiciado dos largos años de su vida con una venda alrededor de los ojos, ciego e inmaduro en partes iguales, incapaz de ver más allá de ese sufrimiento tan específico y carente de sentido que durante tanto tiempo le hizo la vida relativamente intolerable.
Jiang Cheng tenía miedo de disculparse con Ming Jia. Tenía miedo de ser rechazado, tenía miedo de no ser suficiente, de defraudarla una vez más —o de defraudarse a sí mismo, de paso—, de no contar con los huevos necesarios para tragarse su orgullo y aceptar la humillación con la frente en alto. Estaba aterrado de pedir perdón, porque la simple idea de recibir una respuesta negativa ante por fin hacer lo correcto era sin duda una posibilidad muy real siendo que Ming Jia lo había rechazado dos veces ya en el pasado. Harto de intentar cuando no valía la pena, harto de sentirse indigno, harto de sobrepensar cuánta razón tuvo su madre durante tantos años al pensarlo insuficiente.
Jiang Cheng no podía disculparse con Ming Jia. No podía, porque sabía que lo primero que tendría que hacer al pedirle perdón sería confesar cuán hipócrita resultó el haberse enojado con ella cuando él mismo cargaba sobre sus hombros el peso de un secreto mucho más martirizante que el simple hecho de esconder un par de genitales. Incluso si ella lo perdonaba por haberla dejado ir, incluso si decidía confiar nuevamente en él a pesar de todo el daño infringido... el saber que él fue quien puso la vida de Wei Wuxian en peligro no haría sino alejarla de su lado una vez más, ¿cierto?
A esta altura, el peso de sus errores se había compactado sobre su pecho, consciente al fin de sus propias carencias emocionales. Y para colmo, cada vez que se cruzaba con ella en un pasillo o durante alguna reunión importante o incluso en la hora del té, Jiang Cheng no podía sino sentir esa perturbadora atracción que lo venía enfureciendo desde que llegó a Gusu. Estaba seguro de que debía existir al menos una decena de reglas referentes a todo lo que estaba pensando, por lo que su riguroso sentido del deber presionaba su cerebro casi tanto como la culpa y la tristeza entremezcladas con necesidad. ¿Cuántas veces se quejó de su hermano mientras estudiaban en Gusu? Sobre su predisposición a romper las reglas. Resultaba hipócrita e irónico, entonces, ser él quien tuviese tantas ganas de pasarlas por alto.
Podría decirte a su vez que, en cierto modo, Ming Jia no ayudaba en su cometido por ser un hombre decente, porque —quizá como fruto de sus propias delusiones mentales— él estaba casi cien por ciento seguro de que ella también se traía algo entre manos. ¿Por qué estaba tan al pendiente de lo que hacía o no hacía? En muy pocas oportunidades se le permitía rondar fuera del área de mujeres, por lo que resultaba insufrible cómo fomentaba un sinfín de charlas intrascendentes cuando cruzaban caminos. En otro contexto a él le importaría un bledo, mucho más ahora teniendo en cuenta cómo al fin estaba atravesando la última y más tranquila etapa del duelo: la aceptación. Pero teniendo en cuenta que todos sus sentidos se hallaban revolucionados, las insistencias de Ming Jia no hacían sino encolerizarlo.
Hasta que Jiang Cheng no lo soportó más, y durante las últimas horas de la tarde, casi en el punto cúlmine donde los cultivadores de Gusu solían apagar las luces y largarse a dormir como los frígidos que eran, Wanyin buscó la silueta de Ming Jia por cada rincón del Receso de las Nubes. Cuando dio con ella se la llevó de arrastro lo más lejos que pudo. Era hora de terminar con todo este teatro.
—Al menos pregúntame si quiero ir contigo, ¿no?—Ming Jia solía tratarlo bien, mas desde que se separaron y dieron su nuevo giro, no escatimaba a la hora de demostrar cuando algo le molestaba—. Jiang Wanyin, ¿hay algo que quieras decirme? Estaba por retirarme a mi habitación.
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Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.
FanfictionA la hora de elegir un personaje en el cual transmigrar, los Sistemas suelen priorizar dos aspectos: irrelevancia y maldad. Para hallar una víctima de transmigración, en cambio, el requisito excluyente es padecer una muerte ridícula. Wang Lingjiao n...