Jin Guangyao.

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Jin Guangyao vivía un infierno. Lo estaba haciendo desde hacía demasiados años ya, pero resultaba irónico que cuanto más se esforzaba por superarse, más sufría.

Pero primero comencemos lo más atrás posible: la muerte de su padre resultó un hito importante de su vida. Y es que, lo que para él debió ser un alivio, terminó desencadenando una tortura lenta y paulatina, de esas que te pudren por dentro, que te condicionan, que te fulminan. Quién diría que Jin Guangshan moriría por causas naturales —o bueno, si bien no fueron exactamente lo que podría llamarse naturales, sí resultaron ajenas a cualquier maquinación personal— y que gracias a ello su pase estaría libre para acercarse un peldaño más a su tan deseado puesto en la cima. Jin Guangyao tenía algo que probar, y hasta que no se sintiese conforme con ese logro, no pararía.

Ahora bien, la cuestión era que Jin Guanghsan muriendo pudo haber sido un significativo alivio sobre la espalda de Guangyao, pero no lo fue. Porque Madam Jin seguía allí con vida, y lo que en algún momento fueron solo maltratos esporádicos, terminaron por transformarse en una interminable cadena de abusos. Para colmo, Jin Zixuan decía sentir pena por los maltratos que su madre le propiciaba, mas ni una sola vez alzó su voz ni su mano para defenderlo. No lo entendía, si tan preocupado se sentía por él, ¿por qué no tenía los huevos para defenderlo? ¿Tan poco lo apreciaba? ¿Tan poco le importaba?

Y es que Jin Zixuan, dentro de todo, sí había aceptado su presencia en Lanling Jin. Por mucho que el heredero legítimo Jin podría ser considerado su rival directo, la última piedra en su camino para convertirse en el hombre poderoso que ambicionaba ser, luego de convivir con él, luego de descubrir cómo el hombre en realidad no lo juzgaba con tanto ímpetu como sí solían hacer otras personas, a Jin Guangyao terminó por caerle neutro. De ser necesario se desharía de él, sí, pero por el momento estaba conforme con su compañía. Incluso tenían la suficiente relación como para utilizar apodos entre ellos, y eso era sin dudas decir mucho.

Pero entonces, si Jin Zixuan lo quería tanto, si lo aceptaba tanto, ¿por qué no lo defendía? Si estaba tan triste por la muerte de su padre, ¿por qué no reforzaba junto a él sus lazos fraternales para así sobrellevar el duelo? No. El virtuoso Jin Zixuan, flamante padre de un niño y esposo de una de las doncellas más hermosas del mundo de la cultivación, se había enfrascado en su dolor, sus responsabilidades, y absolutamente nada hacía para salvaguardarlo del infierno en el que Guangyao vivía. Madam Jin podía pegarle, podía rasguñarlo, podía insultarlo, pero Jin Zixuan sólo movía la cabeza hacia el costado y seguía caminando. Tenía muchas cosas para hacer, ¿no? Mucho más importantes que gobernar Lanling juntos y quitarle a la arpía de Madam Jin de encima.

Qué trágico sería si moría, ¿no? Qué gran crisis para la secta, qué inenarrable dolor para su madre.

Y de hecho, por suerte ahora Jin Zixuan estaba muerto. Una vez más Jin Guangyao tenía el pase libre, y de la mano de su participación activa en el asedio del Patriarca de Yiling, la reputación por la cual durante tantos años había luchado estaba ahora frente a él, tan sólo a una asunción de distancia. Gracias al destino, gracias a su esfuerzo, y gracias a su perseverancia, por fin podía llamarse dueño de todo aquello que durante tantos años había anhelado. Jin Guangyao era el líder legítimo de Lanling Jin.

No obstante, lo que debió para él ser la época más trascendente y feliz de su vida, una vez más terminó por volverse parte de ese tan agónico e interminable infierno en el que estaba sumergido.

La muerte de Jin Guangshan fue sin duda un motor para alterar los nervios de Madam Jin, quien por mucho que hubiese despreciado la naturaleza mujeriega de su marido, ahora que su existencia había sido erradicada la mujer había perdido su única razón de ser. Podría decirse que parte de su personalidad se traducía en antagonizar a su esposo, por lo que no tenerlo más a mano no logró sino traspasar todo ese odio acumulado por décadas al único ser humano que se asemejaba lo más posible a Jin Guangshan: Jin Guangyao.

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora