El asedio (segunda parte).

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tw: mención de suicidio.

[ ALERTA: falta una hora y treinta minutos para la muerte de Wei Wuxian. ]

Los tumultos funerarios se erguían frente a ellos con el clamor de la batalla penetrando sus tímpanos. El fuego abrasaba cada rincón de la tranquila ciudad, el aire cargado de energía de resentimiento se asentaba en el fondo de sus pulmones y ahogaba sus sentidos. Era sabido que llegarían tarde, que Lanling Jin tomaría la delantera antes de siquiera darse cuenta de ello, pero no esperaron un despliegue semejante. ¿No esperarían al líder de Yunmeng Jiang? ¿Tan poca estima le tenían?

Pero de todas formas hicieron oídos sordos y siguieron hasta los pies de la montaña. El asedio ya era un hecho concreto, y el paradero tanto de los remanentes Wen como de Wei Wuxian permanecía como un misterio.

Aún así no querían bajar los brazos, sobre todo Lingjiao. Si Jiang Cheng se arrepentía entonces lo tomaría de los pelos y lo arrastraría montaña arriba si era necesario.

[ ALERTA: falta una hora para la muerte de Wei Wuxian. ]

Respirar se tornaba difícil entre el humo mezclado con el olor a sangre y la pestilencia propia de la muerte. En el campo de batalla eran cultivadores y cadáveres peleando cuerpo a cuerpo, todos y cada uno de ellos tan ensañados en su misión que ni uno solo se percató de Jiang Cheng empujándolos y mandándolos a volar de un lado a otro. Con Sandu en una mano y Zidian en la otra, el hombre despejaba el camino por el cual Lingjiao transitaba detrás de él, con el arco listo para disparar de ser necesario.

Hasta el momento, no había visto ni una sola cara conocida entre los cadáveres frescos que caían por los resbalosos senderos. Qué suerte que nadie de interés había muerto aún.

[ ALERTA: faltan cincuenta minutos para la muerte de Wei Wuxian. ]

La cabeza de Lingjiao comenzó a doler debido a las exorbitantes cantidades de presión que estaba soportando. No llegaban más, por qué mierda no llegaban más. Menos de una hora los separaba de la muerte de Wei Ying, y si no se apuraban entonces ni siquiera tendrían tiempo de brindarle explicaciones, de convencerlo de acompañarlos fuera de la montaña. Porque ese era otro de los tantos puntos a tener en cuenta, Wei Ying podía llegar a ser igual de cerrado de mente que su hermano cuando abordaba ciertos aspectos de su vida, y la depresión en la cual estaba sumido desde su salida de Yunmeng Jiang no podía ser pasada por alto. ¿Qué habría sido de él después de que creyó ver a Yanli morir? ¿Habría escuchado los rumores de que a fin de cuentas sobrevivió? ¿Sabrá que incluso se hallaba nuevamente despierta en la seguridad de la Torre de Carpa? Tenían que decírselo. Tenían que apurarse y decírselo antes de que fuera demasiado tarde. Wei Ying tenía que controlar sus cadáveres y cesar el ataque para así huir junto a ellos. Estaban tan cerca de lograrlo...

[ ALERTA: faltan treinta y cinco minutos para la muerte de Wei Wuxian. ]

Jiang Cheng se adentró con rapidez en la cueva donde hacía tan solo un par de semanas, Jin Guangshan había respirado su último aliento.

Ninguna de las sectas había puesto aún sus manos en la habitación de su hermano, por suerte, por lo que cada una de sus pertenencias se hallaban impolutas esparcidas por el suelo.

Pero Wei Ying en persona no estaba en ningún lugar.

—¡Wei Wuxian! ¡Ven aquí!—gritó Jiang Cheng. Pero nadie respondió a sus llamados.

—¡Wei Ying! ¡Hemos venido a sacarte de aquí!—si por alguna razón Wei Ying desconfiaba de su hermano, entonces ella también intentaría encontrarlo. Pero una vez más, el único sonido que respondió fueron los incesables gritos de la batalla un par de kilómetros por detrás de ellos.

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora