Más idas y vueltas, como de costumbre. [+18]

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Hola, soy una advertencia *guiño, guiño*. Saltéense este capítulo si quieren, esta vez sí tiene trama pero ntp les hago un summary de la parte no cochina en el próximo capítulo (?).

Cuando Lingjiao llegó a su habitación, la mujer ya era un mar de lágrimas. No sólo estaba destrozada por la pelea que acababa de compartir con Jiang Cheng, sino que su orgullo le dolía por el simple hecho de estar llorando por él. Y no sólo eso, esta era la segunda vez que ocurría. ¿Cómo era posible? De todas las cosas que Lingjiao se imaginó haciendo cuando ingresó al universo de Mo Dao Zu Shi, llorar por un hombre nunca estuvo en su lista de quehaceres. Llorar por Jiang Cheng, mucho menos.

Pero allí estaba, con la cabeza enterrada en su rudimentaria almohada, sola como un perro mientras intentaba juntar mentalmente los pedazos de toda esa dignidad que acababa de perder. Jiang Cheng tenía razón en enfadarse, porque era obvio que nunca podría siquiera llegar a imaginar las verdaderas razones por las cuales ella se encontraba así de enojada, así de frustrada, así de triste. Por un lado la falta de comunicación respecto a sus sentimientos le reafirmaba que tenía que confesar su secreto cuanto antes, que tenía que explicarle la verdad para así poder resolver el conflicto por las buenas. Pero no podía regresar a él y decírselo, porque el hombre acababa de arruinar sus planes de principio a fin. ¿De verdad la aceptaría si conociera su verdadero género? En el mejor de los casos, y si es que no la echaba a patadas por ser mujer, tal vez Jiang Cheng accedería a continuar con su relación a escondidas tal y como hacía ahora siendo ella Ming Jia, ¿no? ¿O estaba delirando? Y es que desgraciadamente ni siquiera como mujer cumplía las exquisitas expectativas del dichoso Wanyin, y siendo sinceros, él no era el tipo de persona que abandonaba todo por amor. Para nada, alguien como Jiang Cheng siempre pondría su trabajo y su secta por encima de cualquier melodrama personal, así que ser su novia estaba fuera de cualquier consideración.

¿Pero por qué? Si ella lo sabía, lo sabía incluso desde antes de empezar. ¿En qué momento se dejó llevar? ¿En qué momento se ilusionó lo suficiente como para pretender que Jiang Cheng cambiara? Y ni siquiera se trataba de cambiar en el sentido de aceptar su duelo, pues en ese terreno Jiang Cheng estaba bastante bien encaminado e incluso lo hizo sin que ella le hablara al respecto más de un par de veces. Mas ¿en el plano romántico? Eso era indiscutible. Él nunca la aceptaría. De verdad fue una ilusa por esperar lo contrario.

No obstante, Lingjiao sabía a perfección que tan pronto como Jiang Cheng entrara por esa puerta, tan pronto como le pidiera perdón tácitamente..., ella volvería a caer una vez más. Porque lo amaba, y a esta altura amarlo era inevitable en todos y cada uno de los sentidos. Pero, ¿él la amaba a ella? ¿Era el sentimiento recíproco? ¿O sólo la utilizaba como su pañuelo emocional? Debía existir una razón por la cual el hombre era físicamente incapaz de hacerse cargo de lo que sentía, y quizá esa misma razón era que no la quería con la misma intensidad que ella a él. Pero por dios que no deseaba pensar en eso, porque su relación con Jiang Cheng la hacía tan feliz, le brindaba tanta satisfacción incluso si era tras bambalinas... que pensar en no estar más con él le aterraba. ¿Era esta la codependencia emocional de la que tanto le advirtieron? Tal vez. Ahora debía intentar comprender cómo superarla.

Jiang Cheng se empapó los labios con licor y bebió en silencio. Esta era la primera vez en años que tomaba alcohol solo. Desde que Ming Jia ingresó a Yunmeng Jiang, no existió ni una sola vez donde no lo hubiera acompañado, con o sin Wei Wuxian entre medio.

La había cagado, ¿no? Esta vez de verdad. Es decir, ¡estaba iracundo! ¡Rabioso! ¡Enfurecido! ¡Embravecido! ¡Y todos los sinónimos existentes! Porque Ming Jia se había marchado así como así, molesto por vayan a saber los dioses qué clase de idioteces imposibles de comprender para él, en medio de un ataque de histeria del que, siendo honestos, nunca lo creyó capaz. ¿De verdad le había preguntado qué es lo que quería? ¡Él estaba segurísimo de ello! ¡Por supuesto que lo sabía a la perfección! Jiang Cheng quería-

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora