Empatía.

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Nie Huaisang estaba al borde del colapso nervioso.

Lingjiao llevaba al menos veinte minutos sumida en el trance de empatía, mientras él no podía hacer más que atestiguar con horror los terroríficos cambios en la expresión de su rostro. Incluso si la mujer tenía los ojos cerrados, cada sección de su semblante se había torcido en muecas de rabia, de tristeza, de pesar, de súplica. ¿Qué mierda era lo que estaba viendo? ¿Por qué se percibía así de perturbada? ¿¿Era acaso que el pasado de Jin Zixuan era demasiado doloroso para ella?? ¿¿Acaso estaría sucumbiendo ante una posesión??

Nie Huaisang pronunció la palabra de seguridad por primera vez en la noche, mas nada ocurrió realmente. Lingjiao continuaba dormida, con los labios temblando y el sudor recorriendo su fruncida frente. Una vez más, Huaisang llamó a su hermana. Relinchito, Relinchito, Relinchito. Tres veces fue pronunciado ese ridículo nombre, pero de todas formas, nada parecía ocurrir, nada parecía cambiar.

Nervioso, Huaisang acomodó su guqin entre ambos brazos y comenzó a tocar canción de la claridad en un desesperado intento por calmar los sentidos de Lingjiao, canalizando hasta la última gota de su energía espiritual en regresar a su amiga de ese horrible ritual en el que se encontraba sumida. La melodía sonaba sucia debido a su incapacidad para concentrarse, por lo que una vez más, Lingjiao no logró despertar.

Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, ¿¿¿¿qué debía hacer ahora???? Si Lingjiao no despertaba ella misma del trance, y él no podía tampoco arrancarla de allí dentro por la fuerza, ¿¿¿entonces qué hacer??? Si no lograba dar por finalizado el ritual, entonces su hermana jurada corría riesgo de incluso sufrir una desviación de qi.

Huaisang sacudió a Lingjiao por los hombros, llamándola una y otra y otra y otra vez en voz alta, desesperado al ver que, por tercera vez consecutiva, sus intentos parecían no rendir fruto. De verdad tuvieron que pensarlo mejor, de verdad tuvieron que considerar otra salida, luchar contra ese maldito fantasma al que llamaba Sistema de ser necesario, ¡¡porque él no era lo suficientemente habilidoso ni lo suficientemente valiente como para disipar los efectos de empatía!! ¡¡Y Lingjiao no era mejor!! ¡¡Ella también tenía una cultivación débil!! A pesar de que era indudablemente mejor que la suya, ¡de todas formas debieron haber llamado a alguien más poderoso!

Alguien más poderoso.

¡Eso era! Tenía que pedir ayuda de alguien más, porque de otra forma él no hallaría voluntad alguna para recuperar a Lingjiao. ¿Pero quién? ¿En quién podría confiar? Su da-ge no había ido con ellos a Lanling, y por supuesto que no era tan imbécil como para pretender pedirle una mano a Jin Guangyao. Teniendo en cuenta que su er-ge también estaba descansando en su propia secta, eso sólo dejaba un único nombre en juego: Jiang Cheng. Sólo él podría sacar a Lingjiao de su sufrimiento, incluso si eso significaba tener al imbécil gritándoles en el oído cual psicópata por vayan a saber los dioses cuántas horas.

Y lamentablemente no estuvo equivocado, porque lo primero que hizo el susodicho al adentrarse a la habitación fue maldecirlo de arriba abajo, ¡como si él tuviera la culpa de lo que estaba ocurriendo!

—¿¿Pero en qué MIERDA estaban pensando??—Jiang Cheng estaba hirviendo de ira, gesticulando con ambas manos mientras se abalanzaba sobre el círculo que conformaba el modesto ritual—. ¿Es que acaso son imbéciles? ¿Cómo mierda pudieron pensar en hacer algo así?

—¡J-Jiang Cheng! ¡¡Ya te dije que estábamos practicando para ayudar a mi da-ge!!—clamó Huaisang en respuesta, lloriqueando mientras observaba a Jiang Wanyin acercarse a Lingjiao mientras ésta todavía conservaba su posición de loto y esa expresión tan desgarradora en su rostro.

—¿Cuál me dijiste que era la palabra de seguridad?—haciendo todo lo humanamente posible para calmarse, Jiang Cheng tomó a Lingjiao de los hombros y canalizó su energía en ella. Fuese lo que fuese que le estaba viendo, sin duda la mujer se encontraba envuelta en un vínculo demasiado potente con el espíritu con el cual conversaba—. ¡Responde de una vez! ¡¡Dame la maldita palabra!!

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora