El regreso de Nie Huaisang.

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Lo primero que Lingjiao vio al regresar al Embarcadero de Loto fue una túnica verde y un abanico blanco contrastando con la negrura de la madrugada. Era el mismísimo Nie Huaisang, haciendo su tan esperada aparición estelar desde el casamiento de Jiang Yanli tantísimo tiempo atrás.

Si bien el pobre deseó con todo su ser correr hasta su mejor amiga y estrujarla hasta volverla puré de tomate, Huaisang sabía bien que el hombre a su lado no se lo permitiría. Y siendo honestos, ¿por qué se suicidaría cuando acababa de llegar a Yunmeng? Jiang Cheng ya no era ese adolescente irritable al que daba gusto molestar; al contrario, ahora que era todo un hombre su carácter se ensombreció tanto que incluso dirigirle la palabra resultaba intimidante. No, mejor mantener las apariencias al menos durante los primeros días de su prolongada estadía. Ya tendría tiempo suficiente para cuchichear con su Wang-jie tan pronto como esa tan ominosa silueta se adentrara en su habitación, ¿no?

Pero para sorpresa de Huaisang, Jiang Cheng no solo no se fue a dormir, sino que además no soltó a Lingjiao en toda la maldita noche. ¿Qué tanto hacían allí dentro? ¿Cuánto trabajo tenían realmente? Incluso si el bebé lloraba en medio de la madrugada nada justificaba que su pobrecita Lingjiao no tuviera ni un solo segundo de libertad. ¿O sería que...?

No. ¡No podía creerlo! Le salía humo de la cabeza solo de imaginarlo. ¿¿Acaso Jiang Cheng estaba rellenando la agenda de Lingjiao específicamente para mantenerlos alejados?? ¡Alerta! ¡Alerta de posesividad! ¡Que alguien salve a Lingjiao! No eran novios, ¿no? ¿O se había perdido alguna clase de desarrollo de relación durante todos esos capítulos donde no apareció? ¡Si no lo eran no tenía derecho a monopolizarla! ¡Y si sí lo eran, tampoco! No señor, él y su amiga tendrían una larga charla tan pronto como ese monstruo acaparador la soltara.

—Wang Lingjiao.—la oportunidad llegó dos días después. Huaisang desplegó su abanico y con él apuntó hacía el rostro de su amiga—. Tenemos que hablar.

Lingjiao acababa de hacer dormir a Jin Ling, así que estaba lisa y llanamente agotada. Ese era el trabajo de las nodrizas, ¿por qué siempre terminaban relegando la responsabilidad en ella?

Aún así hizo lo posible para sonreírle a su amigo, y con cierta torpeza en sus movimientos la mujer se acercó a él y lo abrazó. Qué bien se sentía acurrucarse en Nie Huaisang después de un día agotador.

—¿Qué quiere mi Sangsang?—bostezó—. ¿Hay algo que pueda hacer por él?

—Jiang Wanyin—continuó. Por muy críptico que sonara solo haber pronunciado sus nombres en voz alta sin agregar ninguna clase de conector, su forma de referirse a él tenía una razón de ser. Quería ver cómo reaccionaba su Jiajia ante el nombre del susodicho.

Lingjiao ya había cerrado los ojos cuando escuchó a Huaisang nombrar a Jiang Cheng, y siendo que lo último que hubiese esperado por parte de Huaisang era nombrarlo, no pudo evitar dar un pequeño respingo. Esa era la reacción que estaba esperando.

—¡Lo sabía! Dime, Jiajia, ¿qué te ha hecho? ¿Qué te está haciendo ? ¿Por qué te dejas?—Lingjiao tenía tanto sueño que no lograba comprender qué diantres estaba tratando de decirle su amigo. ¿Hacerle qué? Jiang Cheng solo existía, ¿acaso eso tenía algo malo?

—Estoy algo cansada, ¿no podemos hablar mañana?—y acto seguido, estrujó a Huaisang como si de una gran almohada se tratara.

Huaisang le golpeó la cabeza con su abanico, a lo que Lingjiao reaccionó acariciando el punto donde hubo sido amedrentada. ¿Cómo podía tener tanta energía en horas así de inhumanas? ¡Ella lo único que deseaba era pasar una bonita noche con él! Pero por alguna razón Huaisang no dejaba de insistir con Jiang Cheng.

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora