Regresando a Yunmeng (segunda parte).

356 36 77
                                    

Qué extraño se sentía despertar en el Muelle de Loto. No importaba que esa no fuera en realidad la habitación en la que durmió durante tantos años, no, porque la sensación provocada por el arrullo del agua sumado al sol filtrándose por entre las ventanas era sin duda una característica única e irremplazable, estuviese donde estuviese. Durante casi la totalidad de su vida en Mo Dao Zu Shi hubo maldecido a las aves acuáticas por gritar por la mañana, o quejado de la humedad que se condensaba en ciertos rincones de la habitación, pero una vez que se mudó a Qinghe Nie y perdió todas esas intrascendencias propias del bioma de Yunmeng, fue allí que Lingjiao se dio cuenta de lo mucho que los prefería. Estar allí nuevamente se sentía, entonces, como alguna clase de relajante epifanía.

Claro que las circunstancias eran distintas, porque al estirar su cuello Lingjiao se topó con Nie Huaisang desmayado una cama contigua, con un hilo de baba recorriendo la comisura de sus labios, y sus túnicas interiores desacomodadas dejando ver casi la totalidad de sus piernas. Era cierto, en Yunmeng el verano estaba próximo a comenzar y por lo tanto el clima comenzaba a tornarse sofocante, lo cual sin duda debía ser bastante intolerable para alguien como Huaisang y su costumbre al clima frío y seco de Qinghe. Eso no quitaba que el panorama fuera menos pintoresco, por lo que Lingjiao lanzó en su dirección una bola de ropa y lo despertó antes de desmayarse de la risa. Si había algo que nunca cambiaría en su vida, eso era sin duda la inmensurable confianza que se tenían. ¿Qué otro hombre te permitiría verle las piernas peludas mientras dormía sin desposarte previamente?

Pero Huaisang continuaba gravemente ofendido por cómo su hermana jurada se había olvidado de él casi por completo por culpa de cierta persona, por lo que tan pronto como recobró uso total de su sentidos, se dispusó a vestirse en silencio, ignorando por completo los constantes llamados de atención de la mujer detrás de él.

—A-Sang, ¡si sigues ignorándome no te invitaré a beber alcohol en Yunping mañana por la noche!—Lingjiao sabía cuán fácil de convencer era Nie Huaisang y su orgullo de juguete, así que no tardó en recurrir a la extorsión.

—Ah, ¿sí? ¿¿¿Y con qué dinero pagará Jiajia por mis bebidas???—eh, su amigo tenía un punto. Lingjiao se había gastado los últimos retazos de su viejo sueldo de Yunmeng durante su viaje a pie hasta el Reino Impuro, por lo que, desde ese entonces, Huaisang se había encargado de suplir todas sus necesidades básicas.

—Si invitamos a Jiang Cheng, él podría encargarse de ese detalle...

Huaisang se volteó hacia su amiga y la golpeó con su abanico, tal y como hacía absolutamente siempre.

—¡No iré a beber con Jiang Cheng!—y acto seguido, abrió ese mismo abanico y comenzó a moverlo frente a su rostro—...cuánto calor hace aquí, definitivamente no extrañaba venir a este lugar tan incómodo en pleno verano.

—Todavía no ha comenzado el verano, Sangsang—rió Lingjiao—. Está bien, está bien, no iremos a beber si es Wanyin quien debe pagar por nuestro licor. ¿Por qué no vamos a pasear, entonces? Hoy mismo, después de tomar el té con Chifeng-zun. Recogeremos lotos del estanque y te prepararé una sopa como las que hace mi Jiang-jie, ¿qué te parece?

Lingjiao casi nunca cocinaba. O mejor dicho, el "casi" estaba demás: nunca lo hacía y punto. Huaisang no sabía si no le gustaba o si simplemente carecía de las habilidades pertinentes para invitarle sus propias creaciones culinarias, pero lo cierto era que de todas formas no le importaba. Qinghe y Yunmeng tenían recetarios opuestos en cuanto a texturas y sabores, por lo que tampoco se le ocurrió incitarla a rememorar sus viejos tiempos en el Embarcadero de Loto pidiéndole recrear recetas de antaño en pleno Reino Impuro. Ahora bien, que la mismísima Wang Lingjiao ofreciera por voluntad propia hacerle una sopa podría significar varias cosas: a) que estaba —genuinamente— arrepentida por haberlo dejado solo la tarde anterior, b) tenía algunos planes ulteriores entre manos, como tal vez darle parte del platillo a su don "no somos nada", o c) estaba desquiciada, por fin había sucumbido a la locura. ¿Cuál sería la opción correcta?

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora