Capítulo de relleno obligatorio en toda novela de cultivación.

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Resiliencia. Esa era la palabra que caracterizaba a Yunmeng Jiang en momentos como aquel. Con el paso de los días y la llegada del otoño, lo único que quedaba era seguir adelante sin importar cuáles fueran las adversidades que atravesasen. Después de todo, no había tiempo que perder, existía una venganza por planear y una guerra por ganar. 

En cuanto a Lingjiao, el ascenso a las primeras filas de Jiang Cheng marcó un nuevo giro inesperado en su vida, no porque hubiese representado un cambio radical de estatus —podría decirse que, en ese sentido, nada había cambiado: era una más de las aprendices de la secta— sino porque trajo consigo la modificación total de su rutina. 

En realidad, no estaba segura de si las tareas que le eran asignadas —sobre todo por Madam Yu— correspondían a su nuevo puesto. Ya no existían clases de arquería que le hicieran perder el aliento, o entrenamientos grupales de esgrima que le destrozaran los brazos, ni tardes de ocio rodeada de sus shidis. Desde el momento en el que pisó su nueva habitación, sus obligaciones viraron a limpiar, limpiar, y limpiar. No, a esa altura estaba casi segura de que la habían estafado. ¿Por qué parecía haber pasado de aprendiz cultivadora a sirvienta? ¿No le pagaban por ser cultivadora? Una cultivadora no barría. 

La razón detrás de esta desviación vocacional tenía nombre y apellido: Yu Ziyuan. ¡Por supuesto que la mujer no la quería allí! Sus shidis no se equivocaban, aquella noche en la que Jiang Cheng la hubo invitado a residir cerca del pabellón principal, él sí había peleado a los gritos con su madre. Y para su desgracia, el motivo de esa pelea sí había sido ella, tal y como los rumores afirmaban. 

"Jiang Cheng, harto de la constante manipulación de la araña violeta, consideró pertinente el adoptar bajo su ala más cercana al aprendiz que, contra todo pronóstico, hubo defendido con valor la integridad y el buen nombre de Jiang Yanli, arriesgando todo a su paso. Madam Yu, recelosa de que un simple invitado cuya sangre carecía de cualquier valor hubiera sido capaz de encantar al líder de secta, no pudo aceptar la realidad y arremetió con violencia contra la decisión de su hijo en lo que resultó un ataque de histeria femenina, razón principal por la cual una mujer no podía bajo ningún concepto liderar una secta, y también por la cual la nueva administración de Jiang Cheng, quien no había cedido ante los caprichos de su madre, auguriaba buena fortuna y excelente criterio. ¡Jiang Cheng sí que era un líder justo! ¡Sí que se preocupaba por su secta!"

Cada vez que Lingjiao escuchaba esa historia, no podía hacer más que rodar los ojos con tanta fuerza que creía ser capaz de arrancárselos en cualquier momento. Sí, era verdad, Madam Yu sí la estaba tratando como su mucama personal, sí la estaba alejando cuanto podía de Jiang Cheng. Pero, por favor, ¿histeria femenina? ¿Jiang Cheng siendo un líder justo? ¿Harto de su madre? Bueno, quizá sí se notaba algo cansado de sus regaños, pero, ¿de verdad eran capaces de inventar algo así? No importaba cuán insoportable pudiera llegar a ser Madam Yu, ella seguía siendo una cultivadora formidable y de respeto. Que la trataran así simplemente le hervía la sangre.

Pero eso no era lo peor, ¿cómo funcionaba la parte en la que decían que Ming Jia había encantado al líder de secta? ¿Se referían al incidente con Jin Zixuan, el cual a estas alturas parecía imposible ignorar que fue completamente intencional? Cada detalle de la deformada historia acerca del enigmático Ming Jia resultaba más ridículo que el anterior. Nada, en lo absoluto nada, de lo que había ocurrido en realidad tenía que ver con las fábulas que inventaron acerca del ahora vanagloriado líder Jiang Wanyin. Si tan sólo supieran cuán patética era Lingjiao y cuán distorsionada era la visión que el resto del clan tenía sobre Jiang Cheng…

Aún así no importaba, podía vivir con eso. Podía vivir con ser constantemente malinterpretada e incluso rebajada a una suerte de cenicienta debido a las tareas que le eran asignadas. Al diablo con todos esos malditos shidis que se llenaban la boca hablando de ella y de Jiang Cheng, o incluso de ella y Jiang Yanli. ¿¿¿¿El joven Ming Jia habrá cautivado el corazón adolorido de Jiang Yanli???? Se preguntaban. Por el amor a todos los santos, pensaba Lingjiao a modo de respuesta, mas cerraba la boca y continuaba barriendo como si nada le molestara. El único lado bueno era que Yanli parecía tomar con buen humor los absurdos rumores que la unían a Lingjiao, distrayéndola de una vez por todas de todo el dolor que la hubo acompañado a partir de la muerte de su padre. Y es que en realidad no existía ninguna otra reacción posible de su parte, pues Yanli sabía a la perfección que Ming Jia no gustaba de ella y nunca lo haría, no sólo porque conocía su verdadera identidad, sino porque además Lingjiao le juró y perjuró que la ayudaría a mejorar su relación con Jin Zixuan. Algún día. Si se prestaba la oportunidad. 

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora