La primera parte del plan, por fin en marcha.

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La hora del té fue un desastre.

Es decir, por supuesto que sería un desastre, tal y como lo sería el resto de la celebración. Si bien los pequeños percances no fueron demasiado evidentes, lo único que Lingjiao halló al sentarse junto a Qinghe Nie a celebrar el cumpleaños de Jin Ling fue la incesante mirada de Jiang Cheng sobre ella. El hombre no era idiota pero tampoco tan inteligente como se creía, pues incluso si hacía lo mejor posible para disimular su mirar, Lingjiao podía sentir sus pupilas clavándosele cual estacas sobre su cuerpo cada vez que lo vigilaba por el rabillo del ojo. Y es que, en se sentido, de todas formas Lingjiao no tenía derecho a llamarse pobre e inocente: ella también hubo soltado no una, sino al menos una veintena de miradas en dirección a Wanyin cuando él pretendía redirigir su atención hacia cualquier otro asunto. Ninguno de los dos sabía cómo dejarse tranquilos, aparentemente.

Al menos sí pudo acercarse a Jin Ling y entregarle su regalo, el cual fue aceptado y utilizado casi al instante tan pronto como el niño llamó a su perro espiritual. Hada era un cachorro inmenso, y sorprendentemente reconoció a Lingjiao después de un par de extensas olfateadas. Jin Ling se veía contento por tenerla otra vez a su lado, y a su vez Lingjiao no podía evitar sonreírse mientras recuperaba el tiempo perdido con el niño. Su único asunto pendiente era tener la potestad de volver a hablar con Yanli, pero para ello tendría que viajar a Yunmeng y eso estaba más que claro que nunca ocurriría.

Ahora bien, Lingjiao tenía una misión muy específica a la que responder, y ésta debería ser mucho más importante que cualquier reencuentro, pelea o continuación de ruptura que pudiese haberla estado distrayendo desde que llegó a Lanling.

Esa misma noche durante la cena, la fatídica muerte de Madam Jin fue recuperada en la conversación. Los ánimos estaban bastante altos cuando surgió el tema, lo que terminó por virar el ambiente de uno ameno a uno exageradamente tenso. No importó, porque Jin Guangyao logró detener todos y cada uno de los golpes que le fueron asestados, desde aquellos que desconfiaban de su decisión de continuar con el cumpleaños a pesar de la cercanía temporal con el proceso fúnebre de la mujer, hasta los que aseguraban que él tendría algo que ver con el acontecimiento.

Tal y como Lingjiao intuyó, Jin Guangyao no soltó ni siquiera una mísera migaja de información en su dirección. Todos y cada uno de los datos que salieron de su boca fueron vagos, poco claros, pero lo suficientemente creíbles como para sacarlo de un apuro. Madam Jin había muerto en un burdel en Yunping tal y como escucharon en los rumores, y ese burdel ahora había sido reacondicionado por Jin Guangyao para evitar cualquier clase de comentario malicioso. Eso quería decir que lo más probable era que ese mismo edificio perteneciera al dichoso Guangyao, siendo que Lingjiao sabía a la perfección que el templo Guanyin sería edificado en esa misma ciudad. Qué curioso que el pueblo que siempre visitaba junto a Jiang Cheng en Yunmeng fuese también cuna de uno de los hitos más importantes de la novela original, e incluso el propio lugar de nacimiento de su antagonista principal.

De todas formas, lo importante allí no era dónde había o no nacido Meng Yao, sino dónde tenía escondida a Sisi, la única prostituta sobreviviente del asesinato de Jin Guangshan —o, en este caso, Madam Jin—. Dado que la trama parecía haberse autoperpetuado solamente cambiando a la víctima, Lingjiao intuía que Jin Guangyao habría contratado el mismo número de prostitutas provenientes del mismo lugar para arrancarle las ropas a Madam Jin y envenenarla hasta la muerte. Pobre mujer, pensó, incluso si no estaba al tanto de cuáles habían sido los motivos que llevaron a Guangyao a terminar con su vida. Ningún mal justificaba una muerte así de tortuosa y denigrante, de todas formas.

Dado que el Sistema había confirmado que su testigo estrella estaba en Lanling, lo más probable era que Sisi —siempre y cuando sí fuera ella, eso era— estuviese encerrada en algún ala de la Torre de Carpa, y por mucho que Lingjiao se sintiera segura para caminar por los pasillos de la secta sin realmente temer por su vida, algo muy distinto era escabullirse por allí en búsqueda de liberar a una mujer tan importante. Se trataba de la única testigo con vida de la ira de Jin Guangyao, asunto para nada menor.

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora