El primer paso para sanar.

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"Jiejie:

Me alegra leer que el pequeño Jin Ling apareció el regalo que te he hecho llegar, ¡que lo considere como un presente de cumpleaños atrasado por parte de su Nie-gege! He hablado con mi Da-ge acerca de la posibilidad de que vengas conmigo, pero digamos que no está muy contento con el resultado de nuestro entrenamiento. Al parecer se ha dado cuenta de que hemos pasado todos esos meses holgazaneando, y ahora se ha puesto todavía más riguroso conmigo. Pero no te preocupes por tu Sangsang, ¡voy a perseverar! Y tan pronto como Da-ge me deje en paz volveremos a reunirnos, ¿qué te parece? He estado pintando durante las noches, tengo mucho por mostrarte.

Saludos,

tu a-Sang."

Un año transcurrió desde la muerte de Wei Wuxian.

Resultaba bastante desalentador tener que medir el tiempo en base a la ausencia de Wei Ying, pero por mucho que se lamentara esa era la realidad en la que vivía. Tenía que aceptarla, claro, vivir con ella también, porque a fin de cuentas fueron sus propias decisiones las que desencadenaron en su nueva realidad.

A veces se preguntaba si realmente valió la pena. Es decir, ¿su presencia logró mejorar algo? ¿Logró evitar algo? ¿Modificar algo? Jiang Fengmian estaba muerto. Jin Zixuan estaba muerto. Wei Wuxian estaba muerto. Jiang Yanli..., vivía, sí, pero la herida en su corazón era tan profunda y tan latente que Lingjiao seguía preguntándose si su destino no fue peor que la muerte. Ese maldito pensamiento la venía acechando desde que fue herida, y todavía no era capaz de desecharlo.

Y es que la vida de Yanli era monótona, por decirlo con suavidad. La pobre mujer vivía confinada en su habitación tal y como los rumores clamaban, mas las razones detrás de su reclusión no tenían en nada que ver con Jiang Cheng, sino que nacieron por voluntad de la propia Yanli.

Tan pronto como fue trasladada desde la Torre de Carpa, Jiang Cheng tardó exactamente veinte días en reunir el valor suficiente para contarle acerca de la muerte de su esposo y su shidi. Hasta el momento Jiang Yanli había estado recuperándose a un paso lento pero seguro, mas tan pronto como las palabras entraron por sus oídos y se asentaron en su corazón, Yanli no fue capaz de soportarlas. A-Xian estaba muerto, Jiang Cheng y Jin Zixuan lo habían asediado. Ese mismo día, Zixuan fue hallado muerto en los tumultos funerarios. ¿Por qué? ¿Qué hizo ella para merecer algo así? Si toda su vida no hizo más que actuar con bondad..., ¿qué clase de maldición cayó sobre su pobre existencia?

Jiang Cheng sabía que eso ocurriría, y por esa razón tardó tanto en comentarle la verdad a su hermana. De ser por él, la hubiese protegido de toda esa maldita mierda durante el resto de su vida, ¡no le importaba! Pero ni su hermana era idiota, ni tampoco merecía que la trataran como a una. Además, si él no lo hacía entonces su madre le contaría, e incluso si Madam Yu solía ser mucho más contemplativa con Yanli, de todas formas prefería ser él el portavoz de la noticia. Se lo debía por no haber sido capaz de recuperar a Wei Wuxian, ni de evitar el suicidio de Jin Zixuan.

Todo fue en picada luego de la confesión, y aquella ínfima esperanza de una recuperación completa fue reemplazada por el desconsuelo de la reclusión. Ni siquiera el pequeño a-Ling era capaz de ablandar el corazón de su madre, y por esa misma razón sólo recibía sus visitas una vez por semana, con mucha suerte dos. Si bien técnicamente el niño tenía una madre que lo amaba y cocinaba para él durante sus visitas, ¿no era su destino bastante similar al del Jin Ling huérfano de la novela? Jiang Cheng cuidaba de él la mayor parte del tiempo, después de todo. Los únicos agregados eran su madre —ocasionalmente—, su abuela, y la propia Lingjiao. No iba a mentir, ella disfrutaba cuidar de Jin Ling cuando Jiang Cheng se lo pedía, pero siendo honestos... ¿Era realmente lo correcto? ¿Podía disfrutar de la compañía del niño mientras su madre sufría en soledad? ¿Jin Ling merecía ese estilo tan complicado de vida? No, no lo era. Por eso cada vez que Lingjiao entraba a la habitación donde Yanli vivía, intentaba con todas sus ganas hacerla recapacitar. Pero su perseverancia, hasta el momento, no estaba siendo recompensada.

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora