¿Qué le está pasando a Jiang Cheng?

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Lingjiao observó las negras cenizas del espíritu maligno con la curiosidad brillando en sus pupilas. Esta había sido la primera vez en su vida que presenciaba un exorcismo en primera persona, la primera vez que veía a zidian siendo utilizado como un arma espiritual hecha y derecha, la primera vez que hallaba la valentía para confrontar por su cuenta un espectro, la primera vez que utilizaba su —casi nulo— ingenio para resolver un misterio digno de Scooby Doo. Como había pensado con anterioridad, aquel día estuvo colmado de primeras veces, tal y como también había sido su primer-

—Esto es simplemente ridículo—masculló Jiang Cheng entre dientes.

¿Qué de todo era ridículo? ¿El sin duda estúpido plan del anciano? ¿La manera en la que había caminado estúpidamente hacia su trampa incluso a sabiendas de lo que podría llegar a pasar? ¿La ineficacia de sus visiones? ¿La forma en la que había sido derrotado? ¿La aparente indiferencia de Ming Jia ante la preocupante profecía acerca de su muerte? !Y ni siquiera quería ponerse a pensar en eso otro!

Jiang Cheng volteó su cabeza en dirección a Lingjiao con fuego siendo despedido por sus ojos.

Hombre muerto. Ming Jia era un hombre muerto.

Pero —para suerte de Lingjiao— no llegó a alzar su puño. Antes de ser capaz de mover un solo músculo, los dos fueron testigos de cómo la taberna se desvanecía frente a sus ojos como si de una tormenta de arena se tratase. Cuando la visibilidad fue restaurada, lo único que se hallaba bajo sus pies era un camino de tierra. El rocío de la mañana caía sobre sus hombros cuando el grupo de cuatro cultivadores de Yunmeng Jiang apareció montado sobre el lomo de sus caballos, tenían los rostros pálidos y las miradas perdidas, como si intentaran recuperarse de alguna clase de sobresalto.

—¡Líder Jiang! ¿Se encuentra bien? Hemos venido cuanto antes al sentir una inmensa explosión de energía espiritual justo en esta dirección. ¿Qué ha...?

La escena frente a sus ojos era peculiar, como mínimo. Ming Jia se hallaba parado en medio de la nada, encima de una pila de cenizas que emanaba un pestilente olor a podredumbre. A su lado Jiang Cheng aún conservaba a zidian en su mano, con las chispas violáceas delineando los ángulos de su afilado perfil.

—Limpien el terreno, exorcicen cualquier resto de energía de resentimiento que encuentren. No dejen ni un solo rastro del espectro—ordenó Jiang Cheng, volviendo a colocar el anillo de zidian en su dedo—. Luego, esparzan la noticia de que la amenaza ha sido neutralizada. Ni una sola persona puede desconocer que Yunmeng Jiang ha acabado con todo este asunto. Si alguien desea brindar más información sobre los orígenes del espectro, trasládenlos al embarcadero de loto para que puedan prestar declaraciones.

Los cuatro cultivadores intercambiaron largas y confundidas miradas, no siendo del todo capaces de comprender con exactitud qué es lo que estaba ocurriendo. No cabían dudas de que, fuese lo que fuese, la amenaza había sido neutralizada justo cuando ellos no estaban presentes para adueñarse de al menos una pizca del crédito. Aún así, el desconocer los detalles del enfrentamiento estaba dañándoles el orgullo. ¿Es que no les contarían cómo lo hicieron? ¿Cómo derrotaron al demonio? ¿Por qué los privaron de la acción?

Sin embargo Jiang Cheng no estaba de ánimos para ponerse a discutir, por lo que tan pronto como consideró finalizada la conversación, inició su paso en dirección contraria. Lingjiao había quedado petrificada en su lugar, demasiado sumida en sus propios pensamientos como para prestarle atención a cualquier clase de movimiento que se llevara a cabo a su alrededor. No obstante, al sintir la intimidante mirada de Jiang Cheng clavándose en su nuca, dio un pequeño respingo y comenzó a correr justo detrás de él. Eso era lo que trataba de hacerle entender, ¿no? ¿Que debía seguirlo? Para poder cortarla en pedacitos, primero debía deshacerse de toda clase de testigos, después de todo.

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora