Lingjiao había fallado la misión más importante, esa que en un principio moldeó cada una de sus decisiones tanto en Qishan Wen como durante sus primeros años en Yunmeng. ¿Qué clase de amiga era? Después de todo, no obtuvo los resultados que quería. Porque fue ella misma quien no se esforzó lo suficiente para conseguirlos, porque en algún momento su camino se desvirtuó y terminó por dar por sentado que Wei Wuxian nunca moriría, que ese día nunca llegaría.
Todo por ser egoísta.
Embriagada por el dolor, no pudo hacer más que romper en llanto; su garganta dolía debido a la inmensurable cantidad de veces en las cuales hubo gritado el nombre de Wei Wuxian. Qué muerte miserable, qué dolor tan inimaginable debía estar sufriendo allí abajo, engullido vivo por un ejército entero de cadáveres feroces. Pobre Wei Ying, pobre Lan Zhan, pobre Jiang Yanli, pobre Jiang Cheng...
Jiang Cheng.
La mujer se incorporó con torpeza y buscó al hombre que hasta hacía un par de segundos se encontraba a su lado, temerosa de perderlo también a él en cuestión de segundos. Si ella se sentía mal, no quería siquiera empezar a imaginar qué clase de pensamientos debían estar pasando por la mente de Jiang Cheng, quien con tanto esmero había arriesgado su reputación completa con tal de salvar a su hermano y a los remanentes Wen. Por primera vez en su vida Jiang Cheng se había esforzado para superar sus prejuicios, para superar su tan estricto esquema del deber ser, de sus responsabilidades. ¿Y todo para qué? Para ver cómo la vida le explotaba en la cara. ¿Y todo por qué? Porque ella arruinó sus vidas desde el mismísimo momento en el cual fue lo suficientemente estúpida como para pretender ser capaz de modificar el destino de Wei Wuxian.
Lingjiao abrazó a Jiang Cheng por detrás, sosteniendo su cuerpo con firmeza e impidiéndole dar un solo paso más. Si bien sabía que no iba a saltar atrás de Wei Wuxian porque idiota no era, eso no significaba que no temiera que algo más le ocurriese, que algo más la separara de otra de las personas a quien más quería. El Sistema se llevó a Jin Zixuan y a Wei Ying en cuestión de minutos, después de todo. ¿Quién le aseguraría que no iría también por Jiang Cheng?
El hombre entre sus brazos no dejaba de llorar, no existía ni una sola fibra de su ser que no emanara la más pura de las tristezas. Su dolor era tan puro y profundo que Lingjiao pudo sentir cómo su energía espiritual comenzaba a desequilibrarse a tal punto en el cual comenzó a preocuparse por la integridad física de Jiang Cheng. Si el desbalance no era contrarrestado cuanto antes, temía que tal vez entrara en el mismo período recesivo que hubo mantenido comatosa a Yanli durante tantos días. O incluso peor: que terminara por matarlo. ¿O estaba acaso exagerando?
Lingjiao apoyó su cara contra la espalda de Jiang Cheng, y con ambos brazos estrujó el torso del hombre. Colocando las manos contra su pecho, intentó traspasar hacia él toda la energía espiritual dentro de ella sin siquiera importarle qué podía llegar a ocurrir en caso de sobrepasarse. Lo único en lo que podía pensar era en Wei Ying suicidándose y en la angustia que le generaba no solo su muerte, sino la posibilidad de también perder a Jiang Cheng.
—Líder Jiang-llamó. Lingjiao había perdido ya la noción del tiempo, pero estaba segura de que habían transcurrido unos buenos minutos desde que comenzó a traspasarte energía espiritual—. Líder Jiang, respóndame.
Cuando el hombre reaccionó por fin y rompió el abrazo, su rostro transmitía la palidez de la muerte. Lingjiao no perdió tiempo y una vez más lo tomó entre sus brazos, apoyando la cabeza de Jiang Cheng sobre su pecho y acariciándole el cabello mientras le pedía por favor mantenerse en pie. Todavía tenían que trasladar a los remanentes Wen, y no cumplir con esa promesa resultaría una ofensa a la memoria del ahora fallecido Wei Wuxian. Eso es lo que hubiese querido él, por lo menos. Que su nueva familia escapara de las filosas espadas de Lanling Jin y Yunmeng Jiang.
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Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.
FanfictionA la hora de elegir un personaje en el cual transmigrar, los Sistemas suelen priorizar dos aspectos: irrelevancia y maldad. Para hallar una víctima de transmigración, en cambio, el requisito excluyente es padecer una muerte ridícula. Wang Lingjiao n...