El confrontamiento.

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Como el Sistema continuaba con su ya característico silencio de radio y las inseguridades que fluían dentro de su pecho eran demasiadas para continuar ignorándolas, lo primero que hizo Lingjiao tan pronto como hubo sido liberada del trabajo —que por cierto: necesitaba una siesta— fue dar vueltas y vueltas alrededor de Yunmeng en búsqueda de Wei Wuxian. Si se seguía con rodeos entonces el tiempo se acabaría y la oportunidad se desvanecería en los aires, cosa que no le agradaba en lo absoluto. Si iba a arruinar —o no— la vida de su mejor amigo, entonces quería llegar a ello gracias a su propia decisión y no porque tardó tanto en juntar la valentía para hablar que el tiempo se le agotó en la cara. Ella era mejor que eso, tal vez. Quizá.

Wei Wuxian estaba recostado en una balsa de madera justo en medio de uno de los tantos canales del Embarcadero de Loto, con una hebra de pasto colgando de sus labios y al menos cinco plantas de loto descansando sobre su regazo. Casi que parecía criminal el molestarlo durante un momento de tanta paz, mucho más teniendo en cuenta que "paz " sería lo último que tendría luego de que Lingjiao le dijese lo que tenía en mente. Otra vez, la mejor opción quizá sería no abrir la boca. ¿Por qué le costaba tanto lavarse las manos? ¿Por qué no podía simplemente elegir ser ignorante pero feliz? ¿¿Por qué seguía dentro de Mo Dao Zu Shi??

Entonces recordó su conversación con Jiang Cheng. Lingjiao entendía a la perfección que, en realidad, no existían motivaciones ni sentimientos reales detrás de su consejo, que lo más seguro era que escupió lo primero que se le vino en mente en pos de cerrarle el hocico. Jiang Cheng no era el tipo de persona que diera charlas emocionales profundas ni consejos sentidos; ni siquiera sabía si él mismo sería capaz de aplicar su propio consejo de hallarse él en su lugar. Aunque si lo pensaba mejor, ¿no había intentado ignorarla por semanas cuando malinterpretó sus encuentros con Mianmian? El huir de los problemas como primera opción sí parecía estar incorporado dentro de su chip cerebral. Y no iba a mentir, dentro del de Lingjiao también.

Pero fue la segunda parte de la frase en la que bien o mal la incitó a caminar casi que en piloto automático hacia Wei Ying. Y ya era tarde para dar marcha atrás. 

Cuando Wei Ying vio a Lingjiao acercarse por el muelle, levantó su brazo derecho a modo de saludo y se incorporó dentro de la balsa, invitándola a acompañarlo. No obstante, Lingjiao permaneció con ambos pies bien plantados en la madera del puerto, inmóvil sin importar cuánto Wei Ying insistiese. Por mucho que le doliera dentro de su pecho, ese no era el momento de holgazanear juntos. Ni tampoco creía que existiese en el futuro otra oportunidad de aceptarlo.

Nerviosa, a Lingjiao las palabras se le atoraron en la garganta. Sí que era difícil encararlo, sí que era difícil hacer lo correcto. Porque sí, contarle a Wei Ying sobre el paradero de Wen Ning y Wen Qing podía considerarse como "hacer lo correcto". Estaba poniendo las manos en el fuego para salvar la vida de personas inocentes, ¿o no? Y a saber si no llegaba a salvar muchas más. El problema continuaba rondando acerca de la misma trillada incógnita: lastimar tanto a Wei Ying como también a Jiang Cheng. Ser la culpable activa del quiebre de una relación que ella siempre quiso enmendar, no arruinar.

Una punzada de dolor atravesó el pecho de Lingjiao cuando los nombres de ambos hombres flotaron en su mente. Lingjiao los quería tanto a los dos, que el simple hecho de imaginarlos sufriendo le desquebrajaba cada pulgada de su alma. De verdad que nunca antes en su vida se había encontrado frente a una disyuntiva tan compleja, tan mortificante. No quería elegir entre Jiang Cheng y Wei Wuxian, no quería elegir a quién salvar y a quién sacrificar, a quién acompañar y a quién abandonar. 

Pero allí estaba, a punto de tomar su decisión final.

Proteger a Jiang Cheng implicaba cerrar la boca e ignorar las vidas de Wen Qing y Wen Ning, permitiéndole a Wei Ying permanecer en el Embarcadero de Loto lo más que pudiera. Tal vez lo suficiente como para incluso prevenir que él mismo decidiese irse por su cuenta un par de días en el futuro. De esa forma, Jiang Cheng nunca tendría que sufrir la pérdida de su hermano, nunca tendría que sucumbir ante el rencor, nunca tendría que liderar asedios ni torturar cultivadores demoníacos. Lo único que quedaría sería permanecer estáticos como ahora. Si su relación se arruinaba más adelante, entonces por lo menos Lingjiao no habría tenido nada que ver. Y entonces podría accionar para repararla sin sentir el peso de la culpa sobre sus hombros. Y sin vivir sabiendo que fue ella misma la que ayudó a romperle el corazón a Jiang Cheng.

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora