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¿Eran estas las trompetas de los coros de ángeles? ¿Eran estas las melodías que uno sentía al ascender a los cielos? ¡Paz! ¡Silencio! ¡¡Más de tres horas de sueño al día!! ¡¡¡¡Libertad para poder ser un ser humano común y corriente con tiempo libre y ganas de vivir!!!!

Así se sintió Lingjiao cuando recibió el aviso más (ridículo) esperado del año: Jiang Wanyin, líder del clan Jiang de Yunmeng, había sido baneado por el sindicato de doncellas solteras. Si bien el simple hecho de que existiera un sindicato —o bueno, lo más parecido a ello teniendo en cuenta que no existían como tal en la antigua China— sonaba estúpido, lo cierto es que la noticia la traía feliz como lombriz. ¡Allí tienes, Yu Ziyuan! Esto te ganas por haber vuelto su vida un infierno por meses y meses y meses. Ahora bien, ¿cuáles serían las consecuencias de esta tan controversial resolución? Porque sería inverosímil que la señora no se enojara. Lingjiao la creía incluso capaz de sobornar a las mujeres para conseguir un acuerdo rápido y sólido sin tener que siquiera pasar por las formalidades que implicaban las citas a ciegas.

Pero de alguna u otra forma, no ocurrió. Yu Ziyuan se tomó la noticia con bastante —y sospechosa— serenidad y, tan pronto como la novedad fue esparcida, el Embarcadero de Loto volvió a la normalidad. No iba a mentir, Lingjiao nunca esperó que Madam Yu reaccionara así de calma ante la confirmación de que ninguna doncella en todo Yunmeng e incluso otras regiones querría casarse con su hijo. Es más, incluso el mismísimo Jiang Cheng se mostró sumamente confundido ante el silencio de la señora. Y es que él también había esperado que su madre enloqueciera, siendo que desde el inicio de todo este tan absurdo rodeo, su humor pareció empeorar al menos un treinta por ciento. Que no quisiera insultarlo mientras le recordaba lo poco hombre que era resultó, entonces, toda una sorpresa.

El problema era que ni uno ni el otro sabía aún si esa sorpresa debía ser tomada como una buena o una mala noticia, porque tal y como ambos expresaron, que Madam Yu hubiese mantenido la calma era sinónimo de desconfianza. Esta era nada más que la calma antes de la tormenta, ¿no? Estaban en el ojo del huracán, y los desastres regresarían a Yunmeng tan pronto como ese simpático recreo se diera por fin. Pero estaba bien, nadie tenía por qué adelantarse a los hechos. Lo importante era que las citas a ciegas habían llegado a su fin, que Lingjiao podría retomar su rutina normal que contemplaba los descansos que cualquier ser humano necesitaba, y que Jiang Cheng podría al fin borrar esa expresión tan severa de su rostro para reemplazarla con..., una un poquito menos severa. La normal, diría uno. La del cansancio de vivir que lo acompañaba desde que ascendió a líder de secta.

El otoño se acababa de asentar en Yunmeng, cubriendo el paisaje con un manto grueso hojas en tonos cálidos. El paisaje resultaría poéticamente romántico de no ser por la estúpida ola de frío que te congelaba la nariz y los dedos. Eso era lo malo de Yunmeng: durante el verano y la primavera era imposible no asarse cual pollo rostizado, mientras que el invierno y el otoño golpeaban con tanta intensidad que tendrías suerte si el setenta por ciento de tu cuerpo no se solidificaba por las bajas temperaturas. ¿Lo único bueno del otoño? ¡Que Jin Ling regresaba al Embarcadero de Loto después de una temporada con su shushu en Lanling!

Con respecto a Jin Ling, todos estaban emocionados por su regreso; desde su madre que prendía inciensos en su nombre, hasta Jiang Cheng y Lingjiao, los cuales a esta altura de sus vidas habían desarrollado dependencia emocional hacia él. Y es que el Embarcadero de Loto se sentía tan vacío sin Jin Ling, ¿cómo es que podían soportar tantas semanas sin nadie que correteara por todos lados con su pequeño arco de madera a cuestas? ¿Sin que los atomizara a pregunta tras pregunta acerca de cada nimiedad que se le ocurriera? Imposible. Jin Ling era necesario para garantizar la estabilidad mental de todos aquellos a los que llamaba familia.

Aunque no todo era color de rosas. Por muy contenido que se encontrara Jin Ling en esta línea de tiempo, nada podía acallar el dolor que significaba crecer sin padres pues, por muy presente que Yanli estuviera de tanto en tanto, su cuidado no era de tiempo completo.

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora