Jiang Cheng y Lingjiao se vieron al mes siguiente de finalizada la rendición de cuentas en Lanling. También lo hicieron al otro mes, y al otro, y al otro, y al otro. Era increíble, pero parecía que cuanto más tiempo pasaba, más se reencontraban. Y de hecho Jiang Cheng se estaba aprovechando del supuesto acuerdo con Qinghe Nie para aparecerse una y otra vez en el Reino Impuro, como si viajar hasta allí fuera cuestión de minutos y no de días. Nie Huaisang lo señaló varias veces frente a él, increpándolo por lo constante de su ir y venir, y lo mucho que parecía interesarle pasar tiempo con Ziteng en sus ratos libres.
Cuando Huaisang y Jiang Cheng peleaban, Nie Mingjue sólo podía suspirar con cansancio y hacer caso omiso a lo absurdo de la situación mientras se lamentaba internamente haberle permitido a su hermano menor adoptar a esa mujer como si de su perrito se tratase. Lingjiao por su lado se limitaba a tapar su rostro con uno de sus varios abanicos y esperar, como una estúpida, que Jiang Cheng se defendiera solo de los constantes comentarios ácidos por parte de su hermano jurado. De todas formas sabía que Chifeng-zun no se molestaría, puesto que Wanyin y él sí tenían un asunto protocolar entre manos. Este simple hecho implicaba que tarde o temprano la tensión cesaba y ella encontraba su debido tiempo para pasear con Jiang Cheng por los pasillos del Reino Impuro, no haciendo nada más que charlar sobre Jin Ling y cuanta otra irrelevancia se les ocurriera. Ella adoraba hablar con él de esa forma, porque denotaba a leguas que al fin se sentían lo suficientemente en paz como para tratarse con el debido respeto.
Ahora bien, a esta altura era evidente que los dos se habían sumido en un juego muy sucio, una suerte de tira y afloja bastante íntimo, que los hacía ver como dos adolescentes enamorados frente al ojo de cualquier mirón externo. Porque incluso si no se tocaban, incluso si no se cortejaban tal y como Su She hubo intentado en su momento, lo cierto era que ambos estaban tan cómodos con la presencia del otro que negar la cercanía que compartían sería tan inverosímil como negar que el sol salía por el este y se ponía por el oeste. Qué ridículo, ¿no? Los únicos que no estaban al tanto de ésto eran ellos mismos. Pero Huaisang no era un idiota, por lo que todas y cada una de las veces en las que Jiang Cheng se robaba a Lingjiao él no podía más que rodar los ojos y esperar que el suplicio terminara. ¿Qué mierda estaban esperando? ¿Que se los dibujara en un pergamino?
Y de hecho, Wanyin y Lingjiao no sólo se encontraban demasiado seguido en Qinghe, sino que también habían estado pasando tiempo de calidad en Gusu, al mismo tiempo en que Lingjiao y Huaisang compartían tardes enteras practicando junto a Lan Xichen. Este último punto era uno muy complicado en realidad, pues no sólo implicaba aprender varias melodías, sino también concentrar y canalizar correctamente la energía espiritual necesaria para invocar al alma en cuestión.
El tema que causaba —para Huaisang— discordia era cuando los dos daban por finalizadas sus clases y oh sorpresa, Yunmeng Jiang solía estar de visita por alguna u otra razón. Sólo durante las clases Lingjiao podía compartir la misma habitación que el resto, por lo que Jiang Cheng se aparecía esporádicamente y su novia- ¡es decir! Su compañera en la crianza de Jin Ling solía tocar algo para él, a veces sola, a veces junto a Xichen, a veces incluso junto a Huaisang. Aunque no importaba si el concierto era un dueto o un trío, porque lo único innegable allí era cuánto se relajaba el usual ceño fruncido de Jiang Wanyin cuando sentía a Ming Ziteng tocar para él. De verdad que nadie dudaba que había allí una clara intención bilateral de cortejo, pero no comprendían que era lo que los detenía a la hora de oficializarlo de una vez por todas.
Pero la verdad era que esta resistencia al compromiso sí tenía razón de ser.
En todos esos meses de idas y vueltas, Jiang Cheng y Lingjiao hablaron de todo menos de sus sentimientos. Nunca más hubieron tocado tema alguno relacionado con su pelea, con la identidad de la mujer en cuestión, con las inseguridades que todavía surcaban la mente de Wanyin, la muerte de Guangshan, la falta de confianza, el vacío detrás del perdón, la esperanza de una reconciliación. Parecía que no se animaban a romper ese perfecto estatus quo al cual habían llegado, pues sabían a la perfección que retomar las charlas corazón a corazón terminaría, tal vez, por distanciarlos una vez más. Es decir, uno no podía simplemente desarrollar un autoestima decente de la noche a la mañana, y la otra tampoco podía recobrar tres años de confianza dañada sólo porque el hombre en cuestión ya no le gritaba en público. Esta nueva etapa de tregua era reconfortante, porque los dos se veían una vez más como pares mientras que, al mismo tiempo, se desligaban de la responsabilidad afectiva que tanto suplicio les supo traer, y que tan hipócritamente habían decidido desarrollar. Pero hey, para allí iban, ¿sí? Sólo tenían que encontrar un poco más de confianza tanto en sí mismos como en el otro, y sólo los dioses sabían que no faltaba nada para lograrlo. Estos eran los últimos estirones antes del último arranque de sinceridad.
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Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.
FanfictionA la hora de elegir un personaje en el cual transmigrar, los Sistemas suelen priorizar dos aspectos: irrelevancia y maldad. Para hallar una víctima de transmigración, en cambio, el requisito excluyente es padecer una muerte ridícula. Wang Lingjiao n...