Ming Jia.

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—¡Oigan todos! ¡Traigo noticias!

La mesa redonda del chisme de Yunmeng se acababa de dar por iniciada.

—¡Habla! Vamos, habla de una vez. ¿Qué le trae así de agitado, joven amo?—el dueño de la estancia extendió un asiento hacia el cultivador de Yunmeng Jiang, quien se encontraba sobándose las piernas debido al esfuerzo físico provocado por su trote incesante.

—¡A que no saben quién regreso...! ¡Quién regresó al Embarcadero de Loto!

Aquel tumulto de personas que se hubo acumulado gracias a la conmoción, comenzó a disiparse tan pronto escucharon esa frase. Por el amor a todos los dioses, ¿de verdad pensaba que les podría sorprender la obviedad más grande de todas? Ya ni siquiera era divertido, todo el mundo estaba al tanto de la novela más larga de todo Yunmeng.

—No me digas...¿Ming Ziteng?—comentó el dueño de la estancia con marcado sarcasmo.

—¿¡Y-Ya lo sabían!?

Mierda, había perdido el aliento para nada.

—¿Cómo no vamos a saberlo? Si nuestro querido zongzhu ha estado yendo y viniendo con ella desde hace ya tanto tiempo que imposible sería señalar sus inicios. Después del accidente en la cacería nocturna del jovencito Jin, todos sabíamos que el hombre la obligaría a volver al Embarcadero de Loto tarde o temprano.

El resto de los allí presentes comenzó a asentir con la cabeza, coincidiendo con aquellas palabras desganadas. Ya sólo faltaba que anunciaran la boda, aunque con Madam Yu pululando en los altos mandos, la mayoría dudaba que eso ocurriese pronto.

—A mí lo único que me molesta de todo este asunto es que esta tal Ziteng es una completa don nadie. No puedo creer que Jiang Wanyin haya rechazado a las doncellas más delicadas y bien posicionadas de la región con tal de quedarse con una mujer sin prestigio. ¿Qué clase de clan era ese tal Ming, de todas formas? Nadie sabe nada sobre ellos más allá de su supuesto vínculo con Qishan Wen.

Bueno, en eso sí tenía razón este buen hombre. ¿Una mujer proveniente de un clan subsidiario de Qishan Wen? ¿Luego de años de guerra y sufrimiento en sus manos? Ming Ziteng tendría que haber sido expulsada hacía demasiado tiempo ya, siendo un completo misterio por qué demonios Jiang Wanyin la apreciaba a pesar de todo.

—Yo creo que aún quedan un par de secretos por revelar allí, algún asunto escandaloso del cual Jiang Cheng se avergüenza. Por eso es que tarda tanto en sentar cabeza.—quizá esta tal Ming Ziteng era alguna clase de cultivadora maldita o algo por el estilo, la hija perdida de Wen Ruohan tal vez.

—¿Otra vez conspirando? ¿Es que ustedes siempre deben irse por el camino complicado?—comentó otro—. Creí haber dejado en claro que Jiang Wanyin era nada más que un dominado. Seguro Ming Ziteng le dijo "¡voy a trabajar en tu secta y no harás nada para impedirlo!" y el hombre accedió sin siquiera titubear. Se ve tan fiero por fuera, ¡pero apostaría mi única vaca a que es el más sumiso de todos los líderes de secta! ¿Qué se puede esperar de alguien que subió al poder con tan sólo diecisiete años? ¿Y bajo la influencia de su propia madre?

El cultivador infló las mejillas con ira, preparándose para defender a su zongzhu. Fue una lástima que, antes de lograr su cometido, otro de los campesinos abrió la boca frente a él:

—Pues yo escuché que tiene problemas...

—¿¿Qué clase de problemas??—indagó el cultivador de Yunmeng Jiang, sorprendido. Hasta allí llegaron sus deseos de defender a Jiang Cheng.

—¡Problemas de alcoba! Hay cierto elemento que no se levanta, si saben a qué me refiero...

Algunos de los allí presentes se sonrojaron, mientras que otros negaron enfadados con la cabeza.

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora