Quince días pasaron desde que Wang Lingjiao hubo escapado de la cueva y fingido su muerte.
Durante los primeros tres, vigiló día y noche cada uno de los accesos disponibles, tratando en vano de adentrarse nuevamente, esperanzada de poder ayudar a Wei Ying y Lan Zhan, implorando por que estuviesen vivos, que el Sistema no hubiera cobrado venganza asesinándolos. Aunque, cuanto más tiempo pasaba, más se daba cuenta de que, en realidad, aquel pensamiento intrusivo suyo no tenía ni pies ni cabeza. Si la rabia del Sistema debía recaer sobre alguien, ese alguien tendría que ser ella y solamente ella. La muerte de cualquiera de los protagonistas solo podría significar que el juego había terminado, y por lo tanto, estar parada allí, respirando, carecería de total sentido. Eso significaba que habían sobrevivido y que, en realidad, lo único que el Sistema hizo fue asegurarse de que ambos tuvieran su tiempo a solas dentro de la cueva tal y como dictaba el canon. Lo único que ella había logrado era haber cambiado el desarrollo de la escena.
Es por eso que, al cuarto día, cuando vio a Jiang Cheng regresar a Qishan seguido varios cultivadores de Yunmeng Jiang, Lingjiao ya no sentía esa presión tan sofocante en su pecho, ni esos nervios que le quitaban el apetito. Por supuesto que Lan Zhan y Wei Ying iban a ser rescatados. Y esta vez, ambos salieron ilesos. Lo había logrado, por mucho que hubiera tenido que sufrir, lo había logrado. Ya no existía nada por qué temer; al menos no por el momento.
Habiéndolos visto partir sanos y salvos, Wang Lingjiao emprendió su nuevo viaje de exilio, apresurándose ahora sí por abandonar Qishan lo antes posible. Si bien estaba segura de que Wen Chao aún la observaba cuando xuanwu la atacaba en el lago, una nunca podía ser demasiado precavida: imposible era asegurarse de que ninguno de sus súbditos la vería pululando por ahí y daría aviso de su paradero. Sin embargo, vivir en el exilio era fácil en teoría pero difícil en la práctica, pues, ¿cómo se sustentaría a sí misma? ¿De dónde sacaría el dinero suficiente para siquiera existir? ¿De qué trabajaría, si a duras penas se estaba terminando de acostumbrar a su nueva vida en la China antigua? Además, abandonar a Wei Ying tan temprano en la trama se sentía algo...incorrecto. Si mal no recordaba, aquella fatídica noche cuando despertó en el cuerpo de Wang Lingjiao, ¿no juró hacer lo posible para arreglar la vida de Wei Wuxian? ¿No juró evitar las muertes de sus personajes favoritos? Entonces, ¿por qué ahora estaba tan empecinada en huir? Su nueva vida recién estaba comenzando.
Fue así que, una semana después, nuestra protagonista se encontraba rumbo a Yunmeng en busca de reencontrarse con Wei Ying. Según sus cálculos, basándose en conjeturas tomadas directamente de lo poco que recordaba del texto original, caminar desde Qishan a Yunmeng no debía tomar más de una semana, pues fueron siete los días que tardó Jiang Cheng en regresar con ayuda a rescatar a su hermano cuando éste quedó encerrado en la cueva. Cuatro fueron los que tardó en esta realidad modificada, pero para su desgracia, ella no contaba con una espada mágica voladora que le facilitara el viaje. Es más, ni siquiera contaba con el conocimiento geográfico necesario para tener aunque sea la más mínima idea de hacia qué dirección comenzar a caminar.
En total, tardó alrededor de quince días en arribar a lo que parecía ser, ¿un pueblo? lindero con el muelle de loto. Para llegar hasta allí no solo tuvo que despojarse de sus antiguas ropas —y lo hizo con gusto, detestaba el escote de su vestido—, sino también trabajar, mendigar, preguntar, negociar, y un someterse a un sinfín de situaciones impensadas para alguien que tan solo unos meses atrás estaba rindiendo exámenes en una escuela moderna.
Una tortura. Ese viaje había sido una tortura. Su única esperanza era que Wei Ying no haya olvidado a la astuta (ex) amante de Wen Chao, y que su corazón albergarse piedad suficiente para ayudarla una vez más. ¿Quién hubiera imaginado que, dentro de todo, el clan Wen la había tratado con impensada hospitalidad? Y, como suelen decir, uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. ¡¡Extrañaba tanto dormir en una cama!!
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Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.
FanfictionA la hora de elegir un personaje en el cual transmigrar, los Sistemas suelen priorizar dos aspectos: irrelevancia y maldad. Para hallar una víctima de transmigración, en cambio, el requisito excluyente es padecer una muerte ridícula. Wang Lingjiao n...