EXTRA 3: Los dos orgullos de Yunmeng (primera parte)

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La jerarquía de Yunmeng Jiang llevaba años sumida en constantes fluctuaciones, siendo esto un eco de la inestabilidad presente en la vida tanto pública como privada de su líder de secta.

Al día de la fecha, Yunmeng Jiang contaba con un generoso número de diez clanes subsidiarios esparcidos a lo largo y ancho de la región. Las zonas costeras solían responder al área comercial, mientras que los bosques, los humedales y las grandes ciudades internas abocaban su materia prima y hombres al mantenimiento de la tradición cultivacional y bélica. Podría decirse que, a grandes rasgos, Yunmeng era una provincia rica y variada, apta no solo para el labrado de la tierra sino también para la guerra, el arte, la caza y la pesca, y por supuesto también la política y el cultivo del qi.

Ahora bien, todas estas áreas explotables, todo este talento y cultivadores provenientes de un diamante en bruto de tal magnitud, respondían a la actual cabeza de Yunmeng Jiang: Jiang Wanyin, hijo menor del difunto líder Jiang Fengmian y su esposa, Yu Ziyuan.

Jiang Wanyin —o Jiang Cheng, como solían referirse a él— había tomado bajo su ala el mando de Yunmeng Jiang cuando era tan solo un adolescente, antes inclusive de llegar a la edad requerida para convertirse en hombre. Un movimiento un tanto arriesgado, podría decirse, pero crucial para mantener en pie el legado que Fengmian había sabido sembrar para las futuras generaciones.

Claro que hacerse cargo de un territorio tan vasto no resultaba para nada fácil, mucho más teniendo en cuenta que era un joven inexperto quien llenó el trono vacío que su propio padre había dejado de forma prematura. Esta debilidad propia de la inocencia se había visto trasladada con rapidez en forma de altibajos, pues durante la ya antigua campaña para derribar el sol Yunmeng Jiang había sufrido sus primeros trastabilleos propios de una crisis silenciosa y al mismo tiempo abrasiva.

Porque Jiang Cheng había tenido que acostumbrar su pobre corazón al duelo de la pérdida, a la responsabilidad de una secta, al cinismo de la guerra mientras mantenía a flote una familia rota. Parecía fácil desde afuera, sencillo para los consejeros que no tenían que llenar los zapatos del líder, pero la realidad difería demasiado de la fantasía propia de un pueblo que necesitaba, con todas sus fuerzas, creer en la única figura de autoridad que todavía se mantenía con vida. Y como si esto no fuera poco, Wei Wuxian —una persona ya de por sí polémica— había colmado la paciencia del joven Jiang Cheng tantas veces que nadie sabía a ciencia cierta si la relación entre ambos contaría con la estabilidad suficiente para no arruinar la poca dignidad que todavía quedaba en Yunmeng.

De esa manera, la primera gran crisis llegó a su clímax.

Madam Yu, viuda de Jiang Fengmian y por lo tanto legítima gobernante de Yunmeng Jiang, se había mantenido a la derecha de su hijo desde el mismísimo instante en el cual ascendió al poder. Incluso si en la práctica no podía hacer mucho más que auspiciar de consejera, de todas formas ella se ocupaba de aquellos asuntos en los cuales su hijo parecía renegar con mayor regularidad, representando a su secta y a su familia en aquellos asuntos protocolares de los cuales Jiang Cheng no podía —o no quería— llevar a cabo debido al peso generado por el resto de sus responsabilidades.

Esa predisposición a salvar el pellejo de su heredero se hubo mantenido presente incluso una vez superada la crisis provocada por el exterminio del clan Wen, llevando su autoridad al límite de lo políticamente recomendado en pos de aumentar el agarre del constante tira y afloja representado por Yunmeng Jiang. De todas formas, la gente no tenía mucho para criticar en cuanto a Madam Yu se trataba, siendo que Gusu Lan —otra de las sectas más influyentes— también veía reflejada en un adulto mayor la responsabilidad que parecía sobrepasar a su líder de secta. Esta era la mejor salida posible. ¿cierto? Después de todo, Yu Ziyuan era una cultivadora de renombre cuya utilidad había resultado crucial para desestresar los pobres y agotados hombros de Jiang Wanyin durante sus momentos más tétricos.

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora