Jiang Cheng regresó al Embarcadero de Loto con chenqing en su mano, y ante lo simbólico del gesto todo Yunmeng Jiang celebró el exitoso asesinato de Wei Wuxian. ¡Enhorabuena! ¡Wei Wuxian ha muerto! Gritaban. ¡Gracias a nuestro líder superaremos las adversidades! Festejaban. Pero ninguno de ellos sabía en realidad el sufrimiento detrás de ese desenlace, ni la ira y el rencor tan profundos que acompañaban.
Porque Jiang Cheng no podía sentirse orgulloso de su victoria sin importar cuánto pretendiera, cuánto fingiera satisfacción ante el ojo público. El asedio acarreó consigo innumerables tragedias, desde la traición de Wei Wuxian al lanzarse por ese acantilado, el perder el control de su propio núcleo dorado durante días, el no comprender si hubo hecho lo correcto al ayudar a los remanentes del clan Wen, hasta la repentina muerte de Jin Zixuan. De no ser por su secta, Jiang Cheng hubiese tirado la toalla desde el momento cero.
Rendirse no era una opción, mucho menos ahora que más que nunca tenía que hacerse cargo de reconstruir Yunmeng de dentro hacia afuera una vez más. Wei Wuxian estaba muerto, pero aún así los rumores acerca de la extraña desaparición del líder Jiang Wanyin acarreaban ciertas dificultades para él y su legado. Estaba en sus manos, entonces, reclamar lo que era suyo y llevar a Yunmeng Jiang a la gloria de nuevo. Mucho más ahora que Lanling Jin, su aliado principal, se encontraba tan desequilibrado en cuanto a poder y administración.
Jin Guangyao ascendió a líder de secta tan pronto como el luto por la muerte de Jin Guangshan y Jin Zixuan se dio por finalizado. Las causas de muerte del antiguo heredero fueron intrincadas en su naturaleza, pero tan apabullantes que nadie se atrevió nunca a cuestionarlas. Jin Guangyao había tomado el control tan pronto como el cuerpo de su hermano fue encontrado, y fue gracias a su diligencia y perseverancia frente a la catástrofe que Lanling Jin pudo salir ileso de la batalla. De no ser por él y su sangre fría, ¡quién sabía qué habría ocurrido! El maléfico Wei Wuxian podría haber aprovechado la oportunidad para asesinarlos a todos, ¿o no?
Pero como fuera, si bien las razones concretas por las cuales Jin Zixuan falleció —¿o lo mataron? ¿O se mató?—, lo cierto era que su secta debía seguir en pie, sus problemas debían ser atendidos, y su legado mantenido. Un bebé de menos de un año no podía liderar Lanling Jin aunque quisiera, así que nadie más que Jin Guangyao tenía derecho a ocupar el lugar de líder. Cuán buenos eran sus méritos para ser el hijo de una prostituta, murmuraban. Pero la autoridad de Guangyao era apabullante, y a esta altura incuestionable. Al menos no por el momento.
Así, de la mano de su nuevo líder, Lanling Jin entró en una nueva etapa de apogeo incluso si todavía intentaban sanar las profundas heridas de la pérdida.
Y hablando de Jin Zixuan, su muerte no solo contó con efectos colaterales referidos a su propia secta, sino también respecto a la salud de su viuda Jiang Yanli.
Jiang Yanli había sobrevivido a duras penas al ataque en Ciudad Sin Noche, empeorando su cuadro luego del aborto espontáneo de su segundo hijo, de la muerte de su marido en el campo de batalla, del asedio a su hermano, y también de la fragilidad de su estado físico y emocional. Fue por esta razón que Jiang Cheng y Madam Yu se reunieron con Lianfang-zun y pidieron la custodia de su hermana, la cual fue concedida con toda la amabilidad del mundo. Ahora bien, los esfuerzos en conjunto de un plantel entero de médicos no fueron suficientes para sanar el profundo trauma en el corazón de la pobre doncella Jiang no importó cuáles métodos, cuántas alternativas intentaron. Lo único que Yanli veía era dolor, lo único que sentía era angustia, y por lo tanto su única alternativa era permanecer encerrada en su habitación, recluida para sí misma hasta que encontrara la fortaleza suficiente capaz de juntar los cientos de pedazos de su corazón. Si es que alguna vez lograba recogerlos, eso era.
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Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.
FanfictionA la hora de elegir un personaje en el cual transmigrar, los Sistemas suelen priorizar dos aspectos: irrelevancia y maldad. Para hallar una víctima de transmigración, en cambio, el requisito excluyente es padecer una muerte ridícula. Wang Lingjiao n...