¿Por qué confían en Su She?

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Todo lo que siguió a continuación fue difícil. Continuar con las reuniones en Gusu fue difícil, concentrarse en las enseñanzas de Lan Xichen fue difícil, regresar a Qinghe fue difícil, retomar su rutina fue difícil. Pero este sentimiento de contrariedad, esta dificultad implícita que nacida de su último encuentro con Jiang Cheng en mucho difería al suplicio que significó dejarlo dos años en el pasado, porque ahora venía ligado a un sentimiento de expectativa muy extraño que Lingjiao todavía no estaba segura de cómo encarar.

Aunque no la culpen por encontrarse a sí misma pensando así, pues por primera vez, y solamente después de una ridícula cantidad de situaciones desafortunadas, es que Lingjiao halló la paz que tanto había anhelado. ¿Quién diría que para cerrar un ciclo tenías que volver a caer en él? Al menos una última vez, al menos sincerándote con él y contigo misma. Ya no había rencores que la ataran, ya no había malentendidos ni remordimientos: Jiang Cheng se había disculpado, había aceptado cuántos errores hubo cometido por mano propia y, al mismo tiempo, ella también pudo liberar meses y meses de asuntos sin resolver. Si bien el fantasma de la desconfianza estaba allí, por lo menos ahora podía llamarse digna poseedora de una libertad impensada hasta el momento. Lo único que quedaba, pues, era decidir qué hacer con esta nueva tranquilidad suya.

El primer asunto del cual debería preocuparse tenía nombre y apellido, en realidad, y siendo sinceros podría decirse que también le debía una grandísima disculpa. No le diría el porqué, claro, no era lo suficientemente suicida como para aparecerse frente a él y decirle "me acosté con mi ex", pero al menos tendría que hacerse cargo de sus propias metidas de pata. Ahora bien, cómo es que arreglaría ese diminuto inconveniente..., eso todavía no lo tenía del todo claro.

Nie Huaisang hizo uso de su sabiduría sacada de novelas románticas y, como resultado, le comentó que tal vez lo mejor sería olvidarse ahora sí de Jiang Cheng, pretender que nada había ocurrido realmente y continuar con su vida. ¡Listo! ¡Borrón y cuenta nueva! Su Minshan no tenía porqué enterarse de nada, ni siquiera si las supuestas disculpas que le debía venían escondidas bajo alguna otra excusa. Él seguía considerando que Su She le había agregado un nuevo aire a su vida, que se percibía diferente desde que comenzaron sus citas, y ese convencimiento suyo no sería diluído sólo porque Lingjiao hubo decidido jugar con ciertas partes del cuerpo de cierto hombre que no venía al caso nombrar. 

Lo que Huaisang no sabía, o por lo menos parecía no tener ganas de darse cuenta de ello, era que a Lingjiao la presencia de Su She le seguía importando tanto como en el primer momento: absolutamente nada. Sí, era cierto que se veía un poco más alegre desde que comenzó a salir con él, pero no porque le gustara el hombre en sí, sino porque no quería herir los sentimientos de Huaisang. Él se esmeraba tanto en ayudarla, en buscar alternativas para permitirle distraerse, que el demostrar tan instantáneamente que no le interesaba en lo absoluto salir con otros hombres se presentaba ante ella como un gran inconveniente. No podía defraudar a su hermano jurado, ¿no?

Fue por eso que, para bien o para mal, Lingjiao cumplió la promesa que compartió con Su She previo al viaje a Gusu, y tan pronto como ambos estuvieron disponibles decidieron dar por iniciado lo que vendría a ser su cuarta y última cita. Última, sí, porque la próxima vez que se vieran todo aquel teatro se iría por el caño, tanto por parte de Lingjiao como también de Su Minshan.

Pero sin ánimos de adelantarse a los hechos, es menester narrar cómo resultó éste cuarto encuentro entre ser humano envidioso y Lingjiao, la emperatriz milenaria de las payasas. 

Su Minshan se veía tan emocionado como de costumbre, y esa emoción, por mucho que Lingjiao intentara reprimir el sentimiento, le generaba unas incontrolables ganas de salir corriendo de allí. No lo comprendía, de verdad que no lo hacía, cómo un hombre que era por lo general tan despreciable, ególatra, machista y desconsiderado, parecía tener semejante lado gentil cuando se trataba de hablar y estar con ella. Aquel incidente en Lanling, cuando intentó escudarla detrás de su cuerpo, había encendido en ella la alarma de la apatía pues por supuesto que alguien como él se creería la suficiente gran cosa como para no tener en cuenta cuán ágil o no fuese ella a la hora de salvarse su propio pellejo. Sin embargo, en sus encuentros posteriores ni una sola vez intentó pasar por encima de su voluntad, tanto a la hora de tocarla como también de acatar sus gustos y requerimientos. Gracias a esta dicotomía tan estúpida es que Lingjiao desconfiaba de si ella era la mala o si Su She estaba tramando o escondiendo algo más allá de lo que dejaba ver a simple vista, pero siendo honestos, tampoco era como si estuviese muy interesada en descubrirlo. Cuanto más lejos del secuaz de Jin Guangyao con dudosa sexualidad,  mejor. 

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora