Tan pronto como el periodo de luto fue superado, la fiesta de cumpleaños de Jin Ling fue anunciada ante todo Lanling y resto de regiones colindantes.
El cumpleaños del niño siempre era ocasión de celebración, pues alguien así de joven merecía que todos y cada uno de sus años de vida fueran recibidos con la misma alegría y las mismas predicciones de buena fortuna. Jin Ling era a su manera un sobreviviente, pues su padre había muerto trágicamente y su madre vivía con las secuelas de la guerra sobre los hombros. Si a eso se le sumaba la cantidad ridícula de muertes que envolvían al resto de sus familiares —el niño hubo perdido a su abuelo paterno, a su abuela paterna, y aunque aún no lo sabía pronto perdería también a su primo más joven—, y las otras ausencias que lo martirizaban —es decir, la ausencia marcada de su madre en reclusión y la recientemente adquirida ausencia de su tía política materna—, podría decirse que el niño merecía un poco de distensión, sobre todo cuando tenía que ver con celebrarse a sí mismo.
Ahora bien, Yunmeng Jiang era sin duda una secta con una buena posición económica, política y social, sí, pero no se acercaba en nada al lujo que ostentaba Lanling Jin. Por supuesto que las fiestas de Jin Ling serían llevadas a cabo en la Torre de Carpa y no en el Embarcadero de Loto, pues.
Jin Ling había arribado a Lanling junto a su jiujiu y su perra, la cual a esta altura debía estar cerca de los seis meses de edad. Un entrenamiento riguroso tanto por parte del niño como de su tío habían vuelto ya al can en todo un animal espiritual de compañía, incluso si aún conservaba los arranques energéticos propios de un cachorro. Y es que el único problema del cual tuvieron que hacerse cargo al llegar a Lanling no fueron sólo los altibajos conductuales propios de su corta edad, sino el hecho de que el animal parecía extrañar a su hermana, la otra perra que se había unido a la familia Jiang al mismo tiempo. Pero cabe agregar que bajo ningún concepto Jiang Cheng llegaría a la Torre de Carpa junto a Hada y Corazoncito, porque traer consigo el regalo de su ex no sería más que una demostración tácita de sumisión. Y él no deseaba mostrarse sumiso en lo absoluto.
Lo cierto era que el tiempo había transcurrido igual de lento en el Embarcadero de Loto como en el Reino Impuro, aunque las situaciones difirieron un poco entre persona y persona.
Lo primero que Jiang Cheng sintió al caer en cuenta de su nueva realidad fue rabia pura. Durante semanas enteras se creyó dueño de la verdad, dueño de esa ira que le afirmaba una y otra vez que él tenía razón. Ming Jia lo había engañado, había jugado con él, lo había manipulado emocionalmente para obligarlo a soltar frente a ella toda esa vulnerabilidad que, en cualquier otra situación, embotellaría dentro de su corazón hasta envenenarse. Sí, sí era cierto que ahora estaba solo, que ahora no tenía quién lo ayudara, quién alivianara el peso sobre sus hombros, pero él era un hombre adulto, autosuficiente, resiliente que no necesitaba a nada ni a nadie para salir adelante. Su madre tenía razón en ese sentido: las debilidades había que arrancarlas de raíz, porque de otra forma se tornarían en una tortura.
Sin embargo, las cosas no fueron tan fáciles como él imaginó.
Y es que los sentimientos... los sentimientos eran imposibles de aplacar incluso con el enojo a flor de piel. Porque Jiang Cheng, por cuarta vez consecutiva, amó. Y por cuarta vez consecutiva ese amor terminó en tragedia:
A la vida no le bastó con la decepción que significaron sus padres, con la muerte de Wei Wuxian ni con la reclusión de su hermana Yanli. A la vida no le bastó con despojarlo de todos y cada uno de sus pilares, desde la pérdida temprana de su infancia hasta el cargo de responsabilizarse de la vida de un niño siendo él no más que un adulto recién formado. Todo para él eran desgracias, una tras otra, articuladas como si el destino estuviese empecinado en impedirle ser un hombre estable y feliz. Todas y cada una de las veces en las que Jiang Cheng se permitía la esperanza, ésta le era devuelta en forma de angustia. Y lamentablemente, Ming Jia no fue la excepción.
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Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.
FanfictionA la hora de elegir un personaje en el cual transmigrar, los Sistemas suelen priorizar dos aspectos: irrelevancia y maldad. Para hallar una víctima de transmigración, en cambio, el requisito excluyente es padecer una muerte ridícula. Wang Lingjiao n...