¿Hacía falta otro asedio? (Primera parte).

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Capítulo 117: 

El Salón de la Fragancia se encontraba silencioso, tan silencioso que por un instante Lingjiao creyó estar adentrándose en una tumba y no en un cuarto. Afuera se escuchaban aún los gritos de un sinfín de discusiones acaloradas, las cuales todas y cada una tenían un objeto en común: Wei Wuxian.

No obstante a este deseo suyo por regresar al meollo del conflicto, Lingjiao continuó su camino a través del espejo y escudriñó las estanterías y los cofres, los armarios y los cajones, hasta dar con la bolsa espiritual que recordaba haber vislumbrado mientras se marchaba junto a Jiang Cheng. En el sector principal de la habitación yacía aún la pobre Qin Su, inerte, condenada en muerte a esperar por el regreso de su esposo (y hermano). Si tuviera el tiempo y la voluntad le hubiese gustado disculparse por haber ignorado la tragedia de su vida, pero en ese momento lo único en lo que pensaba era en adueñarse de esa dichosa evidencia y huir antes de ser descubierta. Estaba en el corazón del territorio enemigo, y cualquier paso en paso terminaría con Jin Guangyao respirandole sobre la nuca.

Tan pronto como Lingjiao halló la dichosa bolsa espiritual y la guardó dentro de la manga de su túnica, el macabro silencio que la rodeaba fue resquebrajado por el sonido de unas pisadas. Jin Guangyao entró a su tesorería con paso ligero, suspirando con congoja desde lo más profundo de sus pulmones. Suponía pues que Wei Wuxian acababa de huir junto a Lan Wangji, ¿cierto? Y afuera el resto de líderes de secta debían estar debatiendo cómo lo eliminarían lo antes posible.

Lingjiao se escondió contra el lateral de una columna, esperando ansiosa el instante justo en el cual abalanzarse contra el espejo y salir de allí antes de llamarse descubierta. Por el amor de todos los dioses, que Jin Guangyao se concentrara en el cadáver de Qin Su y la dejara escapar tranquila, que no se detuviera a confirmar el paradero del dichoso espíritu que esa bolsa escondía, porque de ser descubierta esta vez no tenía los medios necesarios para defenderse y salir de allí con vida.

Jin Guangyao atravesó la habitación de una punta a otra, arrodillándose en el suelo para así acunar el cuerpo de su esposa entre sus brazos. ¿Estaba arrepentido, tal vez? ¿Tendría alguna clase de remordimiento? ¿O eran ese tipo de sentimientos incompatibles con alguien así de cínico? La llorara o no de toda formas tenía que darle un funeral adecuado, pues bien sabía él que todavía tenía que mantener las apariencias porque, en teoría, nadie había descubierto aún su verdadera naturaleza.

Claro que Jin Guangyao no sabía que no valdría la pena continuar con su puesta en escena, pues tan sólo faltaban un par de días más antes de ser desenmascarado frente a todo el maldito mundo. Nie Huaisang debía haber dejado ya entre sus pertenencias la última carta amenazante, ¿no? Esa que escribieron un par de días atrás, esa donde le afirmaban que en siete días todos sus secretos saldrían a la luz. ¿Qué clase de plan llevaría a cabo en respuesta? ¿Actuaría tal y como su contraparte original? ¿O existiría en este universo alguna clase de cambio que comprometiera el esfuerzo llevado a cabo por esa y su Sangsang?

Pero, ¡maldición! No era momento de ponerse a sobrepensar qué demonios haría o no haría Jin Guangyao en el templo Guanyin, ¡lo más inmediatamente importante era escapar de allí! Por eso mismo Lingjiao aguantó la respiración y salió lo más rápido posible de la tesorería personal de Jin Guangyao, utilizando luego una de las ventanas traseras del Salón de la Fragancia para abandonar de una vez por todas la estúpida habitación del hombre en cuestión.

Sin embargo, tan pronto como Lingjiao dejó caer su cuerpo contra el frío suelo que conformaban los pasillos de la Torre de Carpa, fue la calidez de un cuerpo humano lo que amortiguó su aterrizaje.

No podía ser, ¿¿¿quién demonios estaba allí??? ¿¿¿Qué estaban haciendo??? No podía ser Jiang Cheng, ¿no? Era noventa y nueve por ciento imposible que diera la suficiente casualidad de toparse nada más ni nada menos que con su novio —prometido, a esta altura— mientras abandonaba los aposentos de Jin Guangyao.

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora