Ciudad Yi (derogativo) (segunda parte).

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Capítulo 114:

Wei Wuxian miró confundido el tazón de arroz glutinoso hervido, incapaz de comprender qué tenía su aroma de extraño como para haber generado en Lingjiao reacción tan aleatoria. Mas había asuntos mucho más importantes de los cuales ocuparse, por lo que se encogió de hombros y comenzó a sazonar el congee recién cocinado.

Los platos fueron repartidos detrás de una seguidilla de comentarios ácidos por parte de Jin Ling, los cuales iban y venían al mismo tiempo en el cual eran refutados por Sizhui y el resto de los juniors. Claro que tan pronto como sus pobres paladares saborearon semejante abominación en forma de congee aquellos malos comentarios se reprodujeron entre las bocas de las pobres víctimas culinarias, los cuales se tragaron su supuesto remedio en contra de sus voluntades.

—¿Qué demonios es esto? ¡Es veneno!—Jin Ling esbozó una mueca de asco bastante similar a la de Lingjiao—. ¿Quieres asesinar a mi ayi?

—¡No es veneno, es la cura!—Wei Wuxian se llevó una cucharada de congee a la boca, sorprendiéndose a sí mismo al percatarse que, efectivamente, había exagerado un poco al agregar picante—, además, no me malinterpretes, no es mi intención agregarle a tu tía más dificultades. Ya se ve en aprietos, después de todo.

Lingjiao tenía el rostro pálido debido a las ganas de vomitar, aunque luego de un par de instantes de autocontrol logró suprimir este incómodo episodio de debilidad estomacal. Ella no era así, estaba demasiado acostumbrada ya a los horrores culinarios chinos como para perder el control frente a algo así de inofensivo como lo era una sopa de arroz hervido.

—A-Ling—llamó Lingjiao, obligándose a sí misma a continuar ingiriendo ese caldo de perdición—. No te quejes, cuando era joven, yo tenía un shixiong cuyo ojo para la cocina era igual de desastroso.

Wei Ying clavó entonces sus pupilas en Lingjiao, curioso ante una frase tan repentina y reveladora. Él sabía que Lan Zhan había descubierto ya su verdadera identidad pues hablaron ya al respecto —incluso si no comprendía cómo lo había reconocido con tanta facilidad—, pero hasta el momento no había logrado vislumbrar si ella estaba consciente o no de con quién estaba tratando. Suponía que, a esta altura, la respuesta resultaba ya un tanto evidente.

—Ming-nushi.—aquel que llamó su atención fue Lan Sizhui—. Mi familia me ha contado historias acerca de un viejo superior mío que solía jugar chascarrillos similares.

Con "su familia", Lan Sizhui debía estar hablando de Wen Qing y el resto. Por supuesto que Lan Wangji debió haberle prohibido hablar de ellos en público, por lo que no tenía en realidad otra forma de traerlos a colación más que siendo algo vago al respecto. Pero dios..., ¿qué ocurriría cuando vinculara estas memorias difusas con Wei Ying? ¿Cuando descubriera que todo ese tiempo había estado interactuando con su otro padre? Ni hablar de cómo reaccionaría Wuxian al enterarse sobre la supervivencia de sus queridos remanentes Wen, esos de los cuales no podía hablar pues Jiang Cheng deseaba hacerse cargo en persona de revelar sus secretos. Claro, siempre y cuando Lan Wangji no le hubiese contado ya acerca de su paradero oculto.

—El shixiong del cual hablo era tan peculiar en la cocina, que Jiang-zongzhu solía arremeter con furia cada vez que era él quien cocinaba sus platillos. De hecho, en más de una ocasión terminó cediéndomelos a mí para ahorrarse el tener que comerlos—continuó Lingjiao, mirando de soslayo a Wei Ying de tanto en tanto.

Ah, ¡así que allí iban a parar los platos que Jiang Cheng arrojaba! ¡Torturaba a Lingjiao obligándola a comérselos! Wei Wuxian tuvo que morderse la lengua para impedirse soltar ese comentario tan delator.

—¿El líder de la secta Jiang hacía eso? ¿C-Cómo podía tratar así de mal a alguien como usted?—acotó Jingyi, quien recibió una mirada bastante severa por parte de Sizhui. Una de las tantas reglas de Gusu Lan consistía en no hablar mal a las espaldas de la gente.

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora