Ninguna boda y un funeral (primera parte).

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Jiang Fengmian falleció dos días después del repentino golpe propiciado por Qishan Wen.

Las cuarenta y ocho horas previas a su muerte fueron de lo más caóticas, con decenas de mensajeros, sabios y sirvientes yendo y viniendo de una habitación a otra, discutiendo en los pasillos qué sería del clan Jiang si su lider llegaba a morir, cómo los trataría el futuro si un joven de tan solo diecisiete años tomaba su lugar, qué dirían las otras sectas cuando se enterasen de lo acontecido. En una situación donde la prudencia parecía ser necesaria pero escasa, eran las conspiraciones y rumores los únicos que lograban infiltrarse por las paredes del muelle de loto. Inaceptable. Inaceptable que un hombre estuviese al borde de la muerte y lo único en lo que ellos pensaran era en cómo sobrevivirían en el caso de que Yunmeng perdiera su prestigio.

O al menos eso pensaba Jiang Cheng cada vez que caminaba desde su habitación hacia la de su padre y se encontraba a sí mismo inmerso en un mar de miradas disimuladas y susurros pasajeros. Por favor , deseaba, no dejen morir a mi padre . No quiero estar solo.

Mas los desesperados esfuerzos por parte de Jiang Yanli, quién se había ofrecido a cuidar de su padre y de su hermano menor, no rindieron fruto sin importar cuánto lo intentara. Cada hora que pasaba, la herida abierta en el pecho de su padre no hacía otra cosa más que empeorar. Y a ella ya no le daban los ojos para seguir llorando.

—Yanli—Jiang Fengmian abrió los ojos sin saber que esa sería la última vez que vería el rostro de su primogénita—, Yanli...

Los agotados ojos de la joven se clavaron en el rostro de su padre. Había surcos marcándose debajo de sus ojos y grietas en la piel de sus labios. Se veía cansado al punto del agotamiento. Estaba exhausto, utilizando los últimos restos de energía que conservaba.

Del otro lado de la puerta, Jiang Cheng permanecía petrificado en su lugar, una de sus manos a punto de correr la mampara que lo separaba de su moribundo padre. Tenía miedo de entrar a la habitación.

—Yanli... ¿Cómo está Wei Wuxian? ¿Qué ha pasado con él?—su voz sonaba rasposa, y cada vez que su pecho se hinchaba para permitir el paso del aire, sus cejas se sacudían ligeramente. Respirar le dolía.

Jiang Yanli continuó llorando con una mezcla de sentimientos aflorando en su interior. Estaba simplemente devastada. Incluso si su padre hubo despertado, todo indicaba que nada tardaría en abandonarlos. Estaba frustrada, porque incluso con la ayuda de su madre no fueron capaces de prevenir el ataque de Wen Zhuliu a Wei Ying, ni el posterior engaño de Wen Chao. En ese momento, la victoria de Yunmeng Jiang ante el clan Wen le parecía de lo más hueca y sin sentido del mundo. ¿Qué importaba ganar? Si dos de las personas que más amaba estaban en estado crítico, y uno de ellos no sobreviviría la noche.

Del otro lado de la habitación, el corazón de Jiang Cheng dio un vuelco. La mano que sostenía la puerta le temblaba ligeramente. Incluso en una situación al límite, lo único que su padre hacía era preocuparse por Wei Ying. ¿Por qué no preguntó dónde estaba él? ¿Es que no le interesaba si había salido herido? Es verdad, Fengmian se sacrificó por él y por su hermana mayor, pero entonces, ¿por qué seguía sintiendo que a su padre no le importaba? ¿Por qué debía ser tan egoísta ?

—A-Xian está inconsciente—Jiang Yanli se secó las lágrimas para luego las dos manos de Fengmian entre las suyas, aferrándose a él con todas sus fuerzas—. A-Cheng y yo hemos estado cuidando de él. Pronto despertará, no te preocupes por él—Fengmian suspiró aliviado—. Padre...

—¿Y dónde está... Jiang Cheng?

Los oídos de Jiang Cheng vibraron al sentir su nombre. Esa era la señal que tanto había estado esperando.

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora