Mientras que Jiang Cheng se emborrachaba en su miseria, Lingjiao estaba teniendo sus propias batallas personales por enfrentar. La primera y más importante tenía que ver con la tan esperada reaparición del dichoso Sistema, mientras que la segunda tenía nombre y apellido: Su She.
Pero primero hay que ir por partes: para explicar cómo es que Lingjiao llegó a acumular la poderosa cifra de tres citas con nada más ni nada menos que Su She, es menester justificar por qué alguien como ella, tan demirromántica por naturaleza, hubo decidido dejar de lado sus propias convicciones personales y aceptar, así, los cortejos de un hombre odioso.
Su razón principal se resumía en dos simples palabras: presión social. Obviamente no se refería a aquella ejercida por los mismos desconocidos que hubieron hostigado su relación con Jiang Cheng, no, sino que se refería a la presión que su propio círculo de allegados parecía tan empecinado en administrarle. Lingjiao tenía que ser sincera en algo: de tanto escuchar las mismas palabras una y otra vez, la llama de la curiosidad terminó encendiéndose dentro de su cansado cerebro. Porque de todas formas, y por mucho que le pudiese desinteresar conseguir pareja, Lingjiao terminó aprendiendo por las malas que vivir en Mo Dao Zu Shi implicaba amoldarse a las reglas de una sociedad que en demasiado difería a la que ella alguna vez acostumbró. En sus tiempos (modernos) nadie que ella conociera la habría juzgado por permanecer toda su maldita vida sola, pero en estos lares tan dramáticamente tradicionalistas, que una mujer en sus casi treinta años y con un historial de dramas amorosos continuara soltera..., sí daba de qué hablar.
Por mucho que alguna vez le hubiesen resbalado los constantes rumores sobre qué diablos hacía o no, lo cierto era que lastimosamente ya no podía llamarse más inmune a ellos. Efectos colaterales del drama de Jiang Cheng, suponía. Tantas veces le hubo afirmado que a ella no le importaba qué dijeran acerca de su vida, pero tantas fueron las consecuencias de creerse inmune a semejantes comentarios, que al final no pudo sino aceptar que tendría que dar el brazo a torcer con ciertos aspectos.
Esto no significaba que buscara casarse, para nada, pero si Lingjiao quería retomar su idea original de vivir tranquilamente en una montaña alejada de la sociedad, primero tendría que ganarse el mínimo respeto que le permitiera adquirir una propiedad así. Eso significaba que podría fingir interés por ser una doncella hecha y derecha para luego terminar por rechazar los cortejos y huir con un poco de dinero a su propia granja personal tan pronto como Wei Ying haya revivido y su misión de maestra titiritera se hubiese dado por concretada. Sí, eso sonaba como una buena idea: Lingjiao fingiría ser una de ellos, por lo menos hasta que Jin Guangyao se encontrara dentro de un ataúd abrazado al cuerpo de..., ¿de quién? Ni siquiera estaba al tanto de ese detalle, aún.
De todas formas, su plan por aparentar normalidad no era el único impulsor de su nueva fase de experimentación. Como había dicho, Huaisang seguía insistiendo en que un clavo sacaba otro clavo, y después de meses y meses de escuchar lo mismo noche tras noche, lo cierto era que, tal vez, había comenzado a creérselo.
Ella fue clara con Jiang Cheng: ya había tenido suficiente de él. Eso significaba que, más allá de su desinterés intrínseco, nada le impedía divertirse por allí, ¿no? Si no le gustaba, pues mal por ella. Pero suponía que, a fin de cuentas, intentar no estaba demás.
Ahora bien, Lingjiao llegó a la conclusión de que intentaría con Su She por el simple hecho de que era el único ser humano que demostró interés en ella y vivía a, por lo menos, cien kilómetros del Reino Impuro. Pues perfectamente podría haber decidido darle una oportunidad a uno de los cultivadores que vivían con ella en Qinghe... mas eso implicaría verlos a diario, hablarles a diario, y por consiguiente aguantarlos a diario. Su She era la mejor de sus opciones, porque significaba que la mayor parte de sus interacciones serían por correspondencia escrita. De esa manera se aseguraría no saturarse interactuando con extraños, además de que le daría suficiente tiempo entre cita y cita para mentalizarse a sí misma de si quería continuar intentando o no. ¿Y quién sabía? Quizá lograría traspasar la barrera de la apatía por segunda vez en su vida, y de paso ayudaría a la trama al arrebatarle a otro de los villanos medianamente importantes. Aunque hasta el momento Su She no había hecho nada malo, ¿no? Después de todo, Wei Ying no hubo sido acusado de la maldición esa tan horrible que desató sobre el idiota de Jin Zixun, por lo que esa subtrama fue completamente omitida. ¿Cuál sería el significado de esto? ¿Tendría el Sistema otros planes distintos para Minshan?
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Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.
FanfictionA la hora de elegir un personaje en el cual transmigrar, los Sistemas suelen priorizar dos aspectos: irrelevancia y maldad. Para hallar una víctima de transmigración, en cambio, el requisito excluyente es padecer una muerte ridícula. Wang Lingjiao n...