Madam Yu la casamentera (tercera parte).

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La segunda pretendiente llegó al Embarcadero de Loto dos semanas después de que el simposio en Lanling Jin llegó a su fin. Increíble cuánto tiempo tardó Lingjiao en organizar el encuentro, pero es que Madam Yu era una anfitriona tan exigente e insoportable que hasta el más mínimo detalle tenía que ser revisado por lo menos cinco veces. Jiang Cheng no ayudaba demasiado tampoco, pues incluso si el hombre no se mostraba tan reacio a esta segunda cita —Lingjiao fruncía el ceño en su dirección cada vez que lo veía hablar con su madre, puesto que le estaba comenzando a enfermar ya lo muy sumiso que se mostraba frente a ella—, tampoco era como si se esforzara en ayudarla a facilitarse el trabajo. Podría decirse que Jiang Cheng intentaba sabotear la reunión, pero solamente de forma tácita. Si le preguntabas cara a cara, lo único que decía era "es lo mejor para Yunmeng Jiang" y continuaba con su vida. ¡Claro! Déjenle a ella el trabajo sucio, ¿no?

De todas formas, y luego de tener que recurrir a encender inciensos en su habitación a modo de terapia de relajación, la segunda cita a ciegas arribó por fin al Muelle de Loto. ¡Bienvenida, doncella número dos! ¿Qué clase de infortunada situación nos traerá tu presencia?

Lingjiao estaba recostada contra una columna justo frente al pabellón residencial de la secta, haciendo todo lo humanamente posible para no dormirse en ese mismísimo instante. A decir verdad, el ruido del agua fluyendo por los canales del Embarcadero de Loto la estaba arrullando cual niña pequeña, y de no ser porque todavía tenía entre sus brazos una ridícula cantidad de pergaminos —los cuales no podía dejar caer al suelo bajo ningún concepto—, lo más probable era que hubiese cerrado los ojos para entregarse así a los seductores brazos de Morfeo.

—¿Ming-gongzi?—Lingjiao se sobresaltó ante el llamado. Dios, ¿¿por qué le estaba susurrando así?? ¿¿Acaso quería asesinarla del susto??

Se trataba de la cita a ciegas número dos en todo su esplendor. La primera doncella elegida era linda, sí, pero tan pronto como Lingjiao clavó los ojos sobre ésta nueva pretendiente, la quijada casi se le descoloca del cráneo. ¿¿¿Cómo podían existir mujeres tan hermosas??? Y Lingjiao estaba allí enredada con un hombre. Qué dura es la vida.

—Discúlpeme, ¿se le ofrece algo?

¿Por qué la situación le resultaba tan familiar? Como si... como si esta fuera la segunda vez consecutiva en la que se acercaban a ella antes de la cita propiamente dicha. Dios, ¿acaso le veían cara de manual para entender a Jiang Cheng?

—No, perdone usted mi atrevimiento, ¿acaso estaba descansando...? N-No fue mi intención molestarlo...—oh, esta tenía problemas de autoestima, ¡igualita a Lingjiao! Sólo que ella sí alzaba la voz, no como la mujer frente a sus ojos—. Es que verá..., sé que usted es cercano a Jiang-zongzhu, así que quería preguntarle si tiene algún consejo para darme. ¿Cómo podría acercarme a él?

Lingjiao se mordió la lengua antes de responder. Definitivamente no iba a darle un sermón acerca de cómo leer el estado de ánimo de Jiang Wanyin tal y como lo hizo con la anterior, pues el monólogo no sólo la había hecho darse cuenta de sentimientos bastante molestos, sino que de paso terminó con la pobre dama creyendo que Jiang Cheng era una pobrecita víctima sedienta de abrazos. Diablos, al pensar en eso no pudo sino ahogar una risa a modo de resoplido. Sorodidad, Lingjiao, sororidad.

—Déjeme pensar...—por mucho que estuviese adoptando una actitud algo ácida en el interior, Lingjiao nunca sería irrespetuosa con nadie, pues a fin de cuentas las mujeres lo único que deseaban era perpetuar el matrimonio para así escapar vaya a saber dios de qué clase de lazos familiares abusivos, o tal vez también por ambiciones o deseos propios. Ella no era nadie para juzgarlas, así que, ¿por qué no echarles una mano sincera?—. ¿Es usted buena con las palabras?

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora