Hablarle a Jiang Cheng es una muy mala idea.

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Gracias a los cielos, el incidente de la cacería nocturna no pasó a mayores. Luego de haber dado aviso acerca del avistamiento y confrontamiento contra el cadáver feroz, se inició una investigación prudente acerca del porqué de su aparición. Fue un alivio que el cuerpo se haya aparecido frente a cultivadores y no ante la población común, la cual sin duda hubiera sucumbido ante el pánico.

La resolución del caso fue simple: por azares del destino, la mañana anterior a la cacería un hombre de mediana edad cometió suicidio en las inmensidades del bosque, alejado de cualquier persona que pudiera siquiera pensar detenerle. Las razones de su ahorcamiento fueron una ardua batalla por salir adelante económicamente en un hogar donde la indiferencia y los malos tratos abundaban, mientras que el apoyo y la comprensión escaseaban. Todo el resentimiento que huno acumulado durante tantos meses desencadenó su posterior transformación en un cadáver feroz de alto nivel, de esos a los que hay que tenerles mucho, mucho miedo. O eso pensaba Lingjiao.

Más allá del incidente, el resto de la expedición se desenvolvió con normalidad, y para cuando hubieron vuelto al embarcadero de loto, los ánimos no se encontraban tan bajos como uno podría llegar a imaginar. Al contrario, el brillante desempeño de Jiang Cheng y Wei Wuxian fue reconocido ante el resto de los aprendices, quienes felicitaron con alegría los logros de sus shixiongs.

En cuanto a Lingjiao, luego de haber corroborado que ninguna de sus acciones tuvieron consecuencias negativas —le daba terror pensar que por su culpa alguien hubiese salido herido—, se marchó en silencio a su habitación y se encerró a meditar. Tenía bastante en lo que pensar.

Había algo que comenzaba a molestarle: quizá estuvo malinterpretando a Jiang Cheng todo ese tiempo. Era extraño, su cerebro acababa de empecinarse en hacerle ver que sus actitudes hacia él no resultaban sinceras en lo absoluto. El intentar acercarse a él por meras motivaciones externas —véase: para complacer a Yanli, para salvar su trasero en un futuro— empezaba a generarle cierta incomodidad, como si de alguna u otra forma se estuviese aprovechando de su "amabilidad" —tenía que colocarlo entre comillas, pues Jiang Cheng era de todo menos amable—, y eso era simplemente inaceptable. ¿Cómo podía hacerle algo así luego de que Jiang Cheng hubiera arriesgado su vida por ella no una sino dos veces? Claro, no podía estar segura de si fue él quien la resguardó de Wen Zhuliu aquella vez en Qishan, e incluso si lo fuera nunca tendría la oportunidad de agradecérselo, pero solo con sospechar su autoría le bastaba para replantearse su postura ante él. Tal vez Yanli tenía razón, y lo único que necesitaba era alguien que comprendiera lo tormentoso de sus sentimientos; pues seamos sinceros, todo aquel que haya leído la novela sabe cuán tormentoso en general resulta ese hombre.

De ahora en adelante hablaría con él por el genuino deseo de ser su amiga.

Luego de un par de días transcurrido el incidente, Wang Lingjiao continuó con su vida de forma regular, con el único agregado de que ahora no existían los momentos de aburrimiento; no ahora que tenía el privilegio de pasar cada una de sus tardes junto a Nie Huaisang. Juntos hicieron todo aquello que se hubieron prometido durante su primer salida juntos, desde pintar, leer, escribir, recitar, cantar, hasta beber en la privacidad de su habitación. Decir que eran inseparables era quedarse corto.

Pero por mucho que Lingjiao estuviera disfrutando la simpleza de su vida rodeada de amistades, la amenaza del Sistema nunca desaparecía de su cabeza. Treinta días faltaban para la caída de Yunmeng. Treinta días faltaban para que su burbuja de felicidad fuera pinchada por las oscuras y tenebrosas garras del canon.

A menos que pudiese evitarlo.

Desde que el Sistema se dignó a reaparecer —solo para avisarle que un mes la separaba de uno de los hitos más desgarradores de la historia—, Lingjiao comenzó a levantarse más temprano que de costumbre para practicar en soledad. Sin nadie que la vigilara o la juzgara por su falta de talento, tal vez hallaría una forma de mejorar todas esas aptitudes que necesitaría sacar a relucir cuando llegue el momento de luchar por defender lo que a estas alturas era suyo. Su hogar.

Los infortunios de transmigrar en una villana secundaria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora