XIII

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Chicago había arrasado con todo; fueron cuatro shows consecutivos. Si Louis fuera Harry, probablemente ya estaría muerto. Pero ahí estaba, Harry corriendo sobre la caminadora mientras Louis tomaba fotos.

El sudor del alfa hacía que su espalda brillara bajo la luz del gimnasio, resaltando cada músculo trabajado. Su aroma, una mezcla de menta fresca, chocolate dulce y un toque amargo de café, inundaba el aire, envolviendo a Louis en una nube embriagadora. Cada inhalación lo hacía transpirar más, y la dulzura del chocolate lo hacía salivar mientras el amargo del café despertaba todos sus sentidos.

Harry no parecía afectado por el agotamiento de los shows. Mantenía un ritmo constante, su respiración regular y controlada. Louis, en cambio, sentía su corazón acelerarse no solo por el esfuerzo de seguir a Harry con la cámara, sino también por la proximidad al alfa.

Louis se esforzaba por mantener la compostura, concentrándose en su trabajo. Sabía que estas fotos eran importantes, capturando la dedicación y el esfuerzo detrás de cada presentación. Sin embargo, no podía evitar que su mente divagara, preguntándose cómo Harry lograba mantener esa energía inagotable. La combinación de aromas lo envolvía, intensificando la experiencia.

Harry, sin dejar de correr, giró la cabeza y le dedicó una sonrisa a Louis, reconociendo su presencia. —¿Cómo van las fotos? —preguntó con la voz apenas entrecortada por el ejercicio.

Louis bajó la cámara un momento, devolviéndole la sonrisa. —Geniales. Capturando todo el esfuerzo —respondió, tratando de mantener la voz firme.

—Genial. Quiero que mis fans vean lo que hay detrás de cada show —dijo Harry, volviendo a concentrarse en su carrera.

Louis asintió, aunque Harry ya no lo miraba. Volvió a levantar la cámara, decidido a capturar la esencia del alfa en cada toma.

Louis se movía por el gimnasio, buscando los mejores ángulos para sus fotos, cuando su teléfono comenzó a sonar. Lo ignoró al principio, concentrado en su trabajo, pero volvió a sonar insistentemente.

—Puedes atender —dijo Harry, sin dejar de correr.

Louis asintió y tomó su teléfono, llevándoselo a la oreja. —Hola, pa. Estoy trabajando. ¿Te puedo llamar en la noche?—

—Lou... aquí son la una de la mañana —susurró el alfa al otro lado del teléfono.

—¡Oh! Mierda, el cambio de horario. Espera un segundo —dijo Louis, mirando a Harry—. ¿Em-puedo retirarme unos minutos? —cuestionó con cierta preocupación.

—Ve, Lou —asintió Harry, apagando la máquina y tomando una botella de agua.

Louis asintió agradecido y se dirigió hacia la salida del gimnasio, llevándose nuevamente el teléfono a la oreja. —Pa, perdona. Con el cambio de horario, ni me di cuenta. ¿Todo bien?—

—Sí, está todo bien, solo quería llamarte para saber cómo estabas. Con todo esto del nuevo trabajo, la gira y eso... Lottie me ha mostrado algunas de tus fotos. Son muy buenas —dijo su padre, con un tono cariñoso.

—Gracias —respondió Louis, sintiendo una calidez en su pecho.

—Por nada, hijo. Yo... em, ¿realmente estás bien? Hoy... bueno, sería mañana en Chicago, pero... se cumplen dos años.—

—Lo sé —dijo Louis en un susurro, sintiendo un nudo formarse en su garganta.

—Solo quería escucharte, Lou. Las niñas te extrañan, y yo también.—

—Lo sé, yo también los extraño. Dentro de poco iremos a Londres... tal vez puedan ir a uno de los shows.—

—Eso sería genial, Lou. ¿Me puedes llamar cuando estés libre, sí? Solo para decirme que te encuentras bien.—

Erotic MelancholiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora