CXVIII

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Cuatro meses habían pasado, rápidos y duros, pero de alguna manera todo parecía encajar. Harry y Louis lograron acoplarse nuevamente a la vida en Londres.

Sin embargo, había algo que mantenía a Louis inquieto. Harry, aunque seguía siendo el mismo alfa cariñoso y dedicado, parecía haber sido consumido por su música como nunca antes. Las noches se volvieron más solitarias para Louis; se despertaba en medio de la madrugada solo para encontrar el lado de la cama de Harry frío. Sabía exactamente dónde estaba: sentado en el patio, con su guitarra en las manos y las estrellas de fondo, componiendo como si el tiempo no existiera.

Louis no podía evitar preocuparse. Aunque entendía lo importante que era este álbum para Harry, la intensidad con la que trabajaba lo tenía agotado. Había noches en las que apenas cerraba los ojos, y aunque no lo mencionaba, Louis notaba el cansancio en la mirada de su alfa.

A pesar de todo, sabía que el álbum estaba casi listo. Louis, movido por la curiosidad y una ligera preocupación, había ojeado en secreto el diario de Harry una noche. Las páginas estaban llenas de letras, algunas tachadas, otras subrayadas. Trece canciones completas, y cada una de ellas parecía contar una historia más profunda que la anterior. En cada verso, Louis podía sentir el peso de las emociones de Harry, las dudas, los miedos y el amor inmenso que sentía por su familia.

Sabía que, en cada acorde, en cada palabra, estaba plasmado lo que Harry no siempre decía en voz alta. Louis no se lo había mencionado, pero estaba profundamente conmovido. Aquellas canciones eran mucho más que música; eran la historia de ellos, la de su vida juntos, la de su pequeña familia.

Y aunque le preocupaba que Harry se estuviera exigiendo demasiado, también sabía que este álbum era algo que su alfa necesitaba crear, no solo por él, sino por todo lo que había vivido y por el amor que ahora los rodeaba.

No solo todo aquello había sucedido en los últimos meses, sino que hoy era un día especial. Su pequeño lobito, Oliver, cumplía un año. Louis no podía creer lo rápido que había pasado el tiempo; parecía que solo ayer lo habían tenido en brazos por primera vez, y ahora su bebé estaba dando sus primeros pasos, balbuceando palabras y llenando su hogar con risas y amor.

Desde temprano en la mañana, la casa estaba lleno de una energía distinta. Louis había decorado el salón con globos y una pancarta que decía "¡Feliz primer cumpleaños, Oliver!". Aunque no planeaban una gran fiesta, querían asegurarse de que este primer año fuera especial para su hijo. Tenían pensado invitar solo a algunos amigos cercanos y familiares más tarde en el día, pero esta mañana era para ellos, para disfrutar de esos momentos en familia.

Harry, aunque parecía cansado por las noches de trabajo en su álbum, estaba radiante de felicidad. Había planeado algo especial para Oliver: una canción que había compuesto en secreto durante los últimos meses. Louis había oído algunas melodías sueltas en las noches que Harry se levantaba a escribir, pero nunca había escuchado la canción completa. Estaba seguro de que sería un momento emotivo, y no podía esperar para verlo.

El pequeño Oliver, por su parte, estaba encantado con todo lo que lo rodeaba. Aunque no entendía completamente lo que significaba cumplir un año, podía sentir la emoción en el aire. Se reía mientras jugaba con los globos que Louis había atado a su silla y hacía pequeñas burbujas de saliva mientras balbuceaba sin cesar.

-Mira a nuestro cachorro-susurró Louis, mirando a Harry con una sonrisa-. Un año ya... No puedo creerlo.

Harry asintió, con los ojos llenos de ternura mientras observaba a su hijo.

-Ni yo... Parece que fue ayer cuando lo sostuvimos por primera vez. No sé qué haría sin él... o sin ti -respondió, abrazando a Louis por la cintura.

Erotic MelancholiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora